La cúpula del partido se aferra a la teoría de la recuperación económica
21 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.Agustín Hernández, alcalde y próximo candidato popular de Santiago, es la parábola del PP gallego. Al menos de ese PP repleto de funcionarios del grupo A articulado por Feijoo. Hace medio año, Hernández fue despachado de la Xunta con una palmadita en la espalda para sofocar las llamas de Raxoi y se le puso cara como de ir al matadero. Porque lo normal -razonaría- es que un partido que logró el poder por solo 11 votos, que tuvo imputados al 70 % de sus concejales y que removió a dos alcaldes por fraude fiscal y corrupción no volviera a gobernar en años. Pero tirar la toalla no era una opción. Así que se echó a correr cada día, empezó a estrechar manos y entró en la casa de quienes sabía de antemano que eran sus adversarios. Y el caso es que ahora en el PP hasta creen que el exconselleiro tiene muchas opciones de repetir como alcalde.
En una situación similar a la de Hernández se hallan Carlos Negreira en A Coruña o Rey Varela en Ferrol, con dificultades para revalidar las mayorías absolutas del 2011, debido a la erosión que la gestión de la crisis le causó al PP en Madrid y en Galicia. Y no es diferente lo que les aguarda a Jaime Castiñeira en Lugo o al conselleiro de Educación, Jesús Vázquez, a quien el partido le tiende el puente de plata para lanzarlo a pelear por la alcaldía de Ourense. Las cuentas de momento no salen, pero Feijoo está convencido de que hay margen.
El jefe del PPdeG lo viene advirtiendo desde hace un par de meses, desde que Podemos provocó el sacudón, como lo denominarían en Venezuela, con el vertiginoso avance electoral que registraba toda cuanta encuesta se hizo en España. «Hai tempo de xogo aínda», pregonaba Feijoo a principios de noviembre, mientras llamaba a buscar «os mellores candidatos» para ganarle la batalla a esas encuestas.
En paralelo, la cúpula del PPdeG exprimió al máximo toda su capacidad en la Xunta y en el Parlamento, con una serie de mensajes y decisiones cuyo propósito es continuar cebando sin interrupción la teoría de la mejoría económica y la recuperación.
Al fin y al cabo es algo que reflejan los Presupostos para el 2015, aprobados esta misma semana, según los cuáles Galicia crecerá un 2 % y volverá a crear empleo neto, algo que no ocurría desde el 2007. Y lo refrenda también el Consello de la Xunta, creando un fondo ad hoc para reponer parte del nivel adquisitivo que le quitó a los empleados públicos desde el 2011, pues el PP es consciente de que buena parte del electorado que lo abandonó en las ciudades en las autonómicas del 2012 son funcionarios que ahora pueden poner sus ojos en Podemos.
Emigrantes retornados
La misma estrategia de reacción al desgaste, cuando quedan solo cinco meses para las elecciones municipales, salpica a otras muchas decisiones. Solo en esta última semana fue posible ver cómo la conselleira de Facenda tomó la iniciativa para devolver el dinero de las sanciones y recargos cobrados a los emigrantes retornados, a imagen y semejanza de lo que hizo con los preferentistas, o a la conselleira de Benestar lanzando un plan, que todavía habrá que concretar, para combatir la pobreza.
A modo de colofón, el propio Feijoo supo llevar a su terreno las buenas noticias de Citroën para Vigo o las gestiones hechas en Madrid para evitar el cierre de Alcoa. Y entretanto el Parlamento, la única instancia, aparte de la judicial, donde Feijoo es puesto en apuros por sus amistades o por los casos de corrupción, baja la voz y echa el candado hasta febrero, dándole al PP margen para hacer como Agustín Hernández, correr y correr, y evitar algo enfrente que le pueda parar los pies.