Discrepancias internas en el PSOE, que gobierna en minoría tras la pérdia de confianza de Vilalba Aberta
10 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Vilalba fue gobernada durante 40 años por el partido de su hijo predilecto, Manuel Fraga, hasta que las divisiones internas del PP local y la perseverancia de la hoy alcaldesa, la socialista Elba Veleiro, dieron en el 2019 un vuelco histórico, llevando al PSOE a derrotar por primera vez a la derecha. Ya en el 2015 Veleiro se había quedado sin premio por un puñado de votos. Aquello fue una muestra del desgaste de los populares, y hacía presagiar que el trabajo a fuego lento de los socialistas acabaría teniendo resultado.
Y así fue. El PSOE obtuvo hace dos años ocho concejales, uno más que el PP. Pero para acometer el relevo necesitaba a los dos ediles de Vilalba Aberta, una formación nacida al amparo de las extintas mareas y que engulló al BNG, que se quedó sin representación en el cuarto municipio más poblado de Lugo, con algo más de 14.000 habitantes.
La victoria de los socialistas se fraguó en parroquias que durante lustros fueron fieles al espíritu de Fraga, como Santaballa, y que vieron en Veleiro —una médica de familia nacida en 1955 en Vilagarcía, y que lleva 30 años siendo una vilalbesa más— el relevo adecuado. Durante los primeros días de su mandato era felicitada efusivamente por los vecinos y pedáneos, algunos vinculados durante años al proyecto popular.
El nuevo gobierno de izquierdas comenzó con propuestas pensadas tanto para las zonas rurales como para modernizar y hacer más urbana la villa. Hasta los bancos de la alameda, junto al busto de Fraga y frente a su casa natal, fueron pintados con los colores del colectivo LGTBI. Todo un símbolo del cambio.
Al año de mandato, la alcaldesa desveló pérdida de confianza en el portavoz de Vilalba Aberta, Modesto Renda, y se rompió el pacto, pasando el PSOE a estar en minoría. Ese hecho tuvo una consecuencia inmediata: el gobierno sigue trabajando con los presupuestos prorrogados que le dejó el PP.
Pero no ha sido el único revés. Era un secreto a voces que en el PSOE local había discrepancias. Hace un mes, el teniente de alcalde Rodrigo Pavón, gerente además del partido en la provincia, aducía motivos personales para renunciar al acta de concejal y dejar la política. La alcaldesa, que pidió respeto para la decisión, negó que hubiese crisis de gobierno, pero desde las filas populares aprovecharon la ocasión para airear las discrepancias internas.
El PSdeG tuvo que reaccionar. El presidente de la Diputación, José Tomé, acudió a Vilalba a presentar una inversión de 680.000 euros para crear un parque acuático en el río Madanela. Y el presidente de la Hidrográfica Miño-Sil, y a la vez secretario de organización del PSdeG, José Antonio Quiroga, firmaba con la alcaldesa un protocolo para invertir 3,2 millones en la mejora del saneamiento y depuración del municipio.
Veleiro anunció la remodelación de su gobierno, con la sorpresa de recuperar a la persona que cerró la lista en el 2019, Eduardo Vidal, un histórico socialista con fama de dialogante y con experiencia de gestión en la Xunta y la Diputación. Así la alcaldesa, que esta semana se dejó ver en un acto con Caballero, quiere calmar los ánimos, pues sabe que hay muchos ojos puestos en la patria simbólica de los conservadores gallegos. Y más cuando, en la acera de enfrente, el PP sigue sin resolver sus conflictos. Desde hace dos años, una gestora presidida por la parlamentaria Sandra Vázquez intenta cerrar las heridas entre los dos bandos que pujaron por el poder y que tuvieron como cabezas visibles a dos exalcaldes, el exsenador Gerardo Criado y el exparlamentario Agustín Baamonde. El congreso local debería servir para lanzar un nuevo candidato. Mientras, Vilalba Aberta, apagado ya el calor político de las Mareas, va camino de convertirse en partido convencional.