Pilar Lledó Real, gobernadora civil en el siniestro del «Mar Egeo» hace hoy 20 años, dice que «en seguridad no hay peor decisión que aquella que no se toma»
03 dic 2012 . Actualizado a las 14:39 h.Mantiene su sonrisa habitual y una afable conversación. Hacía unos meses que había llegado a Galicia cuando en la madrugada del 3 de diciembre de 1992 la despertaron. «Lo primero que me vino a la cabeza fue lo que se había hecho mal con el Casón y anoté en un papel lo que no tenía que hacer». Y es que a Pilar Lledó Real, entonces gobernadora civil de A Coruña, la avisaron a las cinco de la mañana de que un petrolero con 80.000 toneladas de crudo (el Mar Egeo) acababa de encallar frente a la torre de Hércules. Ocurrió hace hoy 20 años.
-¿Cómo recuerda aquello?
-Llegué en el mes de julio y lo que sabía de barcos era de cuando iba a la playa, porque yo siempre fui una chica de interior: del Ministerio del Interior y de Alcalá de Henares [risas]. Ver el barco allí clavado para mí fue impresionante. La primera vez que sobrevolamos las rías empecé a llorar. Recuerdo la actitud de toda la gente, la colaboración. Desalojamos la primera línea de Adormideras y la segunda se quedó sin moverse. Es admirable ese respeto por quienes están gobernando. Es una ciudad solidaria y ahora tengo que pensar en ello 20 veces al día para darme ánimos. También recuerdo la colaboración entre las Administraciones, no importaba el partido político.
-¿Volaban con Tito (Joaquín Ortiz de Zárate)?
-Sí, era impresionante su trabajo. Nos acercaba con el Helimer a la gente que a lo mejor llevaba horas trabajando para colocar barreras anticontaminantes y cuando parecía que lo habían logrado, el oleaje se las rompía. Bajábamos y hablábamos con ellos. Eran detalles humanos de Tito.
-¿También su lenguaje sin componendas?
-No sabía que yo lo escuchaba desde el Gobierno Civil. Estaba rescatando a los últimos tripulantes, sacó a 19, con el barco incendiado, el mar ardiendo y dijo eso de «j... se me están quemando los h...». Sentimos mucho su muerte.
-¿Aprendió mucho de esto?
-Sí, aunque después me tocó vivir la lucha contra ETA como delegada del Gobierno en Madrid.
-¿Siguió lo del «Prestige»?
-Sí, llevo diez años dando cursos de seguridad para mandos en Bogotá, México, Caracas y Guatemala. Dedico un par de sesiones a la seguridad marítima y divido la pizarra en dos: a un lado el Mar Egeo y al otro el Prestige.
-¿Cuáles fueron los errores con el «Prestige»?
-Cuando pasó llamé a Fraga y me ofrecí a gestionarlo sin que yo apareciera en ningún sitio, que saliera él en el Telediario. Sabía que lo había hecho con el Mar Egeo, salió bien y estaba dispuesta a hacerlo con el Prestige porque para mí el bienestar de la gente tiene que estar por encima de las ideologías, por eso lo hice. Fraga me dijo que no. En seguridad no hay peor decisión que la que no se toma. Eso fue horroroso con el Prestige: nadie se responsabilizaba, no había una cabeza que dirigiera aquello. Además, se había privatizado todo lo de Salvamento Marítimo y la respuesta era más lenta, había que negociar antes.
-¿Lo del «Mar Egeo» fue su peor momento en Galicia?
-Supuso un cambio radical. Fue duro, pero también fue lo de Cristalerías Álvarez y la Fábrica de Armas.
-¿Qué pasó?
-La gente de Álvarez acampó en Santiago y Fraga llamaba cada dos por tres para que los desalojara. Yo le decía que no hacían nada, el terreno era del Ayuntamiento y no había pedido el desalojo. Me llamó hasta el ministro diciendo que yo sabría lo que hacía. Un día fui a Santiago y ya no estaban. Y con la Fábrica de Armas lo arreglamos a base de hablar con el comité de empresa. Desayunaba con ellos todos los días. Mucha negociación, mucho cruasán y se resolvió sin una sola carga policial.