El sello gallego Ediciones del Viento, que dirige con heroico entusiasmo Eduardo Riestra, ha dedicado siempre un especial mimo a los libros de viajes, que han sido desde su nacimiento una de las grandes razones de ser de la editorial coruñesa. Además de recuperar con nuevas y valiosas traducciones grandes clásicos -como la maravillosa versión de Juan Carlos Martínez de El naufragio de la Medusa-, Riestra nos obsequia de tiempo en tiempo con nuevos títulos de un género que, lejos de verse aplastado por la marabunta de la Red, cobra cada vez más sentido como testimonio personal e intransferible del periplo por otras geografías de quien quiere pisar el terreno porque no se conforma con la fugaz visión de la realidad que ofrecen las pantallas.
Mario Cuesta Hernando (Madrid, 1980) es uno de estos inquietos viajeros. Lo mismo se pierde por las callejas de Galicia, en busca de iglesias románicas, que se deja llevar por la curiosidad en el laberinto de Oriente Medio. Periodista y guionista de televisión, debuta ahora en la literatura con Por encima de mi cadáver, una crónica de su estancia en Damasco en el 2009 y de su frustrado regreso en el 2011 a Siria, destino que tuvo que cambiar por Líbano y la Turquía kurda.
Ahora que Europa parece haber abierto al fin los ojos al debate sobre la acogida de refugiados sirios, conviene adentrarse en estas páginas en las que Mario Cuesta lo cuenta todo (absolutamente todo, hasta los más íntimos detalles) de su experiencia entre unas gentes que asistían con entusiasmo e incertidumbre a aquella eclosión llamada Primavera Árabe. Cuesta no pontifica -ni en el libro, ni en sus encuentros con sirios, libaneses, kurdos y turcos-, se limita a contar con humor y una rotunda claridad sus peripecias. Cuando la visión que tenemos de Oriente Medio es cada vez más reducida y simplista, Por encima de mi cadáver regala al lector esos matices imprescindibles para ampliar nuestra mirada y tal vez empezar a comprender.