El desembarco de la cofundadora de Podemos torna las primarias gallegas en problema nacional
07 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.En los agradecimientos que abren la tesis doctoral de Pablo Iglesias cita a uno de sus alumnos, Íñigo Errejón, al que dice haber conocido comiendo pan con azúcar en la tienda de chuches. También son mentados profesores como Juan Carlos Monedero, el vigués Raimundo Viejo, hasta siete veces, o la compostelana Carolina Bescansa, a quien el líder de Podemos llama «comandante con todos los galones», cuyas capacidades e inteligencia no dejan de impresionarle. La tesis tiene diez años. Iglesias y Bescansa llevan ahora seis meses sin dirigirse la palabra, desde que el politólogo supo del plan de ella para moverle la silla.
A raíz de esto último, la comandante fue despojada de galones, silenciada y relegada a la tercera fila del Congreso para abocarla a dimitir. Pero resistió. Y al cerrársele la puerta en Madrid, abrió la ventana inscribiéndose en Podemos Galicia para pelear por la secretaría xeral. Le cayeron tantas críticas como las que recibió Manuel Fraga cuando en 1989, tras sucesivas derrotas, convirtió Galicia en destino político, dándole a Aznar un relevo «sin tutelas ni tu tías». A Fraga no le fue nada mal. A Bescansa está por ver.
Iglesias no puede permitirse perder la única comunidad histórica que le resta Lo que es evidente es que el retorno de la cofundadora de Podemos a su tierra natal le da una dimensión mucho mayor a la batalla gallega. A Pablo Iglesias ya se le escaparon al control territorios clave como Andalucía y Cataluña. Y en el País Vasco pinchó también la candidata pablista, María Valiente, frente a un Lander Martínez que, por ahora, templa gaitas con Madrid. Así que el núcleo irradiador no puede permitirse perder la única comunidad histórica que resta, Galicia, donde el huracán Bescansa puede complicar lo que prometía ser un paseo triunfal para el abanderado de Pablo Iglesias en la zona noroeste, el diputado coruñés Antón Gómez-Reino.
Contra la dirigente compostelana se ha formado una coalición de intereses de muy distinto pelaje. Están Gómez-Reino y todos los pablistas, pero también errejonistas como la congresista Ángela Rodríguez o anticapitalistas como la diputada autonómica Paula Quinteiro. A esta alianza se suman, ya fuera de la órbita de Podemos, buena parte de Esquerda Unida y de Anova y los llamados alcaldes del cambio, los de A Coruña, Santiago y Ferrol, pues en la coalición formada para detener a Bescansa coinciden casi todos los perfiles que dentro de En Marea militan en el sector crítico con Luís Villares.
La batalla de Podemos se va a convertir también en un pulso entre dos formas de entender Galicia. Bescansa se envuelve en la bandera galleguista y sus detractores critican que solo piense en Galicia como plan B para mantener una posición política.
En el fondo, Galicia les importa lo justo a unos y otros. El propio Pablo Iglesias la ve como tierra domesticada, que le permitió destituir con un correo electrónico el primer secretario xeral, Breogán Rioboo, o desautorizar con un tuit a los inscritos de Podemos, obligándolos a aceptar las condiciones para confluir con En Marea. Hay mucho aderezo en estas primarias. Madrid está muy atenta a la meteorología gallega, pero está por ver si una gran coalición es suficiente para parar un huracán.