Después de 21 años en activo, el grupo se toma un descanso. Este fin de semana, Revenidas será el último festival en el que poder escucharlos en Galicia
13 sep 2024 . Actualizado a las 11:42 h.No todo puede ser fiesta y confeti. Aunque si hay dos elementos que definan a la banda catalana, bien podrían ser esos. Pero después de 21 años, con más de 1.400 conciertos en en 32 países, ocho discos de estudio, un deuvedé en directo, dos documentales, una biografía, un cómic y hasta un videojuego para móvil, La Pegatina ha decidido hacer un alto en el camino y concederse dos años de barbecho. Antes, aún les resta un concierto en el Wizink, una gira por Holanda y otra por México, alguna sorpresa y el concierto de este fin de semana en el Revenidas, en Vilaxoán, el último festival en el que actuarán en Galicia. «Revenidas es un festival que siempre nos ha abierto las puertas, muy familiar y muy cercano, que encaja perfectamente con la filosofía de La Pegatina. En Revenidas siempre estamos como en casa», relata Rubén Sierra, guitarra y voz del grupo, hijo de un emigrante de Loiros, aldea ourensana del concelo de Barbadás en la que pasó los veranos de su infancia y a la que regresa «siempre que puedo».
—¿Por qué la decisión de parar ahora?
—Porque en 21 años nunca habíamos parado más de un mes, ni siquiera en pandemia. Siempre hemos compuesto y grabado durante las giras, y todos los discos han salido bajo esa presión. Además, algunos componentes de la banda han sido papis y queremos también darles un respiro y que puedan disfrutar de sus familias.
—¿Está garantizado el retorno al 100?%?
—En principio, sí. Nosotros tenemos ganas de seguir. Ahora mismo lo que tenemos seguro es que, sí o sí, va a haber un año de parón, de no vernos y de no componer. Luego, nos juntaremos para ver si tenemos material para sacar un disco en el 2026.
—¿Qué vas a hacer durante ese tiempo?
—Yo no puedo estar quieto. Voy a sacar algunos singles y a hacer una gira con Ninhodelosrecaos, mi proyecto de música electrónica. Pero ya lo haré sin ningún tipo de presión. Mi idea no es girar a tope, sino tomármelo disfrutando. Si voy a un festival, pues no cojo nada más ese fin de semana y disfruto del festi y de la ciudad. Ahora, la mayoría de las veces, llego, toco y me voy.
—El hecho de que tanto Adrià como tú tengáis proyectos personales alternativos, ¿no puede poner en peligro el retorno de la banda?
—Todos tenemos muy claro que La Pegatina es nuestro sueño, lo que nos ha unido, lo que nos ha traído hasta aquí, lo que nos ha hecho recorrer más de 30 países ylos que nos ha hecho sacar muchos discos.Creo que los proyectos personales, lo que hacen es oxigenarnos más que competir con lo que nos ha dado la banda.
—¿Qué le queda por hacer a La Pegatina?
—Muchas cosas. No hemos hecho nada por África ni por el norte de Norteamérica. Nos queda mucha gente con la que nos gustaría colaborar... Nos queda, por ejemplo, animar el cómic que sacamos hace poco y convertirlo en una película... Lo guay es que La Pegatina siempre está abierta a atreverse a hacer cosas nuevas, por muy locas que parezcan. A veces, incluso adelantándonos a los tiempos, como cuando hicimos el videojuego para el móvil
—Cuando anunciasteis que parabais dijisteis que no teníais tiempo «para asimilar todo lo que sucede». ¿Qué es lo más difícil de asimilar?
—En el 2012, cuando sacamos nuestro primer documental lo vi en el cine, como si fuera de otro grupo, y de repente dije: «¡Buah!, ¿todo eso lo hemos hecho nosotros?». Y ahora, que me estoy encargando de ordenar el disco duro de la banda, con todas las fotos y vídeos, me ha vuelto a pasar lo mismo. Creo que no hemos tenido tiempo para pararnos y asimilar lo que hemos conseguido. Este parón nos va a servir para coger fuerzas y también para decir: «Chicos, mirad todo lo que hemos hecho».
—¿Cuál es la aportación más grande que deja La Pegatina?
—Yo creo que es la forma de hacer las cosas y encararlo todo siempre hacia el público. La Pegatina somos un grupo de amigos que se suben al escenario un rato para hacer disfrutar a los colegas que están abajo y luego siguen tomándose unas cervezas o siguen de fiesta con ellos. Eso es algo raro dentro del panorama musical actual, donde hay muchos egos y mucha competencia.
—¿Y cuál ha sido vuestro mayor error en estos 21 años? ¿De qué os arrepentís?
—Siempre hemos sido una banda que lo ha hecho todo sin esperar ni el éxito ni el fracaso. Hay cosas que han salido bien y otras que se han quedado por el camino. Pero también de los errores se aprende. Por supuesto, a lo mejor habría discos que hoy habríamos hecho con otros productores o canciones que habríamos sacado en otro momento. Lo guay es que, al final, La Pegatina es la consecuencia de la suma de todos esos éxitos y esos errores.
—¿Sigues viniendo a Loiro, la aldea de tu padre?
—Sí, sigo yendo cuando puedo. Más en invierno que en verano, lógicamente. Pero si actúo en Galicia yno puedo ir, mi familia suele venir a verme.
—Galicia está viviendo una efervescencia musical que no se veía desde los tiempos del Xabarín, del que tú fuiste seguidor. Tú que tienes esa doble perspectiva, desde fuera y también un poco desde dentro, ¿cómo valoras lo que está pasando aquí?
—Hay muchísimas cosas interesantes que se están haciendo en Galicia. Desde el bum de Tanxugueiras a Fillas de Cassandra, Berto, Boyanka Kostova y, por supuesto, Baiuca. Hay mucha gente que está exportando esa música de raíz mezclada con toques de electrónica y gracias a eso están consiguiendo que llegue mucho más lejos. Y no solo en Galicia. Ahí está Zetak en Euskal Herria, Rodrigo Cuevas en Asturias, Califato 3/4 o La Plazuela en el sur... Que la música gallega de raíz no se quede solo para los gallego,s sino que se pueda extender alrededor del mundo y que muchísima gente la sienta como propia, me parece algo muy positivo. Siempre se decía que los idiomas suponían muros. Pues en estos últimos años los artistas gallegos han demostrado que, cantando en su idioma, lo que se puede es derribar todas las fronteras.