Aprobada en el Congreso la reforma fiscal del Gobierno
«Ni amo ni dios ni marido ni partido ni de fútbol» tiene la escritura libre y radical de Cristina Morales, que señala las vergüenzas del sistema
27 oct 2019 . Actualizado a las 13:45 h.Alguien que dice que a Teresa de Jesús habría que tratarla como una poeta beat no es, cuando menos, lo que se espera. Inesperada Cristina Morales (Granada, 1985), que rompió el molde a la manera de esa loca de la casa que ve Teresa de Ávila en la imaginación, no en la imaginación fantasiosa sino en el ser y el fluir libre del pensamiento.
«Si he de escribir para edificar, ¿cómo voy a levantar un edificio sobre el suelo del lector sin antes echar abajo el edificio que ya está ruinoso? Escribir para dar gusto, ¿no es echar más escombros sobre las ruinas?», plantea la voz de Teresa de Jesús tomada por Cristina Morales en Malas palabras. Inclasificable, y gracias. Entren por las preguntas si necesitan vaselina, si temen entrar en guerra con la visión de la realidad que han comprado con gusto, cínicamente, a plazos o medio a ciegas. Al título de Lectura fácil lo supera la pintada en grito en la portada de este Premio Nacional de Narrativa: Ni amo ni dios ni marido ni partido ni de fútbol.
Insumisión, pero muy singular, sin condescendencia ni consignas. La última premio nacional de narrativa (por decisión incendiaria, inconsciente o exclusivamente literaria del Ministerio de Cultura) ha desatado el ruido y la furia en la Red que nos limita a algoritmos. Morales ha comparecido en Twitter en el surround sound system de los medios, con unas declaraciones sobre el conflicto catalán que son un souvenir de la radicalidad artística, en el misterio y las maneras, de Lectura fácil, con listas de espera de cinco meses en las librerías de Madrid y Barcelona.
¿Se atreven a sostener este artefacto narrativo, lingüístico, argumental y sensitivo? En esta novela-diario-manifiesto salvaje de Morales la intuición demuestra su vigor y su talento, una inteligencia sin paliativos que revienta los medidores del cociente intelectual y los carriles del neoliberalismo y la santa meritocracia. ¿Se han preguntado por qué hacen cola para pagar, o qué hacen las feministas cuando el feminismo es una camiseta en serie con el eslogan de moda? Al sistema «bienestarista», que Cristina Morales señala abiertamente como machista y patriarcal, dispara su literatura temperamental y armada sin plomo retórico. Y contra todo lo que nos estandariza y aborrega para acallar lo que somos.
Cristina Morales hace trizas los mantras del poder, dinamita la hipocresía de las siglas y los giros eufemísticos, la manipulación y la soberbia políticas, y revela sobre todo la capacidad del lenguaje para señalar las vergüenzas del sistema, para regenerarse y crecer en la inadaptación y los bajos fondos. En Lectura fácil, la voz de Cristina Morales es un ecosistema antisistema, se multiplica en las cuatro voces de las cuatro protagonistas de la novela, cuatro «discapacitadas intelectuales» según las Administraciones que desnudan el valor de la libertad de la diferencia, una humanidad palpitante y sudorosa, que no esconde las bragas ni la celulitis, ni se aplica los geles reductores del disimulo y las normas de cortesía.
Si no saben qué son las machas fascistas, los machos fachos, los bovaristas (o bobaristas), los bastardistas, la GUAPABA, los RUDIS y los CRUDIS les invito a que ejerzan, si quieren, la libertad de descubrir esta mirada bastarda, la ironía cruda y la voz subversiva de Morales, que recuerda solo levemente a otras, que no traga ni por complacerse a sí misma. Cito: «Fascista y macho son para mí sinónimos», «¿Les da miedo follar? Por ahí van los tiros, por ahí van las pelotas de goma de los antidisturbios sexuales». Una muestra de una autora que dispara, sobre todo, a lo que no se mueve. Al eurocentrismo de izquierdas y a la Generalitat, también. ¿Lectura fácil? Es una propuesta compleja. ¿Se admite la crítica dentro del sistema; qué pasa, prefieren esconder que admitir sus contradicciones internas? ¿Solo leen y escuchan lo que les complace?
¿Le habrían retirado a Günter Grass el Nobel de Literatura?
Malas palabras arroja Cristina Morales, literatura con gran capacidad para la exposición del conflicto y el riesgo. La violencia narrativa de la premio nacional 2019 es un grito propio contra la tendencia a la manada, un cuerpo pensante en llamas, entregado al placer salvaje de la desobediencia, el único que lleva al clímax en el arte. Esta Lectura fácil arrancará más de un insulto. Y más de un gemido. Premio a la libertad de creación, a esa loca que okupa la cabeza, a la voz que susurra o grita dentro: «Podré vivir como queréis, como dios manda, pero soy yo. Y yo pienso como quiero. Y estas palabras, como puños, son mías».