El sexo de los ángeles

GALICIA

Pilar Canicoba

02 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Una vez que la madre y el juez constataron la madurez de este niño ourensano de ocho años, sorprende que limitaran tanto sus posibilidades. Optar entre ser niño o niña es constreñir demasiado su voluntad, habiendo un surtido tan amplio como los juguetes que el crío puede elegir cuando escribe su carta a los Reyes Magos. De acuerdo con el catálogo del ministerio correspondiente están en el mercado variedades para todos los gustos: lesbiana, gay, bisexual, transexual, no binario e intersexual, sin que se pueda descartar que la lista se amplíe.

Como no se trata de lo que uno es, sino de cómo se siente y ese sentimiento puede cambiar, alguna legislación posterior podría establecer un período de prueba a fin de evitar idas y venidas. Igual que ocurre con la ropa, el sujeto se pondría cualquiera de esos modelos, vería cómo le sienta, si está cómodo, si le aprieta, si gusta a los demás, y una vez comprobados todos esos aspectos, decidiría quedarse con esa identidad o cambiarla por otra en el Registro. No hay que descartar tampoco que, dado que cada categoría luchará por sus cuotas, se regule la publicidad para atraer a los indecisos hacia una u otra, como en una campaña electoral. En lugar de votar por una u otra sigla, adherirse a tal o cual género pensando en las ventajas que reporta.

Al final a pocos les compensará ser un vulgar binario que se conforma con el sexo que le fue «asignado» (eso dice el ministerio) al nacer. Aparte de no poder disfrutar del cambio, de la variedad, de lo desconocido, siempre pesará sobre el hetero la sospecha de no reconocer la diversidad con la intensidad debida en estos tiempos. En un futuro quizá no tan lejano la heterosexualidad acabará siendo una rareza que inhabilitará socialmente a quien la padezca. Por de pronto esa parte insulsa de la humanidad, ni tiene bandera ni un día del orgullo en el que desfilar escandalosamente vestido de hombre o mujer.

Así que, después de tantas controversias entre ellos, a Yhavé le faltó imaginación en el Génesis y tampoco Darwin estuvo fino con su evolucionismo. Una generosa variedad de flora y fauna en el Paraíso, pero solo dos tristes sexos a los que se encomienda la aburrida tarea de fecundar la tierra. Y una cicatera teoría de la evolución que culmina en el Homo sapiens, cuando en realidad se descubre cada poco tiempo una nueva variedad sexual. Creador y científico encierran a la humanidad en unos límites que rompe un niño de ocho años. Su autodeterminación de género viene a sustituir a la clásica primera comunión. Hablábamos de los Reyes Magos. Que no se sorprendan si a partir de ahora les llegan cartas de niños precoces pidiendo un cambio de especie, que debieran dirigirse al juez de Ourense. Bizancio perdió el norte discutiendo el sexo de los ángeles. Repetimos la historia.

De Ike a Joe

Una consecuencia de la visita de Eisenhower a España en 1959 fueron unas camisas que hicieron furor durante décadas. En honor del visitante se llamaron Ike (ique en la pronunciación de la época) porque ese era el apelativo familiar del héroe militar que derrotó a Hitler. I like Ike había sido el lema de su campaña electoral. La mano que estrechó la suya en la base de Torrejón era la misma que hizo lo propio con la del führer en Hendaya, solo diecinueve años antes. Aquel encuentro con el nuevo amigo americano que marca el inicio de nuestro desarrollismo hizo que la izquierda y parte de la derecha se educaran en un antiamericanismo primario que iría curándose poco a poco, hasta llegar a luna de miel de Sánchez con Biden. Los une la misma amenaza que unió a Franco con Ike: Rusia. Se inaugura otra guerra fría que reedita la primera, aunque sin componentes ideológicos. Atrás queda el yankee go home. Queremos que se quede y le damos las gracias por ampliar su presencia. Se completaría el paralelismo con unas camisas Joe.

Los espejos del CIS y el INE

En una hipotética variante del cuento de Blancanieves, la orgullosa madrastra no tendría uno, sino dos espejitos mágicos. A falta de nombres más propios de la creatividad de los hermanos Grimm, llamémosles CIS e INE o, si quieren, en su versión más larga, Centro de Investigaciones Sociológicas e Instituto Nacional de Estadística. La madrastra, ahora transformada en varón gobernante gracias al cambio de género, se mira en los dos y resulta que, mientras CIS convalida su belleza con lindas encuestas, INE le amarga el día al reflejar sus arrugas económicas. En realidad, CIS lo engaña e INE le dice la verdad, pero él prefiere la mentira con tal de que sea grata y es así como llena de honores al espejo mentiroso y ordena el cese del sincero. Ahora podrá contemplarse como Narciso, sin miedo a ver reflejada una imagen fea de sí mismo. Ya se sabe que Narciso, a pesar de convertirse en la flor homónima, acaba mal de tan prendado de sí mismo como estaba. No deja de ser un cuento. Cualquier parecido con la realidad es inevitable.