Katie Kitamura, autora de «Intimidades»: «Hasta el más inteligente cae en la trampa emocional»

FUGAS

La escritora Katie Kitamura acaba de estar en la Feria del Libro de Madrid.
La escritora Katie Kitamura acaba de estar en la Feria del Libro de Madrid.

Está entre las autoras más influyentes en EE.UU. y sus «Intimidades» cautivan a críticos, lectores y libreros independientes de España. «Aspiro a no olvidar lo que me dijo Salman Rushdie», revela esta intérprete de las relaciones humanas

17 jun 2023 . Actualizado a las 09:25 h.

Creció entre dos lenguas, entre dos mundos con tendencias imperialistas, y sabe que cada intimidad habla una o varias lenguas. Katie Kitamura (Sacramento, California, 1979) se ha ido situando sin prisa en el menú literario de críticos y libreros, en las mesillas de los ávidos de ir al detalle en tramas que interpelan, en las que hechos y sentimientos son cubos Rubik sin piezas o moños que se deshacen con el desgaste del día.

La autora de En el bosque (Sexto Piso) y Una separación (Random House) atrapa con Intimidades, elegida por The New York Times como uno de los cinco mejores libros del 2021, lectura de verano de Obama y recomendación de librerías como Moito Conto, Berbiriana, Cronopios y Lectocosmos. «Intimidades es el ejemplo del magnetismo que suscitan lugares que imaginamos transitorios pero que se quedan en nosotros para siempre», reseña en Instagram Amapolas en Octubre. «Su escritura es contenida, cercana al minimalismo, hay algo hipnótico en ella. En ese sentido, podría decirse que la herencia de la literatura japonesa es patente en sus libros. Pero sus temas, las reflexiones que suscita, son muy occidentales. Hay algo terriblemente atractivo en esa combinación», advierte a Fugas el editor José Hamad, de Sexto Piso. Hablamos con una de las escritoras más influyentes de EE.UU. en su visita este junio a España.

—Creció entre Estados Unidos y Japón. ¿Siente que su literatura respira por esa grieta de haberse criado entre dos culturas, la japonesa y la estadounidense?

—Cuando empecé a hablar de este libro [Intimidades] fue cuando me di cuenta de que sí había una influencia de mi infancia en mis novelas. Crecí en un hogar bilingüe. Mis padres hablaban japonés y yo también inglés. Tuve una sensación clara desde la infancia de que había cosas que se podían decir en un idioma y no en el otro, de que había lagunas entre lenguas... Y veía que mis padres actuaban de manera diferente en función del idioma que hablaran. Se sentían más cómodos hablando en japonés. Y también me di cuenta de que había estructuras de poder que estaban integradas en cada idioma.

­—¿A qué se refiere?

—Por ejemplo, en japonés, si eres mujer, solo hay una palabra que se puede usar para referirse a uno mismo, watashi, pero si eres hombre hay dos, watashi y boku. Estas diferencias entre hombres y mujeres es algo que percibí desde muy temprano.

—¿Su literatura está marcada por esas lagunas, por la brecha entre culturas?

—Sí, de manera profunda además. ¡No he llegado a escribir aún nada que ocurra en Estados Unidos! Estoy intentándolo ahora, pero nunca he escrito sobre un personaje que sea del lugar en el que se desarrolla la acción. Creo que ese desarraigo tiene que ver con lo que yo siento y con la forma en la que veo el mundo. En una conversación con Salman Rushdie, que es amigo, le dije: «Yo no he estado en un único lugar... He estado en Inglaterra, en Japón, en Estados Unidos». Él me dijo: «Es un gran regalo». Una gran verdad. Aspiro a no olvidar esas palabras de Rushdie.

—Sus «Intimidades» hablan de un idioma difícil: las relaciones en un contexto de confort. La narradora vive en el mejor de los mundos, es una mujer que ha llegado nada menos que al Tribunal de La Haya... No parece tener ataduras sentimentales, pero transmite un desacomodo interior. ¿Es real ese contraste, entre la felicidad institucional de los Países Bajos y el malestar interior?

—Muchas personas me dijeron que la protagonista de la historia es muy buena en su trabajo, pero muy mala interpretando a las personas. Pienso que no es que ella no sepa interpretar a las personas, sino que es demasiado buena haciéndolo. Es capaz de ver las incoherencias de otras personas y en ella misma. Ella es capaz de ver que el personaje que somos de forma social está lleno de incoherencias y eso es una fuente de malestar interior. La pregunta sobre las instituciones es interesante... Podemos pensar que las instituciones nos dan seguridad, pero pueden ser esquizofrénicas, pueden ser tan incoherentes como las personas.

­—¿Por qué La Haya como lugar para situar esta historia?

—La mayoría de los tribunales internacionales están en La Haya. Tuve además una experiencia curiosa... Escribí todo el borrador de la novela y, cuando acabé, me di cuenta de que había vivido veranos en La Haya de niña. Siento que de forma inconsciente quería escribir sobre La Haya. Había algo más que razones lógicas que me atraía hacia ese lugar.

—¿Dónde se vive mejor, en Nueva York o en el lado próspero de Europa?

—Mi marido es inglés y el brexit fue un gran golpe para nosotros. Cuando nacieron nuestros hijos, pensábamos que íbamos a poder vivir en Europa... y ahora lo podemos hacer en Estados Unidos o el Reino Unido, no en Europa. No hay duda: la calidad de vida, los ideales sociales, son superiores en Europa. Es un misterio que tantos amigos europeos quieran irse a Nueva York... Nueva York es un caso especial. En Estados Unidos no hay una red de acceso a la salud, no hay jubilación, todo está privatizado y eso se traduce en una calidad de vida inferior.

—«Intimidades» es un espejo de nuestras relaciones. No sabemos qué pensar de Adriaan. La narradora es muy persuasiva, enseguida nos posicionamos de su lado... Ella puede ocupar el piso de él sin compromiso, pero eso la aturde, nunca hay sensación de hogar. ¿Esos modos de relacionarnos encierran formas sutiles de esclavitud?

—A Adriaan se han referido como «el villano de la novela». Pensé que con la expresión se referían al exjefe de Estado juzgado por crímenes de guerra, ¡pero no, era a Adriaan, por no haber respondido a unos mensajes! Yo quería escribir también sobre algo muy banal, de andar por casa, como son las etapas tempranas de una relación. Cuando alguien no es tan reactivo como querríamos y estamos con una interpretación obsesiva de todo lo que ocurre y no ocurre. Algo que veo es que personas inteligentísimas, muy sofisticadas, se ven en esta incertidumbre frenética de una relación. Todos somos un poco esclavos de la narrativas del romance. Independientemente de lo inteligentes y racionales que seamos, nos encontramos fácilmente atrapados en esa trampa emocional. No es algo extraordinario, es algo que ocurre habitualmente.

—¿A quién se refiere con ese exjefe de Estado juzgado por crímenes de guerra? Señala ese horror confrontado a otro horror que no se juzga, un horror institucional, ¿no?

—El expresidente es culpable de manera clara, pero la polaridad en la narradora comienza a desdibujarse; ella durante el juicio empieza a sentirse parte de las acciones del tribunal. El hecho de que Estados Unidos, China o Rusia no hayan firmado el estatuto de Roma, que no puedan ser juzgados por crímenes de guerra... cuestiones como estas a ella le hacen cuestionarse la aparente y «perfecta» neutralidad del tribunal.

—¿Ha cambiado mucho las relaciones la hiperconexión «online»?

—No creo que la conexión online sustituya a las relaciones en persona, pero las comunidades online son muy útiles para las personas, en especial para personas que se ven marginadas. Las redes sociales pueden darles un sentido de comunidad. En mi caso, si es posible prefiero siempre las relaciones en persona...

—¿Cómo afronta el trabajo de una novela?

—Proceso la información de manera muy lenta. A menudo la chispa es una idea, una semilla de una idea que me llega y a partir de ahí dejo que macere unos años. Tuve la idea de este libro en el 2009, pero no empecé a escribir hasta el 2016.

—Su obra se ha traducido a 20 idiomas y es una autora muy recomendada por los libreros de Galicia. ¿Qué tecla toca para llegar a tanta gente?

—Intento ser honesta sobre cómo veo el mundo. Incluso si eso me lleva a narrativas poco compactas. Creo que compensa, compensa mantenerse cerca de la cabeza de un personaje. Cuando leemos un libro, hay una simetría maravillosa en la trama, pero las historias no funcionan así en la vida real. La historia de amor de la novela fue lo más duro de escribir y lo interesante es que unos ven el final como un final feliz y otros como un final infeliz.

—¿Qué dice usted?

—Creo que es una combinación de estas dos posibilidades. Es un final que deja ir esa fantasía de que conoces a la otra persona por completo... Al contrario, mis personajes piensan: «Hay cosas que nunca sabré de la otra persona, pero es posible que tengamos una vida juntos».

—¿Escribir tiene algo que ver con juzgar, y con el oficio de una intérprete?

—Como escritora, eliges una y otra vez. Es inocente pensar que eso no tiene consecuencias. Importa el punto de vista, importa quién puede contar una historia. Quise que quienes tuvieran la voz fueran las víctimas. Aunque las escritoras tengamos el ideal de que somos libres, tenemos una responsabilidad, nuestras elecciones tienen consecuencias.

Intimidades

KATIE KITAMURA

Sexto Piso, 19 páginas, 19,90 euros

Asia avanza en Occidente con un mar de propuestas literarias

Japón va primero, Murakami tira lo suyo, pero hay más. China, Corea y Vietnam también atrapan con sus letras la mirada en este lado del mundo

A. Abelenda

Quizá es la influencia de la cultura occidental en Haruki Murakami, premio Princesa de Asturias 2023, la clave del éxito de su acogida en un lector como usted o como yo. Hay algo «terriblemente atractivo en esa combinación» de lo japonés y lo occidental que también explica, según el editor José Hamad, de Sexto Piso, el abrazo que reciben en este bloque del mundo las novelas de Katie Kitamura, que pasó su adolescencia entre Japón y Estados Unidos. Puede que Amélie Nothomb, belga-japonesa residente en París, sea la síntesis perfecta de culturas. Pero hay más. Asia avanza en América y Europa con una diversidad de propuestas literarias que seducen, mayoritariamente, a una lectora en torno a los 50 años y a otro que ronda los 25.

Aki Shimazaki es una de las autoras visibles en escaparates cercanos. Es una de las voces de raíces asiáticas que incluye en su catálogo Nórdica. «Empezamos editando con Hôzuki, la librería de Mitsuko, segundo título de una pentalogía que yo descubrí en Francia. Me encantó el libro y pensé que teníamos que darle una oportunidad en el catálogo a lo japonés», cuenta Diego Moreno, fundador de Nórdica. Más allá de lo oriental, que no deberíamos arrumbar a un solo cajón, «lo japonés suscita un interés especial en el lector occidental». Este editor atribuye ese interés a una cultura que concilia lo tradicional con lo innovador. «Atrae esa mezcla de cultura antigua e hipermodernidad. Como editor, me gusta cómo cuenta Shimazaki, de modo tranquilo. Son esas historias en las que parece que no pasa nada, pero dejan poso. Te acuerdas de ellas mucho tiempo», asegura Moreno, que dice que el encanto está en una narrativa que repara en «cosas cotidianas muy concretas de forma poética, pero sin ñoñerías». «Es una manera de contar sencilla, poética, amable y cotidiana. Los japoneses son maestros en el uso de la sencillez como herramienta de trabajo, debajo de esa sencillez hay un montón de capas», resume Moreno.

Murakami se llevará el Nobel, señala Javier Ibáñez, de la Librería Eixo, que subraya que algunas obras del Princesa de Asturias pueden leerse en gallego en el sello Galaxia. A los más osados, el librero les recomienda 1Q84, novela fantástica en tres libros, 800 páginas de universo orwelliano dominado por el fanatismo, el maltrato y la corrupción. ¿Para empezar más suave? Tokio Blues.

«La asociación entre Asia y Japón era un lugar común hasta hace poco. De tres años hacia aquí se ha diversificado la procedencia y no podemos hablar ya de una literatura asiática como no podemos hacerlo de una europea o americana», dice Antonio Marcos, de Letras Corsarias.

«De Corea, hasta hace poco, no había casi nada. Ahora, nos estamos dando cuenta de que, literariamente, Asia no es solo Japón; hay muchas cosas y muy diferentes», advierte Marcos.

¿Qué está atrayendo más a los lectores? «Entre los autores chinos, Yan Lianke está funcionando muy bien —concreta—. Entre los japoneses, recomendamos las novelas negras de Kobo Abe (El mapa cal­ci­na­do) o el más clá­si­co Sei­cho Mat­su­mo­to (El ex­pre­so de To­kio)».

«Estamos en el momento de conocer la literatura asiática como algo rico, variado», concluye el librero de Letras Corsarias, que señala la reciente acogida de Osamu Dazai (Indigno de ser humano) entre un público mucho más joven de lo esperado gracias a su aparición en el manga Bun­gou Stray Dogs.

Mis días en la librería Morisaki, primera y exitosa novela de Satoshi Yagisawa, que edita Letras de Plata, es otra historia que llega de Japón directa al corazón del amante herido que se echa en brazos de las letras.

«Azami»

Aki Shimazaki

Primera novela de la pentalogía «La sombra del cardo», un fenómeno literario. Una pasión antigua que vuelve de forma inesperada y no acaba cuando el libro acaba.

EDITORIAL Nórdica PÁGINAS 140 PRECIO 18

 «Suisen»

Aki Shimazaki

Shimazaki é unha das autoras xaponesas do momento que poden lerse en galego. A disección mestra dun home modélico... cunha dobre vida que estoupa.

EDITORIAL Rinoceronte PAX. 130 PREzO 17

«Flores tardías»

Mo Yan

La primera novela de Mo Yan tras ganar el Nobel, un caleidoscopio de historias de quien algunos consideran el mejor autor vivo. Un romance rural chino moderno, en el que Mo Yan desnuda China exhibiendo su enorme capacidad como contador de historias.

EDITORIAL KAILAS PÁGINAS 480 PRECIO 21,75

«La muerte del sol»

Yan Lianke

Cautivadora pesadilla de uno de los au­to­res chinos más leí­dos y mejor tra­du­ci­dos, «que des­mi­ti­fi­ca los gran­des dis­cur­sos po­lí­ti­cos y la pro­pa­gan­da, y se cen­tra en his­to­rias pe­que­ñas», reseña Antonio Marcos, de la librería Letras Corsarias.

EDITORIAL AUTOMÁTICA PÁGINAS 420 PRECIO 24

«El canto de las montañas»

Nguyen Phan Que Mai

Primera novela publicada en español de la poeta vietnamita Nguyên Phan Quê Mai. Un relato familiar vivo y apasionante con el telón de fondo de la guerra de Vietnam.

EDITORIAL Alianza PÁG. 392 PRECIO 19,50