Los cuerpos que colaboraron en la emergencia en Santiago: «Hemos hecho nuestro trabajo»
GALICIA











Los distintos cuerpos que colaboraron en la emergencia describen lo que vivieron
03 ago 2013 . Actualizado a las 11:43 h.«Hemos hecho lo que debíamos, nuestro trabajo», explica Julián Álvarez, jefe de anestesia y reanimación del Clínico. Como muchos otros, no trabajaba la noche del 24. Un amigo lo avisó de lo que había pasado en las vías y puso rumbo al hospital. Llegó de los primeros. Hasta once quirófanos estuvieron trabajando a la vez. A las cuatro de la madrugada las operaciones urgentes habían ya acabado. Sobre lo que hicieron la noche del 24 y la madrugada del 25 el personal sanitario, los agentes de la Policía Local, Policía Nacional, Guardia Civil, Bomberos, Protección Civil, personal del 061, psicólogos del Gipce, forenses, Cruz Roja... no hacen falta palabras. Sus rostros describen lo que vieron sus ojos. Estuvieron horas y horas al pie del cañón. Cada uno en un frente, fueron los refuerzos de los vecinos de Angrois.
Cuando los agentes de policía -local y nacional- llegaron a la curva en la que descarriló el tren alertados por los vecinos la escena que hallaron era dantesca. «Había un caos absoluto. Gente gritando, un vagón desplazado de la vía, había cadáveres que habían salido despedidos, heridos, personas que deambulaban por la vía como zombis...», describe uno de los agentes del grupo de Atención al Ciudadano de Santiago que primero llegó a la zona.
Allí abajo, junto a la vía, trabajaron codo a codo con los vecinos, que llevaban ya un tiempo autocoordinándose. «¿Quién tiene mantas?, ¿quién tiene agua?, ¿quién tiene un hacha?», gritaban. También trabajaron con el resto de los grupos de rescate que llegaron a la vía. Desde Guardia Civil a bomberos, miembros de Protección Civil...
Mientras rescataban a los que habían quedado atrapados en los vagones, las ambulancias iban llegando. En una de ellas viajaba Arturo, un técnico del 061 que esa noche estaba de guardia. No le apetece hablar de lo que vio. Es revivirlo de nuevo. Solo pensar en ello hace que las lágrimas le inunden los ojos. Algunos compañeros que estaban de vacaciones aparcaron sus días libres para lanzarse también a ayudar. Esa predisposición permitió organizar turnos de refresco.
Y de la zona cero al centro Cersia, en San Lázaro, un inmueble habilitado para atender a las familias. Ana y sus compañeros del Gipce del Colegio Oficial de Psicólogos de Galicia no descansaron ni un momento. Ni ahí, ni luego en el multiusos del Sar, donde se fueron acumulando los cuerpos de los fallecidos. Su labor era dar información personalizada a las familias, además de mitigar su incertidumbre y su dolor.
Antes muchas personas habían pasado por los hospitales. «Una señora telefoneó a la centralita y dijo que había un accidente muy grande, entonces todo el personal comenzó a preparar todo. Y vino mucho personal que estaba de vacaciones o incluso enfermeras que estaban jubiladas», dice el supervisor de urgencias de tarde del Hospital Clínico, Mario Ramos. A su lado estaban también varias trabajadoras sociales. Nunca se habían enfrentado a un trabajo de este tipo, pero cómo actuar les salió de dentro. «Actúas por instinto cuando ves cosas como estas. Se viven escenas extremas, tratas de tranquilizar a los pacientes... también ves cómo a algunos les cambió el rostro cuando das la noticia de que la persona a la que buscan está en el hospital», dicen. Cada uno de estos cuerpos fue una pieza de un puzle que, completo, trató de hacer más pequeña la catástrofe.