Arantxa Echevarría, directora de «La infiltrada», que opta a 13 Goyas: «Me alucina que un tío como Tosar me diga: '¿Qué quieres hacer?'»
FUGAS
En el 2018, la directora y guionista ganó el Goya a la mejor dirección novel por «Carmen y Lola» Siete años después, regresa a los premios de la Academia con trece nominaciones
02 feb 2025 . Actualizado a las 18:07 h.Arantxa Echevarría (Bilbao, 1968) hizo su primera película cuando tenía 50 años. Contó la historia de dos mujeres gitanas que se enamoraban. Por ella, ganó el Goya a la mejor dirección novel. Siete años después, vuelve a los premios de la Academia como una profesional consagrada, con 13 nominaciones para su último filme, La infiltrada.
—Vuelves a los Goya con 13 nominaciones bajo el brazo. ¿Lo esperabas?
—Pues si te digo la verdad, nunca sabes mucho. Si te soy sincera, sí que confiaba en las nominaciones de los actores y parte del equipo técnico. Pero otra vez ha sido una sorpresa grata y superfeliz.
—Con Carolina Yuste repites. También estuvo en «Carmen y Lola», tu debut.
—Lo tenía clarísimo. Fíjate si lo tenía claro, que cuando las productoras me comentaron sobre la película, lo primero que hice, antes de escribir el guion, fue llamar a Carol. Le dije: «Oye, mira, me han propuesto esto. ¿Te vienes conmigo? Pero todavía no tengo guion». Y me contestó, me dijo: «Bueno, pues habrá que ir contigo».
—Y has confiado en dos actores gallegos, Luis Tosar y Diego Anido. ¿Cómo ha sido trabajar con ellos?
—Sí, tengo dos gallegos. Con Luis ha sido un trabajo muy natural, muy bonito. Porque fíjate que él es grande, pero trabajaba siempre desde un sitio muy cómodo, desde la escucha, la sensibilidad. Ha sido muy fácil trabajar con él, y encima es muy buena persona. Habitualmente, los grandes actores suelen ser los más humildes, los que más escuchan y los mejores a la hora de trabajar. Eso es algo que me deja alucinada: que un tío así venga a donde estoy yo y me diga: «¿Qué tal? Cuéntame, ¿qué quieres? ¿Qué hacemos?». Eso es una gozada.
—Este año llegas a los Goya con la historia de una agente de la Policía Nacional que se infiltró en la banda terrorista ETA. Un tema espinoso.
—Era un tema que me producía muchísimo respeto, sobre todo, para no posicionarte claramente en favor de nadie y ser equidistante, manteniendo un poco que las cosas no eran blancas ni negras, sino que había mucha gama de grises. Tanto la policía tenía sus problemas, como también la banda terrorista, pero dejando claro que los malos son unos y los buenos son otros, lo cual para mí era importante, aunque sin colocarlos de forma simplista.
—En la película aparece el asesinato de Gregorio Ordóñez.
—Sí, y hablamos con la familia de Gregorio Ordóñez antes de escribirlo. Una vez rodado, le enseñamos la película a la familia para que, si querían hacer algún cambio o quitarlo directamente, respetando su opinión, lo habríamos hecho. Pero fue magnífico cuando la vieron y dijeron: «Gracias, gracias porque esto no se quede en el olvido».
—Además de en los Goya, la película ha triunfado en las salas. ¿Te lo esperabas?
—No, no me lo esperaba tanto. Para nada. Además, todo el mundo decía que los thrillers no funcionaban dentro de la industria, que el espectador español no los quería. Y yo creo que esto demuestra que no tenemos ni idea de lo que quiere el espectador. A mí, más que pensar en la taquilla, me gusta pensar en el millón y pico de personas que han querido verla en la sala.
—Desde que te animaste a dirigir tu primera película en el 2018, tu situación ha cambiado mucho. ¿Qué te hace pensar en ello?
—Me siento una privilegiada. Tener la capacidad de poder hacer pelis tal y como están las cosas, que se hacen trescientas en España, ser una de esas trescientas privilegiadas de todos los millones que somos... ¡Buah! Yo me levanto por las mañanas y digo: «¡Ostras, que estoy haciendo más pelis!». Todavía me sigue sorprendiendo. Me sigue gustando. Y sí que es verdad que ahora estoy en una situación en la que me cuentan proyectos y puedo elegir. Por desgracia, no me da tiempo a escribir, porque claro, es que ya te llaman y te ofrecen cosas muy chulas, y es difícil decir: «No, déjame que quiero escribir lo mío». Pero sí que me siento una privilegiada, y creo que esto es el sueño que tenía cuando tenía 8 años y que se ha cumplido. O sea, que más feliz no puedo estar.
—La última modificación de la ley del cine, en el 2015, impulsó los incentivos a las películas dirigidas por mujeres. ¿Se ha notado?
—Yo creo que ha funcionado plenamente. Desde que se aplicó la ley hasta aquí, de pronto ha surgido toda una nueva mirada del cine femenino que antes intentábamos hacer, pero que era imposible. Por fin, aunque sea por una cuestión económica, los productores han comenzado a buscarnos a nosotras. Y, sobre todo, hay una cosa que a mí me encanta, que es que funciona a nivel de taquilla.
—Quizás algún hombre no esté a favor de esa discriminación positiva...
—Sí, hay hombres que de pronto ahora tienen menos puntos que nosotras para hacer películas, y se quejan. Yo comprendo que debe de ser molesto. Imagino que pensarán algo así como: «¿Y yo no tengo los puntos que tiene esta tía que ni conozco?». Pero esa es la situación que hemos estado viviendo las mujeres durante toda mi vida. Lo ideal sería que desaparezca esta ley de manera natural porque ya haya equidad entre hombres y mujeres. Pero mientras eso no suceda, yo apoyaré esta medida.