Las encuestas constatan que la corrupción es uno de los principales problemas del país, por detrás del paro, la crisis económica y los propios políticos, tal y como refleja el barómetro del CIS del mes de enero
17 feb 2013 . Actualizado a las 06:00 h.Las encuestas constatan que la corrupción es uno de los principales problemas del país, por detrás del paro, la crisis económica y los propios políticos, tal y como refleja el barómetro del CIS del mes de enero. Y con este marco de fondo, resultaba muy llamativo que el Parlamento gallego no le dedicara a este asunto el más mínimo debate, pese a que los escándalos asociados a la corrupción salpicaron a los gobiernos de tres ciudades gallegas, a una diputación y revuelven la trastienda de los principales partidos. La Cámara gallega se decidió por fin a levantar el velo, y lo hará creando una comisión que puede acabar convirtiéndose en un gran ventilador para airear los trapos sucios de los principales formaciones para mayor gloria, al menos por ahora, de la coalición fundada por Beiras e Izquierda Unida.
La última vez que en una sesión de control parlamentaria se intentó hablar con mayúsculas de corrupción fue en octubre del 2011, con la operación Campeón en marcha. El líder del PSdeG, Pachi Vázquez, intentó meter en el ajo al presidente Feijoo por haber recibido al empresario Jorge Dorribo meses antes de que la Xunta le autorizara un crédito del Banco Europeo de Inversiones y una ayuda del Igape. Pero enseguida cayó en esa red el exministro José Blanco, y los socialistas miraron para otro lado, como antes hizo el BNG a raíz de que el número dos del PP gallego, Alfonso Rueda, aireara los contratos firmados por el bipartito con la sociedad Carrumeiro, vinculada a cargos del frente nacionalista.
Como en un balneario
La munición disuasoria que acumulan los partidos con forma de dosieres explica de algún modo que nunca se pulsara el botón nuclear contra el rival y que el presidente de la Xunta se dedicara toda una legislatura a comparecer quincenalmente en el Parlamento como quien acude a un balneario, sin pasar grandes apuros. Porque al que abría la boca podía estallarle el cañonazo en la cara.
Así que Pablo Crespo y la Gürtel desfilaron con discreción por O Hórreo, lo mismo que la operación Orquesta o los mediáticos casos que tuvieron su punto de origen en los juzgados de Lugo.
Pero en la sesión de control del pasado miércoles quedó claro que esta legislatura no va a ocurrir lo mismo, y básicamente por la irrupción de AGE en escena. Yolanda Díaz dejó clara su intención de sacudir al Gobierno con los casos de corrupción, provocando que tanto el PSdeG como el BNG cambiaran el guion, pues sus preguntas a Feijoo aludían al paro. La constitución de la comisión de estudio sobre la corrupción en los próximos días hará el resto, aunque nuevamente va a ser el grupo Alternativa el que va a sacar mayor rédito mientras sus cargos sigan mostrando un expediente limpio. Díaz presumió en el hemiciclo de que Izquierda Unida «non ten ningún imputado» en sus filas. El día que un juez enturbie su imagen, ya será otra cosa. Y si ocurre, posiblemente los demás partidos le den la bienvenida con cava.
Era llamativo que la Cámara no le dedicara a este asunto el más mínimo debate