Recurramos a la jerga bursátil para interpretar lo sucedido. Se ha producido una OPA (oferta pública de adquisición) dirigida a los accionistas de la izquierda radical. Sánchez adquiere sus activos ideológicos y, al hacerlo sin un preaviso a los directivos de la empresa opada, nos encontramos con la llamada OPA hostil. Roba a los socios su mensaje a sabiendas de que su rabieta nunca llegará a la ruptura. Ante semejante ola de calor, salir de los ministerios para regresar a las plazas que llenaron los indignados no es algo que ilusione a nadie, con lo cual el rencor por la apropiación indebida será sordo e inofensivo.
No era la única OPA posible en el debate. Se pudo haber lanzado otra bien distinta para entrar en el caladero de Feijoo con unas artes de pesca moderadas, un tono conciliador y llamadas retóricas a los acuerdos de Estado. Para ello el presidente necesitaba que el fiel Tezanos le augurara que el gallego es una estrella fugaz cuyo destello durará poco, hasta acabar formando parte del universo lejano que retrata el telescopio James Webb. En ese caso arrebatarle la bandera de la moderación aun sería factible y una piel de cordero bien confeccionada resultaría suficiente para recuperar parte del rebaño.
También precisaba que sus gurús económicos de cabecera le hicieran un pronóstico alentador sobre la marcha de la inflación que la mostrara como pasajera. Llegar a la cita electoral con el monstruo domesticado supondría una absolución de los pecados de radicalismo acumulados durante el mandato. Al igual que Clinton contra Bush, podría entonces espetarle a Feijoo que «es la economía, estúpido». El caso es que ni los oráculos demoscópicos ni los de la economía le habrán susurrado cosas agradables, llevándolo a la consiguiente conclusión de que ya no hay tiempo para una enésima metamorfosis de Sánchez como campeón de la mesura.
Por si había dudas sobre la necesidad de realizar un plagio de la izquierda más arisca llega Yolanda Díaz. Convencida desde su audiencia papal de que el alma existe, confiesa que la busca y no la encuentra en el Gobierno. Empieza a nacer una izquierda espiritual amadrinada por una dama roja que ha sabido venderse en la pasarela política. Si se suma al alma susodicha la reforma laboral, el salario mínimo y la sonrisa perenne, el resultado es una líder que pasa de complemento a rival de Sánchez. De ahí que su desembarco en el día D se produzca en las playas de la izquierda provisto del consabido arsenal de fiscalidad punitiva contra el capital y golosinas para el electorado. No hay soluciones ni reformas estructurales, pero sí epulones culpables y un poco de opio para el pueblo. Conque la victoria en el debate corresponde a alguien que no abrió la boca: la inflación. Sale intacta y sonriente.
La reina de Betanzos
Aunque sucedió hace unos días podría haber ocurrido hace unos cuantos siglos, en tiempos de Fernán Pérez de Andrade. Yace el noble en la iglesia betanceira de San Francisco a lomos de un oso y un jabalí, y es en su ciudad donde se produce un lance de resonancias medievales porque se trata de la disputa de una corona. La historia está llena de pugnas dinásticas que desencadenan guerras o generan leyendas que son recogidas con mayor o menor fidelidad por los cronistas. Aquí se trata de algo un poco más prosaico: una concejala que aboga por los derechos de su sobrina para ser coronada reina de las fiestas. Enfrente otros que quieren decidirlo en un sorteo con las altezas que no pudieron reinar debido a la pandemia. Lo que en estos tiempos pudiera parecer una nimiedad, se salda en Betanzos con una crisis y la destitución de la noble tía. ¿Cómo lo hubiese resuelto Andrade O Boo? La conclusión es que no se puede copiar a medias el estilo propio de una monarquía. El problema no existiría si la corona de Betanzos fuese hereditaria.
¿Felipe González franquista?
Aquellos que se esfuerzan por encontrar vestigios del franquismo han de realizar un esfuerzo arqueológico ímprobo. En realidad ya está sepultado en el pasado aunque compensa mantenerlo vigente debido a que proporciona una coartada para ciertos desahogos. No han de sudar tanto quienes sostienen que está vivo el eco de ETA. No existen partidos herederos del franquismo en las instituciones, y en cambio los legatarios del terrorismo poseen escaños. No se hacen homenajes públicos a franquistas, cosa que sí sucede frecuentemente con los etarras. Por si algo faltara para demostrar la vigencia del pensamiento de los bandidos, la ley de memoria democrática acepta una de las ideas recurrentes en sus infames comunicados: la que sostenía que el franquismo seguía presente bajo la máscara de un simulacro de democracia. O sea que las víctimas eran franquistas y merecían su destino. Ahora los hijos de la banda logran que el franquismo esté en vigor hasta 1983. Se equipara, en fin, a Felipe González con Arias Navarro.