Antonio Maroño: «La gente gasta 12.000 euros en una cocina y no en una dirección de obra»

maría santalla REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

PACO RODRÍGUEZ

Cree imprescindible transmitir a la sociedad la importancia de la arquitectura

17 may 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Antonio Maroño (A Coruña, 1965) no deja de recibir felicitaciones mientras desgrana sus proyectos para los próximos cuatro años. Los votos de los arquitectos gallegos lo han reelegido esta misma semana como decano del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia (Coag).

-Los arquitectos influimos mucho en la vida de las personas, y somos muy conscientes de ello. Desde los estudios de arquitectura y desde los colegios trabajamos mucho para la sociedad, y creo que nos merecemos que la sociedad nos devuelva un poco. El reconocimiento que tenía un arquitecto en los 80 no es comparable al que tenemos ahora. No somos peores, todo lo contrario, pero es como si el prestigio de la profesión cayera solo porque somos muchos. Mi intención es que el colegio sea el vehículo para que la sociedad vuelva a reconocer el papel de los arquitectos.

-Galicia tiene fama de descuidar su arquitectura, ¿es así?

-La gente lo hace lo mejor que puede, pero hay que decirle lo que está bien y lo que está mal. La calidad de la arquitectura tiene que llegar a la gente, y si la sociedad la pide, la Administración responderá a lo que pide la sociedad. Si tú consigues que se aprecie la diferencia de calidad, entonces la gente sabrá por qué paga. Por eso es muy importante esa iniciativa del Proxecto Terra que impulsó Rosales, que ya no va a estar en la junta directiva, pero que seguirá llevando ese proyecto. Ahora mismo hay en todos los niveles de educación obligatoria unidades didácticas relacionadas con la arquitectura, el urbanismo y el paisaje.

-La gente tiene la sensación de que es caro encargar a un arquitecto el proyecto de su casa.

-Pero si es todo lo contrario. Esa idea viene de unos momentos en los que se pasó a exigir arquitecto para todo pero no había suficientes arquitectos. Un proyecto unifamiliar lo están haciendo por 3.000 o 4.000 euros, cuando si le dedicas tiempo tendría que ser el triple, pero a la gente no le duele gastarse 12.000 euros en muebles de cocina y sí le duele gastárselos en la dirección de obra, que se supone que es para toda la vida. Transmitir eso es muy complicado, pero ese es el empeño. La gente tiene que ganarse la vida dignamente.

-Las Administraciones también son un nicho de trabajo.

-Las Administraciones necesitan contar con los arquitectos de un modo casi obligatorio. Creo que esa conciencia de las Administraciones también existe, pero está condicionada por la crisis. Desde hace unos años, las contrataciones de la Administración están orientadas hacia las mejores ofertas, basándose en lo económico, y en actividades como la nuestra eso es claramente contraproducente. Lo que te cuesta un proyecto y una dirección de obra es menos del 5 % de la obra, y de que ese trabajo sea bueno depende la calidad. Primando la oferta económica puedes conseguir que ese 5 % sea el 3 %, pero la repercusión en la calidad de lo proyectado alcanza el 15 o el 20 %, o incluso más.

-Dice que la gente tiene que ganarse la vida dignamente, ¿hay arquitectos que no lo hacen?

-Contratar la consultoría técnica primando la baja económica favorece el dumping, porque hay gente trabajando por debajo de coste, gente contratando en condiciones de semiesclavitud, profesionales muy formados a los que se les ofrecen salarios de dos euros la hora, cuando tú contratas a alguien para limpiar tu casa y le pagas 7, 8 o 9 euros la hora. Quien trabaja en un estudio tiene que ganar eso, y desde la Administración tienen que poner los medios para que eso ocurra, y lo que tienes que exigir de vuelta es calidad. Desde el año pasado hay un convenio nacional de oficinas de ingeniería y arquitectura y no creo que nadie vaya a plantearse tener un técnico superior que gane menos de mil euros.

«Los estudios extranjeros se dan de bofetadas por arquitectos en prácticas españoles»

Maroño cree que los colegios de arquitectos tienen que trabajar para luchar contra el intrusismo y aunar esfuerzos para promover proyectos de investigación y de internacionalización.

-Ahora mismo está el decreto que desarrolla el informe de evaluación de edificios, que incluye la certificación energética. Profesionales de otras ramas reclaman poder hacerlo, pero aplicado a los edificios. Es como si los veterinarios o los biólogos reclaman poner vacunas. ¿Cómo se le ocurre a una sociedad que eso lo puede hacer una persona que no sea un arquitecto? En el terremoto de Lorca, lo que contaban quienes lo vivieron es que la gente salía a la calle a gritos pidiendo un arquitecto, porque es el profesional que puede salvar tu patrimonio. Cada uno lo suyo

-¿Encuentran trabajo los arquitectos jóvenes?

-Estos días intentaba hablar con los chavales jóvenes para animarlos a participar y alguno me decía: «Mira, es que mis amigos o no están colegiados o están en el extranjero». Tenemos profesionales súper preparados, los estudios europeos se dan de bofetadas por arquitectos en prácticas españoles, porque les resuelven muchísimas cosas.

-Cuando llegó al colegio hace dos años, este estaba al borde de la desaparición, ¿se ha superado esa crisis?

-Podemos estar pensando en todo esto porque el colegio sigue existiendo. Nosotros nos presentamos para salvar económicamente el colegio. Lo hicimos, porque no se hundió. Pero no está todavía funcionando de una forma lo suficientemente ágil y económica. Cuando mejore la situación económica eso se va a notar, pero lo que tenemos que tener es una estructura que no esté afectada por eso.