Saber perder

Mercedes Corbillón FUGAS

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Vila-Matas en el 2013 en una visita a A Coruña
Vila-Matas en el 2013 en una visita a A Coruña PACO RODRÍGUEZ

26 feb 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo el mundo vale para ganar una guerra, pero casi nadie vale para perderla. Algo así decía Curzio Malaparte en aquella novela que hablaba de vencedores y vencidos, de vivos y de muertos, de las miserias morales que dejan las batallas y de la gloria, que solo puede pertenecer a los que ya no están porque los cuerpos, cuando laten en medio de los escombros, en lo único que piensan es en salvar la piel.

Pero no quiero irme a la podredumbre de Nápoles en 1944 con los americanos en los burdeles y el Vesubio, espejo humeante de la ciudad, mandando su mensaje de belleza y destrucción. No es necesario el barroco ni la contienda para hablar de fracaso, ni siquiera hay que ser Beckett ni una frase naíf tatuada en una taza para aspirantes a emprendedores. La vida es perder, le oí decir una vez a Sacheri, precisamente la mañana en que supo que había ganado el Premio Alfaguara con aquella novela de perdedores que intentaban por una vez ganar a la banca.

Los perdedores son los únicos personajes que me interesan. El triunfo tiene algo de vulgar, creo que eso lo decía alguien en Sobre héroes y tumbas, pero también es verdad que la elegancia se demuestra en el fracaso. Y la falta de ella también. Quizás, como decía Joanna Walsh en Vértigo, el éxito no necesita de la elegancia, se basta por sí mismo. Sin embargo, en el fracaso la elegancia es esencial, salvo que seas Trump y tu ridiculez venga de serie.

Quizás lo importante es seguir el consejo de Vila Matas y saber que, pase lo que pase, lo correcto es marcharse.