Su variedad negra es un potente atrayente utilizado por los apicultores para la fabricación de sus trampas caseras
18 may 2016 . Actualizado a las 17:57 h.La avispa velutina se muere por la cerveza negra. Literalmente. Los muestreos realizados en el marco del proyecto de investigación liderado por la Universidad de Vigo y realizado por la Sociedad Galega de Apicultores (AGA) revelan que a estos insectos les encanta esa bebida, hasta tal punto que «si se deja un recipiente de cerveza negra en un punto, en pocos días estará rodeado de avispas», afirma Xosé García Pazos, coordinador del estudio en A Coruña. Así, Pazos asegura que la campaña de retirada de nidos -que ha comenzado con ligero retraso debido a las malas condiciones meteorológicas- comienza a arrojar cifras significativas. Pero la más alarmante es, sin duda, la de Dorneda. «Allí se capturaron 136 reinas con trampas. Eso es una barbaridad», indica el apicultor.
La razón por la que sus esfuerzos se dirigen a la caza de reinas es clara: nos encontramos en la época en la que comienzan a gestar los nidos primarios que luego dan lugar a las colonias de velutina. «Los que hacen ahora suelen estar en lugares resguardados, como casas o galpones. Después los abandonan y se trasladan a lo alto de los árboles», asegura el experto. En definitiva, los apicultores estudian qué trampas y atrayentes son más efectivos y selectivos con la avispa velutina. «Hay dos clases de trampas, las comerciales y las caseras. Las comerciales, de las que existen dos modelos muy parecidos, traen sus propios atrayentes y son una especie de recipientes transparentes con una pequeña entrada para la avispa. Una vez dentro, intenta salir a golpes y acaba muriendo agotada o ahogada por el propio líquido», explica Pazos, que añade que la casera está ideada por ellos mismos: «Cortamos una botella de agua mineral y hacemos un embudo, poniendo la parte superior al revés de forma que el cuello de la botella queda dentro. La avispa entra y se encuentra con el líquido». Es esta una solución fabricada por ellos mismos con una receta que, cómo no, contiene cerveza negra: «Lleva vino blanco, cerveza negra y zumo de arándanos», revela el apicultor. Algunos de los atrayentes comerciales, que presentan olores artificiales igualmente azucarados, llevan también algo de alcohol e incluso feromonas de las propias avispas para que acudan a su llamada. Todas las trampas se cuelgan de un árbol a la espera de cazar reinas. El objetivo del proyecto no es otro que sacar conclusiones claras acerca de cómo matarlas de la manera más efectiva posible. En este sentido, el coordinador de A Coruña apunta que se encuentran en la segunda fase de recogida de muestras. «Las enviamos todas a Sandra Rojas, doctora en Biología de la Universidade de Vigo, que es quien lidera el proyecto. Lo hacemos para que cuenten con ellas de forma rigurosa y no se produzca ninguna alteración ni manipulación», explica el experto.
En busca de datos concluyentes
Si bien envían cada muestra que recogen, los apicultores apuntan que por el momento «todavía no hay datos concluyentes. Sí comprobamos alguna cosa curiosa, como por ejemplo que una de las trampas comerciales funciona mejor con el atrayente de otra de la competencia». Asimismo, está previsto que los primeros resultados se presenten a principios de junio en la Mostra Galega de Apicultura, que se celebrará en Arzúa.
Otro de los objetivos de los expertos radica en que los concellos se impliquen en la retirada de los nidos, adhiriéndose al acuerdo existente entre la Xunta y la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp). De hecho, el delegado territorial de la Xunta en A Coruña, Diego Calvo, entregará trajes específicos a representantes de 31 municipios de la provincia antes de la celebración de una jornada formativa sobre el control de la avispa asiática. Cabe destacar que Protección Civil de Oleiros, uno de los municipios más activos en el área coruñesa, ha retirado ya un total de 15 nidos desde finales de marzo. Los efectivos de Cambre hicieron lo propio con nueve primarios y cuatro reinas, mientras que los de Culleredo eliminaron cuatro nidos. Unos datos que contrastan con los de otros concellos como Miño, donde los voluntarios indicaron que no han recibido el curso pertinente.