El alumnado está descontento con la vaguedad y la falta de compromisos firmes con la que se han tratado temas que para ellos son líneas rojas
08 nov 2019 . Actualizado a las 08:59 h.El tercer día de huelga en la Facultad de Medicina ha sido un compás de espera. La asamblea, que terminó de madrugada, decidió que los avances alcanzados en la comisión permanente, de la que salieron con un documento firmado por decanato y representantes de departamentos, eran «suficientemente importantes» como para dedicar una jornada de reflexión. En esa jornada, una representación de los alumnos ha consultado con asesores legales y además, el Rectorado ha convocado a todas las partes implicadas en el conflicto a una reunión a las 14.30 horas. El alumnado ha reclamado la representación de diversos vicerrectores y además habrá una representación de la facultad.
Previamente, se ha convocado una asamblea a las 9 de la mañana en el aulario del hospital, en la que se darán los últimos retoques al documento de reclamaciones de los estudiantes. La asamblea en la que se debatió el compromiso hasta la madrugada reveló que los estudiantes están descontentos con la vaguedad con la que se han abordado temas que para ellos son líneas rojas.
La propuesta firmada en la comisión permanente no asegura que en aquellas asignaturas en las que se exige un 7 para aprobar sea un 7 (y no un 5, como ha venido ocurriendo) la nota que se traslade al expediente, algo que deja en desventaja al alumnado de la USC a la hora de competir por becas, por ejemplo. Tampoco están de acuerdo con la indefinición con la que se abordó la homogeneidad entre la materia que imparten distintos profesores. Dentro de una materia, y dependiendo del grupo, los contenidos se abordar de manera distinta según el profesor, que también tiene libertad para confeccionar el examen y elegir los criterios de evaluación. Según denuncian los estudiantes, una asignatura puede ser mucho más difícil de aprobar dependiendo de si están en el grupo A o D, por ejemplo, y quieren que se establezcan criterios igualitarios. La facultad les ha dicho que no puede hablarse de igualdad, sino de equivalencia de dificultad. Para ellos, el término equivalencia es demasiado vago.
La tercera cuestión es la de la descentralización de la práctica clínica que se realiza en quinto en atención primaria. Hasta ahora, los estudiantes se repartían entre centros del área sanitaria de Santiago, y eso significa que a veces tienen que desplazarse incluso hasta Barbanza, costeándose ellos el desplazamiento, que a veces no es posible en transporte público porque no hay conexiones disponibles. Reclaman poder elegir centros de salud por toda la comunidad, con lo que durante el período de prácticas podrían residir en el domicilio familiar y no tener gastos. La propuesta de la comisión permanente fue un sistema por el que ellos deben conseguir un tutor en el centro de salud que prefiera el alumno y que a partir de ahí se ponga en marcha la maquinaria administrativa para firmar un convenio. Ven el sistema «pouco eficiente» y además creen que hace recaer sobre ellos la responsabilidad de buscar los centros de prácticas.
Finalmente, también creen hay demasiada indefinición en la propuesta para reducir la presencialidad y quieren repasar cómo está la normativa en este sentido para que su propuesta se asiente sobre las bases más solidas posibles.
La representación estudiantil que participó en una reunión a tres bandas el miércoles (alumnado, decanato y departamentos) salió con un documento firmado con una serie de compromisos que intentaban poner remedio a buena parte de las grandes problemáticas que denunciaban, entre ellas la excesiva presencialidad, los problemas con la descentralización de la práctica clínica de quinto en atención primaria y el solapamiento y la sobrecarga horaria que sufren, así como el criterio de exigir un siete para aprobar y que ese siete se traslade a un cinco en el expediente.
Mientras, el decano, Julián Álvarez Escudero, insistió esta mañana en que no les falta razón en parte de sus reivindicaciones y que ayer habían redactado un documento «con el que yo estaba feliz, poniendo por delante plazos de revisión y con el Rectorado detrás». Ese es el documento sobre el que está reflexionando hoy el colectivo estudiantil. «Yo, como siempre, estoy a su disposición», explicó. «No tengo ningún inconveniente en que me pregunten lo que consideren».
Preguntado sobre las denuncias que hacen sobre comentarios machistas, homófobos, racistas y transfóbicos por parte de profesores de la facultad, Álvarez Escudero afirmó que hay «tolerancia cero con la falta de respeto» y que esas situaciones deben ser denunciadas, incluso pasando directamente a los órganos de la USC. Se mantendrá la confidencialidad, «pero no nos podemos mover por denuncias anónimas».
Mientras, han empezado a surgir otras asambleas en diversas facultades y ya han comenzado a organizarse en Maxisterio, Bioloxía, Políticas, Ciencias da Comunicación, Matemáticas y Farmacia para hacer oír sus reivindicaciones. Y varios docentes de la facultad han mostrado su apoyo público a la movilización estudiantil, así como el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina.
Pasadas las nueve de la noche de ayer, se abrieron las puertas del decanato y de él salieron los asistentes a otra jornada maratoniana de negociación. Parecía que había acuerdo. Pero no estaba todo resuelto, ya que tras esta agotadora jornada de reuniones y votaciones, que empezó a la una y media de la tarde y continuó con una asamblea estudiantil, los alumnos decidieron, ya de madrugada, continuar con la huelga.
El acuerdo inicial proponía medidas como el control del absentismo docente, que el propio decano admitió que había repuntado en los últimos tiempos. Ante una ausencia, el coordinador de la asignatura debería garantizar que otro docente se haga cargo de esa clase.
Las medidas a medio plazo (que se revisarían cada seis meses) incluirían una reducción de la presencialidad de las asignaturas el próximo septiembre. Según explicaron en la asamblea, el compromiso sería que no supere el 40 %, que según los cálculos estudiantiles supondría una reducción de unas diez horas a la semana. Los estudiantes se comprometerían a presentar en dos semanas un documento con todos los solapamientos que hay de materias para que decanato y departamentos puedan empezar a trabajar sobre ello. También se incluiría en lo pactado una reducción de las horas extras que se están impartiendo en algunas materias.
Otro compromiso sería que no haya un solapamiento entre las materias más conflictivas, es decir, las que tienen una mayor tasa de repetidores, en cursos consecutivos.
Entre las medidas a largo plazo (habrá controles anuales de los cumplimientos) estaría la revisión del plan de estudios, una posibilidad que ya apuntó el decano al inicio de la huelga. Esa revisión se completaría en un plazo de tres a cinco años, porque los trámites burocráticos son largos.
Otra de las peticiones sería que en aquellas asignaturas que necesitan un 7 para aprobar este se traduzca como tal en el expediente, y no en un cinco como hasta ahora. Se consultará a la secretaría xeral de la USC si ese sistema de evaluación se ajusta a la normativa.
En cuanto a las prácticas de quinto curso, la facultad es proclive a abrir un sistema de descentralización en el que los alumnos puedan proponer tutores en centros de salud en toda Galicia, de modo que se abra un proceso de convenio por el que se habilite esa plaza.
Una cacerolada multitudinaria
Lo que hubo este miércoles en la Facultad de Medicina de la USC fue, sobre todo, ruido. El de cientos de estudiantes que, de riguroso negro, protagonizaron una multitudinaria cacerolada para seguir reclamando cambios profundos en la organización de la facultad. A las 12.30 horas, era imposible escuchar nada más que «decano, escoita, Medicina está en loita» en todo el centro. El ruido llegaba incluso a las cafeterías al otro lado de la rúa de San Francisco, a pocos metros de la Catedral.
La cacerolada sirvió de preludio a la reunión de la comisión permanente de la facultad, en la que estaban representados los departamentos, que tienen buena parte de las competencias sobre las principales reivindicaciones estudiantiles. Convocada para las 13.30, a partir de las 13 horas comenzaron a desfilar por el pasillo creado por cientos de estudiantes los miembros de la comisión. Aquellos que no apoyan sus reivindicaciones eran recibidos con el más absoluto silencio, mientras que las delegadas de cada uno de los cursos fueron vitoreadas a su llegada, al grito de «forza delegados».
No fue el primer encuentro entre el decanato y los responsables de los departamentos esta semana. El lunes, a 24 horas de iniciarse la huelga de estudiantes, el Rectorado convocó una reunión para «crear un espazo de diálogo entre as partes implicadas directamente co obxectivo de acordar solucións». Ese diálogo continuó.
Hace años que la situación está ahí, pero ahora, el alumnado de Medicina de la USC ha dicho basta. Desde el martes mantienen una huelga y en un encierro en la facultad para reclamar cambios profundos en la organización de sus estudios, para que la carrera no tenga que ser «unha tortura». Ya han recibido el apoyo desde otras universidades.
Además, durante toda la jornada, numerosas personas han ido mostrando su apoyo público a la movilización estudiantil, entre ellas profesionales del ámbito de la salud, artistas y también representantes políticos.
El decano ha reconocido desde un primer momento que comparte buena parte de las reivindicaciones.