El bar que se llevó la Eurocopa

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MARCOS CREO

Jugadores de la selección española conocieron el sabor de Casa Isolina

16 feb 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Casa Isolina juega en la Champions de la hostelería barbanzana. Es uno de los bares con más historia y el sabor de sus platos ha conquistado a futbolistas de la talla de Raúl, Hierro o Mendieta. El dueño, José Manuel Otero, fue el cocinero de la selección española en la Eurocopa del 2000 y a punto estuvo de viajar al Mundial de Corea para demostrar que en pocos sitios se come como en la comarca. «A los jugadores les encantaba la ternera gallega y, por supuesto, nuestro marisco. Fue una experiencia increíble, repetiría sin dudar», asegura Otero.

Este establecimiento hostelero que todavía conserva el encanto de aquellas tabernas de antaño abrió sus puertas en 1878. Detrás de la barra ya han atendido a los clientes nada menos que cuatro generaciones.

El currículo de Casa Isolina tiene tela. El negocio emplazado en Taragoña, Rianxo, ha conseguido el Dolmen de Ouro al mejor restaurante, al mejor cocinero y hasta una Xouba de Oro.

Antes de ser un bar de culto para muchos barbanzanos y foráneos, el negocio también fue panadería y ultramarinos. La bisabuela de José Manuel Otero, Rosa Segade, puso en marcha el establecimiento en el que todavía se vende la música de Miguel Ríos y Carlos Cano, también dos clásicos.

La decoración del local no ha cambiado mucho con el paso de los años. Además, entre sus paredes se reparten antigüedades como un piano de más de un siglo que aún suena afinado.

Bodas y banquetes

Hoy que termina la semana del amor no está de más recordar a todas las parejas de enamorados que sellaron su compromiso en Casa Isolina y aquí celebraron el banquete de su boda. Casi un centenar de personas pueden sentarse en las mesas de un comedor decorado con mimo y donde han llenado el estómago políticos y artistas que hicieron parada en Taragoña.

Pocas veces en el bar se deja de escuchar el bullicio de la clientela. El café de la mañana suele acompañarse de un dulce que alegra el día.

Un pan que quitaba el hipo se preparaba en Casa Isolina hace años. El establecimiento hostelero todavía conserva un horno de piedra de tres metros de diámetro en el que se elaboraba este manjar que después se repartía por toda la comarca.

Esta no era tarea una sencilla y así lo explica José Manuel Otero: «Había que esperar en el puerto de Taragoña a que bajara la marea para poder cruzar a Cespón en carro de caballos y repartir este alimento por Boiro, A Pobra, Ribeira y Noia. De vuelta había que aguardar de nuevo a la seca para llegar a Taragoña». Así durante mucho tiempo.

El pan que se sirve aquí con las comidas es tan sabroso que José Manuel Otero ya ha sorprendido a algún cliente que se llevaba pedacitos en el bolsillo, por si el hambre entrara a media tarde o para volver a saborear un manjar que se semeja al que tanta fama ha cosechado en Cea.

No es el único elemento de decoración que recuerda tiempos lejanos. El local rianxeiro también tiene un hermoso patio con mesas de piedra y un pozo del año 1909.