La coalición entre el PSOE y Unidas Podemos facilitaría la formación de una alternativa al PPdeG tras las gallegas
16 dic 2019 . Actualizado a las 11:18 h.Pocas veces se ha visto a Alberto Núñez Feijoo pronunciarse de manera tan clara en torno a asuntos que afectan a la política nacional como lo está haciendo ante la posibilidad de un pacto entre el PSOE y ERC que propicie un Gobierno de coalición entre los socialistas y Unidas Podemos. La contundencia y locuacidad del presidente de la Xunta la hora de plantear que Sánchez debe buscar un acuerdo alternativo con el PP, en contra de la doctrina oficial de Pablo Casado, no se debe solo a que vaya por libre respecto a las directrices de Génova, sino también al hecho objetivo de que él mismo se juega mucho en el envite.
En el caso más que probable de que los independentistas catalanes consigan cesiones suficientes por parte de Pedro Sánchez como para abstenerse y dar vía libre a su investidura a mediados de enero, las elecciones gallegas, que deberían celebrarse a finales de septiembre del 2020, se verían afectadas de lleno y serían, siempre que no haya un adelanto electoral en Cataluña (que en todo caso tendría sus características propias), la primera gran prueba a la que se sometería ese Ejecutivo de izquierdas aliado con las formaciones independentistas.
Frente al criterio de algunos dirigentes populares de que ese pacto, rechazado por muchos votantes socialistas, reforzaría al PP ante un hipotético fracaso de ese Gobierno de izquierda, la consumación de ese acuerdo pondría en aprietos a Feijoo porque daría carta de naturaleza a una alianza equivalente en Galicia entre el PSdeG y todo el resto de fuerzas de izquierda y nacionalistas. Aunque ahora todo el foco está puesto en ERC, para que Sánchez gobierne es necesario que además alcance un pacto con el PNV y también con el BNG, cuyo único voto puede ser decisivo. Un acuerdo que por una parte garantizaría a los nacionalistas vascos la gobernabilidad en Euskadi tras las próximas elecciones si no alcanzan por sí mismos la mayoría absoluta, pero que allanaría también la formación de una coalición de Gobierno alternativa a los populares en Galicia si a Feijoo no le dieran los números en el caso más que probable de que opte a un cuarto mandato.
Al contrario que en los pasados comicios autonómicos, el PNV no tendría motivos para forzar un adelanto electoral en el País Vasco que arrastraría a Feijoo a convocar las gallegas en la misma fecha, por lo que todo indica que ambas se celebrarían a la vuelta del verano. Si esos comicios llegan con un Gobierno consolidado entre el PSOE y Unidas Podemos en Madrid, la formación de una alianza alternativa al PP en Galicia entre el PSdeG, Podemos, el BNG y lo quede tras la reordenación de lo que fue En Marea estaría garantizada si suman los escaños suficientes. Feijoo lleva tiempo trabajando para poner palos en las ruedas de ese posible carro en Galicia, y de ahí que, más allá de su convencimiento de que el Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos sería «letal» para España, se haya convertido en el máximo defensor de que los populares faciliten la investidura de Sánchez si el líder del PSOE renuncia a pactar con Iglesias y ERC. Aunque se antoja imposible, ese sería el escenario ideal para él de cara a las autonómicas gallegas.
El PSOE teme que Junqueras esté jugando con dos barajas
Como era previsible, la cercanía de un posible acuerdo entre el PSOE y ERC empieza a producir vértigo entre los barones socialistas más críticos con el independentismo. Aunque quizá demasiado tarde, líderes como García-Page, Lambán o Fernández Vara han empezado a pronunciarse abierta y públicamente contra cualquier cesión a ERC a cambio de sus votos. Pero el nerviosismo y la ansiedad no afecta solo a los críticos, sino también a la propia dirección del PSOE, que empieza a temer que Junqueras esté jugando con ellos como lo hizo en su día con la operación diálogo de Soraya Sáenz de Santamaría, fingiendo un acercamiento mientras urdía un desafío total a la Constitución
Pablo Iglesias escribe su propio manual de resistencia
Si Pedro Sánchez ha hecho célebre su leyenda de ser el renacido, capaz de levantarse cada vez que parecía tumbado en la lona, Pablo Iglesias podría empezar a escribir también su propio manual de resistencia. En el momento en el que su liderazgo en Podemos parecía más debilitado, y habiendo obtenido el peor resultado de la formación en unas generales desde su nacimiento, está a punto de convertirse en vicepresidente del Gobierno. Todas las operaciones internas para tratar de derribarlo han quedado abortadas, y, de conformarse el pacto con el PSOE, su liderazgo en el partido morado es en este momento indiscutido. Algo a lo que ha contribuido también el fiasco de Íñigo Errejón en las generales.
Álvarez de Toledo es ya un serio problema para Casado
Pablo Casado era consciente de que su obstinación en designar como portavoz parlamentaria del PP a Cayetana Álvarez de Toledo iba a generar recelos entre los dirigentes y barones populares con un discurso menos escorado a la derecha. Pero lo que probablemente no esperaba es que la diputada por Barcelona, lejos de tratar de ganarse la confianza de quienes desconfían de ella, iba a acabar dándoles la razón desafiándolos abiertamente sin temor alguno a recrudecer el conflicto interno. Cayetana demuestra que no acepta directrices, y está poniendo a prueba al líder del PP con sus declaraciones. Su mensaje es que se está con ella o contra ella. Un serio problema interno para Casado.