Tanto «Minx», que acaba de renovar por otra temporada, como «Lujuria», son series que exploran la sexualidad femenina sin tapujos
03 jun 2022 . Actualizado a las 22:54 h.Queda avisado el lector que este artículo no trata sobre pornografía feminista ni da un repaso a las series eróticas de reciente incorporación. Tampoco la idea principal es recopilar las últimas escenas de sexo que han llegado a las plataformas de streaming, porque no hace falta. Ya tienes todo eso en dos de las series de la temporada: Minx y Lust (Lujuria), las dos nuevas propuestas del canal HBO Max para explorar la sexualidad femenina sin tapujos, con mucho desparpajo y un punto erótico-festivo verdaderamente entretenido.
En ambos productos hay porno, desnudos integrales y sexo en abundancia, pero expuestos con una mentalidad a prueba de miradas obscenas. Es más, no pretenden ser elegantes ni soeces en su estilo, pero al mismo tiempo son las dos cosas a la vez. Si no fuera un tópico muy manido, diríamos que estas series son un soplo de aire fresco en el panorama actual. Porque a ver quién es capaz de contar con pelos (púbicos) y señales cómo se desarrolla un casting de penes en primer plano (algunos en estado de gloria) para la portada de una revista feminista sin caer en la lascivia más libidinosa.
La prueba de que la fórmula funciona es que la estadounidense Minx (ya la llaman «la serie de los penes») acaba de renovar por una segunda temporada; y esperemos que Lust haga lo mismo, porque nos hemos quedado con ganas de más (esta se estrenó el pasado marzo con ocho episodios).
DE TÍOS DESNUDOS
Creada por la guionista estadounidense Ellen Rapoport, Minx se traslada a los años setenta para contar cómo la aspirante a periodista Joyce Prigger (interpretada por Ophelia Lovibond) lucha por publicar su revista feminista hasta que un editor de pornografía de pacotilla, Doug Renetti (Jake Johnson), le ofrece ayuda para hacer realidad su sueño. Él es el único interesado en sacar adelante su proyecto.
El argumento hace pensar al espectador que los dos protagonistas no pueden ser más antagónicos. El lugar favorito de Joyce es una biblioteca y su intención con la publicación es combatir la opresión femenina. Su intelecto está colmado de sabiduría y sueña con ganar el Pulitzer, pero le falta la experiencia de vida que le sobra a su nuevo jefe. Él, en cambio, es un tipo sin escrúpulos que se las sabe todas. Se codea con la mafia y se protege comprando favores de los políticos. Su supuesta moralidad dudosa hace que cada paso que da su utópica subalterna sea una auténtica tortura para ella, pero la publicación es el sueño de su vida y no le queda otra que intentar ejecutar lo que él le propone: una revista llena de tíos desnudos para ayudar a las mujeres a estar más satisfechas.
Igualdad para las mujeres
«El deseo masculino se celebra. ¿Por qué el femenino ha de ser diferente?», se pregunta el personaje de Joyce, en plena efervescencia combativa por la búsqueda de la igualdad para las mujeres, cuando todavía había que explicar las mismas cosas que por desgracia aún ahora hay que seguir explicando: «Mi revista no va de odiar a los hombres, sino de empoderar a las mujeres». Al final, sin riesgo a hacer spoilers, algunas cosas no son como parecen. El supuesto patán puede ser la persona más respetuosa del mundo con las féminas que le rodean. Y la defensora de la igualdad corre el riesgo de caer en su propia contradicción cosificando a sus inferiores o acostándose con el chico de portada. En definitiva, un planteamiento muy divertido repartido en una comedia con diez episodios de media hora.
Ese, el de ayudar a las mujeres de mediana edad a estar más satisfechas, es el mismo objetivo que persigue la serie sueca Lujuria, también en HBO Max. A través de las aburridas vidas sexuales de las cuatro protagonistas, comprobamos cómo su felicidad depende de las parejas, de sus hijos y de sus carreras profesionales en una bella y moderna ciudad de Estocolmo. La acción arranca cuando a Anette (Sofia Helin) le encargan un estudio sobre salud sexual para el Gobierno. Tanto ella como sus tres amigas, Ellen (Julia Dufvenius), Martina (Elin Klinga) y Nadia (Anja Lundqvist), empiezan a preguntarse cómo mantener viva su libido en medio de la frustración.
Es una historia contada desde el punto de vista femenino que puede conectar con el público masculino. A ello contribuyen personajes como el marido convencido de que el patriarcado es el problema o el que está obsesionado con alcanzar la perfección con sus equipos de música.