Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

El Camino en un Rolls Royce

Rubén Ventureira ENVIADO ESPECIAL

GALICIA

R. V.

Las nevadas de mayo reciben en O Cebreiro a un grupo de peregrinos que viajan en coches de lujo. Compiten, desde los asientos tapizados, con los peregrinos de a pie

07 may 2004 . Actualizado a las 07:00 h.

Pepa y Pepe han sentido en el Camino «el espíritu del éxtasis». «Matrimonio de clase media ve la luz en la ruta xacobea», podría interpretar el lector si se frena ya. Y no es el caso. Siga, que hasta prometo hablar de la boda. Me explico: la figurita que preside el morro de los Rolls Royce se llama Espíritu del éxtasis. Al volante de uno de estos cacharros llegan Pepa y Pepe, de Aracena (Huelva), a O Cebreiro, que tiende una alfombra blanca para recibir a las estrellas del motor. Gastan nombre de pareja televisiva de clase popular, mas su estatus es más elevado, como lo prueba su coche de gama real, pues a un vehículo de la marca se auparán el Príncipe y doña Letizia para dar la vuelta al ruedo madrileño el día B. En el de los novios, la figura se agacha en señal de reverencia. Ante el de Pepa y Pepe se inclinan peregrinos fetén, de a pie. Lo ven bajo la nieve de mayo y reparan en que tiene el volante a la izquierda. Pepe lo explica: «Fue fabricado en Inglaterra, pero para un mafioso norteamericano, por eso no lo lleva a la derecha. Yo se lo compré a un millonario de Marbella». Mientras los mochileros crían ampollas, Pepa y Pepe recorren la ruta Somport-Santiago a 50 por hora, en asientos tapizados y escudados por más coches de lujo: otro Rolls, siete Mercedes y Subaru, Jaguar y BMW. Son de la asociación Automóvil Turístico y Cultural de España, de Torrelodones. La lujosa caravana podría levantar ampollas mentales entre los peregrinos sufridos, pero no: «Si hasta nos hacen fotos. No disponemos de un mes, sólo de una semana. Por eso vamos en coche», justifica Juan Luis Charroalde. Mientras aguarda en la iglesia para poner en regla su pasaporte jubilar, Almudena Carrasco confiesa cierto remordimiento: «A mí me da un poco de apuro que me pongan el mismo sello que a ese chaval», musita mientras señala a un ciclista que trae cara de colista de la etapa reina del Tour.