La fascinación que despierta la serie de HBO dispara la demanda de títulos sobre la tragedia nuclear ocurrida en Ucrania hace 33 años
07 jun 2019 . Actualizado a las 10:50 h.Chernobyl ha terminado pero el magnetismo de la miniserie de HBO continúa. Los usuarios que vierten su crítica en el portal especializado IMDb no paran de aumentar. Va por los 151.300 y adquiere la nota más alta de la historia de la página, un 9,7. Los artículos sobre la producción no cesan, las búsquedas en Google sobre lo que pasó aquel 26 de abril de 1986 en Prípiat se disparan y las editoriales ya se han puesto manos a la obra con las reediciones. Por notarlo, lo notan hasta las agencias de viajes: las visitas a la ciudad ucraniana crecen entre un 30 y un 40 % en las agencias especializadas en Europa del Este.
El deseo y la demanda de saber más sobre lo ocurrido son tales que el creador de la ficción, Craig Mazin (@clmazin), ha colgado en Twitter -a través de la cuenta del guionista John August- los guiones de los cinco capítulos.
Ahora, 33 años después, Chernóbil es el gran fenómeno audiovisual y también editorial del momento. Ahora que sabemos que la producción del momento no tendrá segunda parte, según ha confirmado el propio Mazin, siempre nos quedará la literatura.
Los mejores títulos
Los libreros de Lima aseguran que las ventas de los títulos dedicados a la tragedia nuclear se han incrementado en un 50 % en Perú. Craig Mazin -que antes de brillar con esta serie histórica destacaba por ser el guionista de la segunda y la tercera parte de Resacón en Las Vegas y de Scary Movie 3 y 4- ha hecho su propia lista y la ha compartido en Twitter. Como no podía ser de otra forma, Voces de Chernóbil, de la premio Nobel bielorrusa Svetlana Alexiévich, ocupa el primer lugar. Editado en España por Debolsillo y Debate, los testimonios recogidos por Alexiévich en la zona cero del desastre son la principal fuente de la que bebe la ficción dirigida por Johan Renck. Liudmila Ignatenko, la mujer del bombero que vemos en la pantalla, es un personaje tan real como el físico Valery Legasov (interpretado por Jared Harris) y el viceprimer ministro soviético Boris Scherbina (Stellan Skarsgard) -solo el personaje de Emily Watson, la científica Ulana Khomyuk, es ficticio-. Gracias a la Nobel bielorrusa, hoy podemos saber cómo fueron los últimos días de vida del marido de Liudmila, fulminado por la radiación. «Tenía el cuerpo entero deshecho. Todo él era una llaga sanguinolenta», relata en Voces de Chernóbil. Estaba embarazada en abril del 86. El bebé murió a las pocas horas de nacer. «Parecía sano, pero tenía cirrosis. En su hígado había 28 roentgen. Y una lesión congénita en el corazón [...] Yo la maté. Ella, en cambio... Ella me ha salvado», recoge el libro.
Tenía el cuerpo entero deshecho. Todo él era una llaga sanguinolenta
Hay más títulos. Desde la novela gráfica de los españoles Francisco Sánchez y Natacha Bustos, Chernóbil. La Zona, al libro de fotografía de Gerd Ludwig, The Long Shadow of Chernobyl. Otro español, Santiago Camacho, firma Chernóbil: 25 años después. Al castellano ha sido traducido Confesiones de un reportero, del fotógrafo Igor Kostin, que cubrió el desastre para la agencia Novosti y se convirtió en los ojos de Chernóbil. Suya es la foto aérea del reactor 4 soltando la radiación que llegó hasta Bielorrusia y Escandinavia. En inglés está The History of a Nuclear Catastrophe, de Serhii Plokhy, y una de las recomendaciones del creador de la serie, Chernobyl 01:23:40, de Andrew Leatherbarrow. El propio Craig Mazin ha creado un podcast, The Chernobyl Podcast, e incluye en su lista documentales y películas como Masacre (Elm Klimov, 1985).
Con frecuencia, a las obras audiovisuales se les achaca que no tienen la rigurosidad ni la solidez de los textos escritos. Historiadores, físicos y conocedores de las decisiones desacertadas que llevaron a la explosión del reactor 4 de la central soviética así como a la evacuación de la llamada «zona de exclusión», un radio de 30 kilómetros en torno a la central, elogian la autenticidad de la miniserie que incluye diálogos reales. Una ficción cuyo objetivo es perseguir la verdad -es memorable su alegato final: «A la verdad no le importan los gobiernos, ni las ideologías ni las religiones. Nos esperará eternamente»-. Este es, como concluye la serie, el legado de Chernobyl.
A la verdad no le importan los gobiernos, ni las ideologías ni las religiones. Nos esperará eternamente