El Camino se anima en Nájera: En 50 kilómetros es posible conocer a peregrinos de ocho nacionalidades diferentes
03 ago 2018 . Actualizado a las 21:04 h.El odómetro digital que Senén lleva en su bici marca 188 kilómetros. O sea, ya solo nos quedan 562 hasta Santiago. La noche ha sido larga. O corta: para un peregrino que sale de un albergue a las ocho de la mañana, siempre es relativo. Para quien ha sido eterna es para Ryan, Marti y Kevin. Son ingleses y hoy aún lloran la eliminación del Mundial de Rusia. A su lado, pone la nota sonriente Laura, de Dinamarca: «¿Te puedes creer que incluso en el Camino los chicos solo hablan de fútbol?», nos alerta. Ellos acabarán hoy su etapa a pie en Nájera. Nosotros llegaremos a dos ruedas más lejos, hasta Santo Domingo de la Calzada.
En Nájera, tras 22 kilómetros de pedal, nosotros también paramos para el tentempié. Lo hacemos en el primer bar, en cuya terraza se reparten en mesas peregrinos de varias nacionalidades. Stevano Amabili y Davide Lazzari le cuentan al danés Ditlev Frisch que su Camino será más largo. Stevano forzó tanto sus pies, llegando incluso a los 40 kilómetros diarios (10 menos que nosotros y casi el doble que la media de los caminantes) que han dicho basta. De la rozadura a la infección solo hay un paso: «Mejor parar dos días que no llegar nunca».
Todos somos najerinos
No tardamos en llegar al centro de una localidad que hasta entrado el siglo X no fue jacobea. Antes solo existía el Camino Primitivo. Pero la reconquista de los reinos cristianos permitió a los reyes Sancho III el Mayor y Alfonso VI de León ampliarla. Desde entonces sus vecinos conviven con los ruteros. «Aquí sois najerinos», me explican dos mujeres recién salidas del súper. De hecho hay lugares en los que son más los forasteros que los autóctonos. Es así este mediodía en cada calle marcada con la flecha amarilla. Victoria Pérez, de Barcelona; Óscar Pinzón, colombiano, y Fabrice, parisino, son buena muestra de ello. Son a los único que vemos en la subida que afrontamos a la salida de esta villa riojana. «Somos como el chiste: van una catalana, un francés y un colombiano... ¿Sabes?», cuenta Victoria. Todos son novatos y es su primera vez en esta ruta jacobea. «Dios puso el Camino, nosotros lo recorremos», dice Óscar. A Fabrice le puede el espíritu, pero sacia caminando su afán aventurero: «Es duro con mis 50 años, pero ¿a quién no le gusta marcarse metas?»
Tras cuatro etapas estamos comprobando que a Santiago no hay un recorrido, al menos por ahora, sin desniveles. Aún no hemos llaneado de forma plácida en las bicicletas. Claro que sabemos que por carretera llegaríamos antes, pero perderíamos paisaje y paisanaje. Y a eso ni Senén ni yo vamos a renunciar. Despedirnos de La Rioja va a ser largo. Al menos sobre el mapa. Por primera vez haremos más de 50 kilómetros. Y llegaremos a Castilla y León.
«Somos celtas y acabaremos en otra nación que también es celta»
Mary y Dirmot McManaus son un matrimonio irlandés que no desconecta en vacaciones. Al menos de la familia. «Somos siete familiares en total los que hemos venido a hacer el Camino, solo nos juntamos al final de la etapa para comer y beber». Se ríen cuando les digo que así es mejor soportarse entre ellos. A su lado su primo Jerry exclama tras oír el nombre de nuestro periódico: «¡Galicia, Galicia! Somos celtas y acabaremos en una nación celta», exclama antes de desayunar en Logroño. Antes de la cafetería a la que se dirigen paran en un monumento dedicado a los peregrinos en la capital riojana. Estamos seguros de que los móviles de los peregrinos necesitan más memoria interna que los de muchos otros.
«Soy católico, aunque por encima de todo está el reto del Camino»
Los tres se llaman Kim, que allí vendría a ser como aquí en España Pepe. Tres amigos surcoreanos a los que no les mueve más fe que descubrir un país, España, del que varios amigos que han viajado aquí, les han hablado maravillas. Uno de ellos se reconoce religioso, pero prioriza: «Soy católico, pero por encima de todo está el reto».
Tan solo uno de ellos habla con fluidez el inglés, el que podríamos decir que es el idioma oficioso del Camino. Quizás eso explica que, pese a que la nacionalidad surcoreana sea una de las más numerosas, apenas se relacionen con peregrinos de otros países. Si su pretensión es ver mundo, han acertado: «España es preciosa», aseguran.
un viaje al pasado
Cerros densamente ocupados en la prehistoria reciben al peregrino
Nájera es una pequeña localidad riojana a la que llegamos a través de pistas salpicadas de peregrinos y donde la tierra tiene un color rojizo que no me resulta familiar. En su composición están los nutrientes que hacen crecer con vigor las cepas que hemos ido contemplando. Un color, ese rojo marciano, que circunda Nájera. Sus cerros envuelven por completo una localidad en la que hoy parecen ser más los foráneos.
Apenas rebasa los 8.000 habitantes, pero las excavaciones arqueológicas acreditan aquí la existencia de viviendas en las rocas desde la Edad de Bronce (hace 3.000 años). Si uno desea hacer una parada imaginándose la actividad de aquel entonces, cuenta con un parque cerca del puente del río Najerilla para hacerlo. El caminante tampoco debe perderse el monasterio de Santa María la Real. Las cercanas plazas de Navarra y España completan una fugaz pero, a la vez, amena visita.
Mañana, quinta etapa Santo Domingo de la Calzada-San Juan de Ortega.
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