El cineasta Oliver Laxe, la catedrática de Filosofía Victoria Camps, y los escritores Pedro Mairal, Manuel Rivas y Marta Sanz nos ayudan a desconfinar el pensamiento. «Despois da traxedia vén unha sorrisa detrás», asegura el director de «O que arde»
21 may 2020 . Actualizado a las 16:04 h.Adónde iremos no hay quien lo sepa, pero a Galicia va a volver, seguro, Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970). «Me encantaría recorrer la costa del Cantábrico, salir del País Vasco e ir todo por arriba, hasta Portugal. Lo haré algún día...», dice el autor que nos conmovió con La uruguaya. «Mi vida no cambió mucho. Yo vivo un poco en cuarentena. Me gusta estar en casa, pero ahora no estoy pudiendo escribir ficción», explica lentamente, como desmigando el pan de un poema, el autor de Breves amores eternos y Maniobras de evasión. «Gotículas elementales» podría ser el título de «esta especie de novela distópica que la realidad está escribiendo sola». La pandemia en sí, poca gente en la calle, animales en la ciudad, «esos cruceros a la deriva con gente enferma que nadie recibe, los camiones para guardar cadáveres en Nueva York... Es espeluznante. Es una distopía que se escribe sola a toda velocidad. En esta situación, es difícil sentarse a inventar algo», medita Mairal.
«Os tempos son [ou viñan sendo] urxentes», contempla Oliver Laxe (París, 1982), director de O que arde, que vive en la casa familiar en Navia de Suarna. «Estou feliz, pasando o momento máis feliz da miña vida, e non quero que se malinterprete... Soa moi provocador, pero a miña maneira de axudar é esta. A felicidade é unha responsabilidade, non un acto egoísta. Se todos intentásemos ser felices, sen tantos medos, o mundo sería outro, non? Había que ser inxenuo para non esperar que nos viñese unha así. A natureza sempre nos puxo no noso lugar. Sempre houbo ucis, necesidade de respiradoiros no mundo, migracións, guerras... Isto que estamos a vivir é a normalidade en boa parte do planeta dende hai séculos; érao en Galicia non hai tanto», señala Laxe, que se detiene en la fragilidad del mundo antes del covid. ¿Cómo seremos después? «A saída será verde e rural ou non haberá saída», dice Oliver Laxe, volcado hoy en el rural, pero consciente de sus contradicciones internas. Él, que recomienda para este momento O guardador de rebanhos y O pastor amoroso, de Alberto Caeiro, heterónimo de Pessoa, trata de no hacer conjeturas. «Non convén proxectarse cara ao futuro. Asústame cando algúns din que queren volver á normalidade, porque non podemos volver a esa normalidade de antes. Obviamente, temos que poder saír da casa e ter unha vida normal, pero hai que equilibrar algunhas cousas. Se non, seguiremos degradándonos como sociedade e haberá máis sorpresas», plantea.
«Hai que equilibrar algunhas cousas. Se non, seguiremos a degradarnos como sociedade e haberá máis sorpresas»
Cura poética
En la poesía también encuentra sosiego, fuera del frenesí del universo digital, Pedro Mairal, que conecta pero busca también desconectar. «Leo poesía, quizá por ese efecto de la gran novela que nos rodea y se está escribiendo sola. No puedo escribir ni leer ficción. Estoy desenchufando todo para disfrutar el tiempo menos ansioso que reclama la poesía. No podés leerla con ansiedad», receta. El confinamiento ha sido un máster para Mairal en logística doméstica, un grato reencuentro familiar y la oportunidad de «armar un taller de poesía, con autores como Silvina Ocampo, Sharon Olds, Juan L. Ortiz o Fabián Casas, al que debéis invitar, cuando esto pase, a Galicia», propone quien detiene la entrevista «para cocinar».
«Eu trato de non caer no necropensamento, porque tras outras crises tamén viñeron épocas boas», considera Manuel Rivas (A Coruña, 1957). Tras la Gran Depresión, en Estados Unidos llegó la reconstrucción del New Deal, «e o Estado do Benestar. A sanidade pública chegou a Europa despois da Segunda Guerra Mundial. Hoxe hai signos contraditorios, non sabemos a deriva... A min preocúpame que o covid é un virus reaccionario, que separa a xente, que non nos permite tocarnos, falar. Parece que hai un empurrón cara a unha dixitalización do mundo absoluta. Pero vémoslle as orellas ao lobo e pensamos que hai que vivir doutra maneira, sen darlle as costas á natureza», reflexiona Rivas. Entre sus lecturas están Los viajes más increíbles, de David Barrie, y Manual de escapología. Teoría y práctica de la huida del mundo, de Antonio Pau. «Lino indo de póla en póla, e Manual de escapología ten o pouso do pensamento e un fondo literario forte; paréceme unha marabilla. Fala da fuxida en tres sentidos: a fuxida instintiva, a de cando escapas porque tes un perigo enriba; hai outra que compartes con eses animais que chamamos 'persoas non humanas', coma as aves, que foxen por un sentido premonitorio, de cando hai que marchar porque ves no horizonte un perigo. Pero deste libro o máis bonito é que se centra nun terceiro tipo de fuxida, a fuxida reflexiva que vai derivando dun desacougo ante un mundo que che resulta hostil». Esta última no es una huida física, sigue el autor de Vivir sen permiso y A boca da terra, «podes quedar no sitio. É unha fuxida cara a felicidade que pode procurar a imaxinación».
La lección que podemos sacar de la pandemia, según la escritora Marta Sanz (Madrid, 1967), «es que no hay que escatimar ni un céntimo de los dineros destinados a sostener y fortalecer el sistema público de salud. Los recortes en lo público siempre los sufren los más débiles, los que no tienen la 'libertad' de elegir lo que compran: la salud y la educación no deberían poder comprarse. La lección es que, más allá de la buena voluntad de una filantropía privada, los Estados han de corregir un sistema que fomenta las desigualdades», sostiene la escritora, que ha publicado esta primavera en suspenso Pequeñas mujeres rojas, y ofrece en la web de Anagrama el cuento Sherezade en el búnker, un k.o. mordaz a la felicidad conyugal. Se reconocerán en el relato... a menos que sean, claro, la perfecta pareja infeliz. Una de las lecturas de Sanz en el confinamiento ha sido Claudio, mira, de Alfons Cervera: «Un hermosísimo texto autobiográfico que habla de los cuidados, la memoria, el cuidado de la memoria y la memoria de los cuidados. Es una lección de amor», reseña Marta Sanz.
Filosofía con vistas a una vida mejor
La cultura y el arte nos permiten elevarnos, apunta Oliver Laxe. «Eu agora estou vendo na xente xestos moi nobres, e esa nobreza non a dá o suero nin os medos, senón a formación espiritual obtida a través da cultura. A solidariedade e a capacidade de aceptación que vemos en moita xente son conmovedoras», aprecia el cineasta, que hoy se ve trabajando más en el desarrollo del rural en las montañas de Os Ancares «que como axente cultural». «Pero ao tempo me fago exame a min mesmo. Teño a xira da película en Estados Unidos en outubro, con todo o consumo e contaminación que implicará... Aceptarei o convite? A clave será a limpeza interior que fagamos cada un de nós. Eu o reto que teño é 'non te movas', 'sae da cultura do proxecto', 'inviste no rural', 'fai que o que aprendiches estes meses quede en ti para sempre'. O meu ser estouno poñendo nun tipo de vida máis sostible, en desbrozar camiños, montes, fincas, en volver a darlles uso», convirtiendo el sueño en tierra, en manera de vida, en la realidad de un centro de desarrollo rural en el lugar donde él siente el abrazo de sus abuelos: «O meu corpo estame levando a isto, e estoume rendendo ao que me di!».
¿Qué lectura hace del momento la catedrática de Filosofía Victoria Camps? «Lecturas se pueden hacer muchas, otra cosa es que las hagamos... El virus nos ha dado una lección de humildad, nos ha enfrentado a nuestra interdependencia. No lo sabemos todo. Nos hace conscientes de que somos limitados. Esta puede ser la primera lección. La segunda, que el confinamiento nos ha hecho necesariamente más austeros, a unos más que otros, pero los deseos han quedado fuera», expone la autora de Virtudes públicas, reeditado por Arpa en el 2019. «Esto es fatal para la economía, pero tiene un lado humano. Esta pandemia nos ha hecho ver el valor de cuidar y de cuidarnos», asegura.
Camps se sitúa entre las personas que «han llevado el confinamiento bien. A mí me ha venido de maravilla vaciar la agenda y dedicar un tiempo a hacer lo que quería, leer, escribir, escuchar música o ver series o películas. Pero vivo en una casa grande con jardín. Si vives en un pequeño piso con balcón, o tienes hijos pequeños, es muy distinto. Lo decía Javier Cercas: 'Voy a decir una cosa que igual no suena bien, pero me ha venido de maravilla el confinamiento'». Porque esto, subraya, es una catástrofe, «una catástrofe para la que no estábamos nada preparados».
¿Ganarán fuerza las virtudes públicas? «Con esta experiencia la respuesta en general ha sido cívica», valora Camps, que esta primavera ha escogido Némesis, de Philip Roth, sobre una epidemia de polio en los 40, y Crisis, de Jared Diamond, que «analiza desde situaciones de distintos países cómo se entra y se sale de una crisis. Es una lectura que tiene que ver con lo que estamos viviendo ahora».
¿Iremos a mejor, resistiremos, encontraremos un equilibrio?
«Este é un momento de verdade, de caída de veos —asegura Oliver Laxe—. Tras a traxedia sempre vén un sorriso detrás».