«Sé que voy a hacer animación»

Sara Carreira Piñeiro
sara carreira MONDARIZ / LA VOZ

GALICIA

Oscar Vazquez

Trescientos niños de 18 centros públicos pasan una semana practicando diferentes materias científicas

02 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

«Ya tengo un hobby». Lía, estudiante de primero de ESO del IES de Ortigueira, tiene claro que la ciencia le va a deparar desde ahora muchas horas de entretenimiento. Y de trabajo, porque ya sabe a qué se va a dedicar: «Me parecía que quería hacer animación, pero después de esta semana, lo sé seguro». Eso también le ocurre a otro niño del mismo centro: «Me gustaba este mundo [la programación] pero no sabía cómo era y no tenía a nadie que me enseñase».

El objetivo de la Consellería de Educación, pues, parece cumplido: despertar las vocaciones científicas que, según numerosos estudios, se dan entre los 10 y 12 años, cuando se decide si uno es de letras o ciencias. Lo dice Enrique Saavedra, socio de Vermislab, la empresa de innovación que se encarga de impartir los campus científicos.

Estos son una apuesta de la estrategia Edudixital 2020, el programa autonómico para modernizar a Galicia por donde más importa: la educación. Son muchas las ramas de este proyecto: dotación de impresoras 3D a todos los institutos, creación de asignaturas de libre configuración, cursos de formación para los profesores, clubes de ciencia, concursos... y ahora la semana STEM (siglas de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas en inglés). Empezaron este año y participan 300 alumnos de 18 centros públicos, que envían a clases de entre 5.º de primaria a 2.º de secundaria. Se prima que sean de zonas rurales y que haya muchas niñas (de hecho, hay paridad en el campamento).

El balance no puede ser más positivo, al menos según lo que dicen los monitores y los alumnos de esta semana (de Ortigueira, Cedeira y Monfero). Hay ideas comunes en todas las clases (los 50 alumnos semanales se dividen en cinco grupos con dos profesores cada uno), como que el campamento es una experiencia irrepetible, programar es más fácil de lo que esperaban, los amigos que se hacen lo serán para siempre y la ciencia es muy divertida.

Soldar, un descubrimiento

Hay tres momentos estrella: hacer un microscopio digital, soldar placas («al principio no se atreven, pero después...», reconoce Saavedra) y programar los robots. Es difícil que un alumno no elija algo de lo anterior como su momento más emocionante. «Mola mirar por el microscopio y ver esos mundos diminutos», dice un estudiante de Cedeira, y un alumno de Monfero asegura que está deseando tener una impresora 3D para «hacer carcasas para el mando de la Play».

Parte del material que han creado se lo van a llevar a casa. «La idea se la explicamos a los padres cuando vienen el primer día -comenta Enrique Saavedra- y es que esto que han aprendido y hecho [el campamento sigue la filosofía maker] no termine aquí, sino que continúe en el colegio y en casa». Son cosas sencillas las que se llevan: piezas pequeñas para ensamblar de mil formas hechas en 3D («iba a pedirme una nave de Lego -dice un participante- pero voy a pedir una impresora 3D a los Reyes y me hago las piezas como a mí me gustan»); un botón para conectar al ordenador (o consola) y ejecutar la orden que se desee; o incluso el microscopio digital.

Los monitores, por su parte, no dan crédito a lo que viven: «Tienes una idea, y ellos la multiplican por diez», dice Juan Carlos; «sorpréndeme a súa capacidade para aprender, porque é unha semana moi intensa», apunta Carmela; «tienen un enorme interés por la tecnología», según Cati; o «preguntan cousas que non esperas», reconoce Cristina.