Vecinos de una parroquia de Pontedeume creen que el preso huido desde marzo es el responsable de una oleada de pequeños robos de comida en sus casas
29 dic 2021 . Actualizado a las 17:43 h.A finales del pasado verano, vecinos de la parroquia de Ombre, en el municipio de Pontedeume, en las inmediaciones del parque natural de las Fragas do Eume, comenzaron a detectar pequeños robos de comida en sus viviendas. Causaron sorpresa a los afectados porque el ladrón, o los ladrones, solo se llevaba fiambre, conservas, galletas o latas de cerveza, sin tocar otros efectos de valor que estaban a la vista.
A medida que se iban sumando más y más viviendas asaltadas —como mínimo se cuentan 14—, los vecinos comenzaron a preocuparse. Y al poner en común lo ocurrido, los afectados pusieron el foco en una casa de la zona, propiedad de una mujer inglesa que lleva dos años sin venir a causa de la pandemia, que había estado ocupada ilegalmente al menos unos días. Las sospechas se centraron en un hombre desconocido, de unos sesenta años y con una significativa cojera que algunos vecinos habían visto a horas intempestivas por pistas rurales y que a finales de agosto había realizado una compra de comida por 50 euros en la tienda del pueblo, a la que llegó a pie y se fue de la misma manera.
La alarma definitiva saltó el jueves. Un hombre había salido a cazar por las Fragas, y siguiendo el rastro de su perro descubrió en una tienda de campaña en el monte a un hombre que le preguntó qué hacía allí. El cazador se dio la vuelta y dio aviso a la Guardia Civil. Cuando los agentes inspeccionaron la zona el campamento ya había sido levantando.
El cazador que lo descubrió, que prefiere permanecer en el anonimato, asegura que los rasgos del hombre en cuestión coinciden plenamente con las fotos que había visto de Alfredo Sánchez Chacón, conocido como el Rambo gallego. Le vio un poco más envejecido. Este hombre está en busca y captura desde el 15 de marzo, cuando no regresó a la cárcel de Monterroso (Lugo) tras un permiso penitenciario. Delincuente reincidente, es conocido de las fuerzas del orden desde los años 80 por varios delitos menores, hasta que fue condenado por asesinato. Se ha escapado de varias prisiones, y su especialidad es esconderse en el monte.
Resulta que esa misma fisonomía, la que describe el cazador, coincide con lo apuntado por otros vecinos. Por ejemplo, con el individuo que había realizado la compra a finales del verano en esa tienda rural. También con el hombre que otro residente sorprendió de noche en su vivienda con la puerta del frigorífico abierta. Y con la imagen que tiene otra vecina que lo vio de madrugada caminando por una pista que desemboca en el monte. Esta última, Rocío Pena, explicaba ayer que los ladridos la despertaron a las dos y media de la madrugada y se asomó a la ventana: «Vin un home maior polo camiño, que levaba unha corda e unha mochila, coxeaba e ía mirando para atrás, veume e seguiu andando cara onde non vive ninguén», apuntó. En su casa no hubo hurtos, pero en la de los vecinos, explica, se llevaron comida hace una semana.
De la casa de Carlos López, también vecino de Ombre, se llevaron herramientas que, a su vez, utilizaron para entrar en otras viviendas. Es, precisamente, quien tiene una llave de la vivienda propiedad de la mujer inglesa que sospechan que estuvo allanada. «Un día me llamó el jardinero y me dijo que habían entrado en la casa, abrimos y nos encontramos con nueve latas de cerveza vacías, un bote de melocotones, y restos de comida, por lo que avisamos a la Policía Local y la Guardia Civil», explica.
Domingo Antonio Carballeira también recibió en su casa una visita nocturna indeseada: «Foi o 15 de outubro, a nosa filla e mais a súa parella durmiron aquí porque ao día seguinte saían de viaxe. Cando se levantaron descubriron que a neveira e as lacenas estaban baleiras de comida. Faltaban chourizos, embutidos, latas de atún, cartóns de leite e caixas de doces, por un valor de arredor de 200 euros. Non vimos a ninguén, pero ao saber o que lles pasou a outros veciños cremos que puido ser a mesma persoa».
Ante esta situación, con la Policía Local de Pontedeume sin prestar servicio de noche, y con la Guardia Civil cubriendo el servicio nocturno de varios municipios del entorno, ocho personas montaron una patrulla vecinal la noche del pasado jueves. Estuvieron recorriendo la aldea hasta las cuatro de la madrugada del viernes, tratando de sorprender a este hombre extraño y, de paso, para llamar la atención de las autoridades. «Es indignante que nos tengan así», apuntaba Carlos López, insistiendo en que están convencidos de que el individuo en cuestión es el Rambo gallego. No sería ninguna novedad: «Ya estuvo escondido en las Fragas do Eume hace más de veinte años, en otra de sus famosas fugas», explican los vecinos.
Alfredo Sánchez Chacón es un antiguo miembro de la Legión y de las fuerzas especiales del Ejército. Delincuente multirreincidente, fue condenado a 17 años de prisión en el 2002 por dispararle un tiro mortal a sangre fría a Manuel García Varela, un joven de Cuntis. Pero acumulaba otras penas anteriores, por lo que tendría que permanecer en prisión hasta agosto del 2025. Pasó por varias cárceles gallegas y de Asturias hasta que fue trasladado hace unos años a la prisión de Monterroso, en Lugo. Desde el pasado día 15 de marzo se desconoce su paradero, porque no regresó al penal tras un permiso.
Pero no era la primera vez que este hombre huía de la ley. Desde la década de los ochenta acumulaba múltiples penas por delitos de robo, tentativa de asesinato, tiroteos, agresiones y pasó temporadas escondido en el monte, moviéndose desde Pontevedra a la Mariña lucense. Su fuga más sonada fue en el año 1999, cuando, junto con otro preso, se descolgó con una sábana por la ventana de la prisión de Pontevedra y pasó dos años escondido en el monte.