Al PSdeG-PSOE y al Bloque se les está haciendo cuesta arriba su nueva labor de oposición, que desempeñan tras las autonómicas del 1 de marzo. Desde la toma de posesión del Gobierno de Núñez Feijoo, el pasado 20 de abril, se celebraron en el Parlamento tres sesiones plenarias, número que coincide con los plantones de protesta protagonizados hasta el momento por las fuerzas que ejercen la labor de control del Ejecutivo.
Es más, el BNG tardó tan solo unas horas en declarar su hostilidad a la nueva presidenta de la Cámara, la popular Pilar Rojo, pues lo hizo en el propio debate de investidura del presidente de la Xunta, cuando Rojo debutó como moderadora sin mostrarse muy condescendiente a ampliar los tiempos de intervención una vez que se agotan.
La primera protesta
Pero el primer abandono de la sala corrió a cargo de las once diputadas del Grupo Socialista, gesto con que intentaron afear la intervención del conselleiro de Presidencia, Alfonso Rueda, sobre la paridad entre sexos en el seno del Gobierno.
Después vino el plantón que socialistas y nacionalistas protagonizaron en la Comisión Institucional durante la primera comparecencia del nuevo director xeral de la Compañía de Radio Televisión de Galicia (CRTVG), Alfonso Sánchez Izquierdo, que fue elegido para el cargo sin consenso político.
A esta acción le sucedió el plante del pasado miércoles, así como las protestas aireadas tanto por los nacionalistas Carlos Aymerich y Ana Pontón, que se quejan de que el PP impide con sus votos que el Bloque introduzca iniciativas para debatir en las comisiones, denuncia que también hizo suya el socialista Fernández Leiceaga, al acusar a la presidenta del Parlamento de mantener una «actitude displicente» con la oposición y los derechos de los diputados.