Aduanas y Policía esperaban dos alijos en el Atlántico del mismo proveedor de Santórum y el Karar que no aparecieron

Javier Romero Doniz
Javier Romero VIGO / LA VOZ

GALICIA

El MV Karar, cuando fue interceptado en abril del 2020 y trasladado al puerto de Vigo durante el primer confinamiento de la pandemia.
El MV Karar, cuando fue interceptado en abril del 2020 y trasladado al puerto de Vigo durante el primer confinamiento de la pandemia. M.Moralejo

Abordaron y registraron sendos buques procedentes de Colombia en los que encontraron reses muertas, pero no droga

19 sep 2020 . Actualizado a las 18:35 h.

El último posado de un macroalijo en Galicia se retrató el 25 de abril en el puerto de Vigo. Casi nadie quiso perderse la presentación de 4.500 kilos de cocaína repartidos en 152 fardos. Fuentes oficiales atribuyeron a la organización desmantelada, bautizada policialmente clan Santórum (de Vilanova de Arousa), la condición de número uno entre los narcotransportistas da terra. De lo que no se habló, por cuestiones evidentes, es de lo que venía surcando el océano: dos buques procedentes de Colombia que esconderían sendos macroalijos de al menos 4.000 kilos cada uno. Ambos trofeos, junto al mostrado en Vigo, supondrían un botín incriminatorio de 12,5 toneladas de polvo blanco (unos 438 millones de euros) concentradas en un único procedimiento instruido en el Juzgado número 3 de Vigo y compartido por la Policía Nacional y el Servicio de Vigilancia Aduanera.

El remolcador MV Karar, de 60 metros de eslora, abrió la caja de Pandora el 25 de abril. De propietario, armador y bandera de Panamá, zarpó de dicho país para cargar frente a La Guajira (Venezuela) y poner rumbo a la Península Ibérica. Se abordó a 400 millas de Vigo. Dentro, los citados 4.500 kilos de coca. El clan Santórum tendría que haberse adentrado 60 millas para recogerlos con planeadoras. Una forma de introducir la mercancía en España que nada tiene que ver con lo que aún restaba por llegar. El 19 de mayo se abordó el segundo barco, bautizado Neameh, también con bandera de Panamá y 106 metros de largo. Un buque diseñado para transportar ganado vivo que zarpó de Colombia con 4.000 vacas y se interceptó en el Estrecho de Gibraltar a los 20 días de singladura. La hoja de ruta fijaba en el puerto de Damietta, en Egipto, su destino final. 

En descomposición

El horror habitaba dentro del casco en forma de hedor, heces y reses muertas. Más de 50 agentes registraron el buque, ya atracado en el muelle Isla Verde Exterior del puerto de Algeciras, necesitando equipos de oxígeno para respirar en el interior. Incluso se prohibió desembarcar a sus 25 tripulantes por riesgo de contraer el covid-19. «Este barco y el siguiente iban en tránsito y, de llevar la droga, tendrían que haberla soltado para que saliesen a recogerla desde la Península en embarcaciones», aclaran en la investigación refiriéndose también al FM Espiridon. Se trata del tercer buque abordado en el marco de esta investigación judicializada en Vigo, luce bandera de Togo y 90 metros de eslora. En lo demás se asimila bastante al periplo del Neameh.

Ambos navíos pusieron rumbo al Viejo Continente desde Cartagena de Indias; ambos transportaban ganado en condiciones inexplicables; ambos compartían destino final en Egipto y ambos fueron alcanzados por la investigación en barcos de la Armada española. El FM Espiridon se abordó cerca de las Islas Canarias el 26 de mayo y se escoltó hasta Las Palmas para registrarlo. Dentro, otro tufo pestilente generado por reses muertas y desechos acumulados por las 5.000 cabezas de ganado que zarparon de Colombia el 4 de mayo. Hicieron falta igualmente sistemas de respiración para inspeccionarlo, incluso se llamó a los bomberos. Finalmente, tras recorrerlo en condiciones precarias que dificultaban sobremanera la mínima percepción del intenso olor generado por cuatro toneladas de cocaína, se dio por finalizada la intervención policial.

Los proveedores serían los mismos que ya enviaron en abril a Galicia 4.500 kilos para Santórum

El decomiso de 4.500 kilos de cocaína a bordo del MV Karar se coció a fuego lento con información recopilada en España y otra facilitada por la Agencia Americana Antidroga (DEA), la National Crime Agency británica (NCA) y la Policía de Colombia (DIRAN). En el caso de los dos abordajes en el Estrecho y Las Palmas, la información procedía de la misma colaboración internacional. «Se investigaba a una organización en origen [de Colombia] gracias a información internacional que coincidía con investigaciones del Servicio de Vigilancia Aduanera y de la Policía Nacional en España. Hablaba de un barco con destino a Galicia y de otros dos en tránsito, todos con mercancía de los mismos proveedores. Por eso no hubo más detenidos que los gallegos y la tripulación del Karar. Allí, en Colombia, no se hicieron detenciones, es muy complejo», detallan en la investigación.

Además del Karar, este año se apresó otro alijo en un barco cerca de Trinidad y Tobago gracias a la misma colaboración internacional. Ya en el 2019 cayó otro buque, con otro alijo, gracias a la misma colaboración foránea. Este abordaje ocurrió cerca de Cabo Verde y tras la mercancía estarían idénticos proveedores. Pero si por algo será recordada la operación Donky-Pantín es por la puesta en libertad, tras un mes en prisión, de «la mayor organización de narcolancheros de Galicia». La falta de motivación incriminatoria recogida en los autos del Juzgado número 3 de Vigo sigue precipitando su regreso a la calle por decisión de la Audiencia Provincial de Pontevedra.