Estas estructuras, que integran a peatones y bicis, crecen al calor de los nuevos fondos europeos y del cambio de paradigma para priorizar la movilidad limpia frente a la motorizada. Algunas combinan los valores estéticos con la funcionalidad
16 may 2022 . Actualizado a las 19:02 h.Las pasarelas peatonales eran hace años, por lo general, relativamente feas. Su utilidad se circunscribían a los peatones, y su función era la de superar grandes vías de comunicación, de esas que parten las ciudades en dos. Hace años, se pensaba más en la utilidad que en la estética, hasta que llegaron las estructuras metálicas de color blanco inspiradas en cierta medida en los puentes diseñados por Santiago Calatrava, con muchos ejemplos en ciudades gallegas. La tercera generación de pasarelas tal vez esté encarnada por la que da acceso al centro comercial de Marineda, en A Coruña, ideada por la empresa gallega K2 Ingeniería y recientemente premiada por la Asociación de Ingeniería Estructural. Tiene todos los ingredientes de las pasarelas-puente contemporáneas: la comparten las bicicletas y los peatones, tiene un componente estético y constructivo relevante y aspira a convertirse —si no lo ha hecho ya— en un icono del paisaje urbano coruñés. «É unha pasarela singular, case única, foi un encaixe de bolillos. Ten un deseño galego e non é só unha estrutura, senón unha escultura», dijo la conselleira de Infraestruturas, Ethel Vázquez, en una de sus visitas a la obra.
Las pasarelas que están en proyecto, por su longitud, pueden ser consideradas puentes peatonales y ya encarnan un concepto diferente. Lo certifica Arturo Antón Casado, ingeniero de Caminos especializado en estructuras que trabaja en la empresa Temha, que ya ha ejecutado muchas pasarelas en distintos puntos de Galicia. «Se pueden considerar puentes por su longitud, pero no por las cargas que van a soportar, que son muy inferiores a los puentes para vehículos. Esto reduce sensiblemente el presupuesto y se puede optar por estructuras más estéticas, sin que sean de pega. Sobre todo si se sitúan en espacios con mucha visibilidad», asegura.
Son puentes más que pasarelas las que se proyectan en el Miño —para unir Tomiño y Vila Nova de Cerveira— o la que recientemente presentó la Xunta para unir As Xubias con Santa Cristina, en la ría do Burgo. El profesor de la Escuela de Ingenieros de Caminos Carlos Nárdiz, experto también en urbanismo, cuestiona el emplazamiento de esta última por la posible afectación a las dunas, y defiende otros alternativos. «Es evidente que sería muy utilizada, pues es necesario superar los obstáculos para que las bicicletas puedan acceder al resto de la comarca. Pero se trata de un espacio muy sensible, aunque entiendo que existe una demanda para este tipo de estructuras», asegura.
La Consellería de Infraestruturas, por su parte, asegura que esta iniciativa tiene como objetivo buscar una alternativa al excesivamente motorizado puente de A Pasaxe, con 87.000 vehículos diarios. «Como no podía ser de otra manera, la iniciativa de la Xunta tiene en cuenta las singulares características del espacio en el que se prevé desarrollar, procurando minimizar el impacto ambiental y paisajístico sobre la ría, y considerando imprescindible reducir al mínimo posible los apoyos». El trabajo previo fue elaborado por la Fundación Ingeniería Civil de Galicia, liderada por Santiago Hernández, ingeniero experto en estructuras.
Funcionalidad y estética
Estas pasarelas mixtas, diseñadas para peatones y bicis, son para Arturo Antón Casado «un ejemplo del cambio de paradigma que estamos viviendo, como son las nuevas formas de movilidad urbana que se promocionan con los fondos europeos», asegura. Al ser de una longitud relevante y estar situadas en enclaves emblemáticos, la dimensión estética cobra casi tanto sentido como la funcional», recuerda Casado.
Hay otro factor relevante para acometer estos proyectos. La llegada de los fondos Next Generation, con su apuesta por la movilidad ciclista y a pie, han dado liquidez a las administraciones para promover estas actuaciones, que si se hacen bien pueden ser muy útiles. «Es preferible que la movilidad limpia se segregue del tráfico rodado lo máximo posible y que además sus recorridos sean más cortos para poder convencer a más usuarios de lo atractivo que puede ser desplazarse a pie o en bicicleta», alegan en la consellería.
En algunos casos, actuaciones como las estaciones intermodales sirven para diseñar pasos elevados que van más allá de la conexión de los espacios destinados a los autobuses o a los andenes ferroviarios. Es el caso de la pasarela de la intermodal de Santiago, que se convirtió también en una actuación urbanística de primer orden al conectar el barrio de Pontepedriña, muy aislado del resto de la ciudad, con el centro urbano.