Las gasolineras eluden situarse a pie de autovía por el riesgo económico de las concesiones

Pablo González
pablo gonzález REDACCIÓN / LA VOZ

GALICIA

Áreas de servicio en las autovías
Ayerra

Rutas que utilizan los gallegos, como la de la Plata, solo tiene una estación de servicio en sentido estricto en 800 kilómetros

17 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El caso de la autovía del Cantábrico, con 200 kilómetros sin áreas de servicio entre Avilés y Baamonde, evidencia a la perfección el problema de la escasez de áreas de servicio en las autovías recientes. Pero no es una excepción. En las grandes rutas que parten desde Galicia hacia distintos puntos del país destaca sobre todo la autovía de la Plata (A-66), utilizada por muchos gallegos para ir a Andalucía. En esa vía, de más de 800 kilómetros, solo existe un área de servicio en el sentido estricto -con accesos directos desde la autovía, sin rodeos, y de uso exclusivo para los usuarios de la vía-, precisamente en el último tramo abierto entre Benavente y Zamora, en el kilómetro 23, un estación de servicio que se construyó en paralelo a la obra de la autovía como parte de la concesión general.

Pero es una excepción. Las autovías consolidadas como la A-6 suelen tener más áreas de servicio, más numerosas cuanto más cerca de Madrid. Este no es el caso de la A-52, con 200 kilómetros sin gasolineras desde Ourense. Las autovías recientes, en cambio, solo disponen de espacios vacíos para estos servicios hasta que alguien decida instalarse y asumir el riesgo económico de la concesión.

¿Cuál es el problema? Aunque pueda parecer lo contrario, estas concesiones públicas no suelen ser un negocio rentable. Julio López, de la Federación Gallega de Estaciones de Servicio, explica que, al tratarse de una concesión, «la explotación tiene un límite de tiempo y la inversión es muy alta, de varios millones de euros si hay que hacerla en los dos sentidos o hay que construir un puente si solo se construye una. Los accesos también corren a cuenta del promotor». La crisis empeora este contexto y los concursos quedan desiertos. El límite máximo de concesión son 50 años y el sector constata que a menudo no da para amortizar la inversión inicial si el tráfico es bajo en este tramo concreto. «Por eso las empresas prefieren situarse en los aledaños a la autovía, en un terreno de su propiedad que pueden explotar sin límite», asegura.

Esto explica la escasez de áreas de servicio a pie de autovía. Incluyendo las que están más próximas a la vía de la Plata se puede circular durante más de 255 kilómetros sin poder llenar el depósito, como sucede entre el área de La Maya y Mérida. Esto contrasta con las autopistas de pago de Portugal, que cuentan con estaciones de servicio a una media de unos 50 kilómetros de distancia. Esta regularidad se echa de menos en las autovías gallegas y españolas, con mucha concentración en determinadas áreas y ninguna gasolinera en zonas muy amplias.

La Ley de Carreteras prevé que la Administración facilite la existencia de estaciones de servicio, de ahí que en los proyectos figuren áreas reservadas a este uso. Pero es el mercado el que tiene la última palabra. «A menudo son las grandes marcas las que optan a la concesión si en esa zona no tienen ninguna gasolinera, para cumplir el compromiso de abastecimiento con los clientes que tienen la tarjeta de esa entidad», explica.