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Juan Carlos I en Sanxenxo: cinco días entre amigos, con mucha lluvia y poca vela

Marcos Gago Otero
marcos gago SANXENXO / LA VOZ

GALICIA

Fuentes próximas al rey emérito aseguran que lo vieron «bien y animado» pese a que se truncaron sus planes de participar en la regata

24 abr 2023 . Actualizado a las 17:19 h.

Juan Carlos I vino a Sanxenxo a regatear, pero se tuvo que conformar con un entrenamiento de algo más de dos horas y media el jueves y apenas una hora en viernes por la mañana. Los días de regata —sábado y domingo— no llegó a subirse al Bribón, limitándose a ir en coche, con Pedro Campos al volante, desde la casa de su amigo donde se hospedó, en Nanín, hasta el espigón del puerto deportivo en cuyo pantalán estaba atracado su velero. Es una ruta de unos cinco minutos en coche, salvo atascos para cruzar la calle Progreso.

La mala combinación de viento y olas desaconsejaron que el rey emérito se hiciese a la mar en las dos únicas mangas que se disputaron —sábado y domingo por la mañana—. Si el sábado estuvo malo, el domingo aún fue peor, con niebla en la ría. Los dos días llovió, a cántaros, y por momentos parecía más febrero que abril. Eso sí, aunque Juan Carlos I no pudo ponerse al frente de su embarcación en la regata, pudo irse de Galicia con la satisfacción del primer puesto que obtuvo el Bribón, con Alejandro Abascal como patrón suplente, en la Volvo Autesa Cup, que se celebró en las aguas de la ría de Pontevedra.

Imperó el «sentidiño»

Fuentes de la organización de la regata explicaron que «el equipo puso sobre la mesa la carta del sentidiño». El rey emérito tenía «muchas ganas» de regatear y sus amigos lo describen como «bien y animado» en esta visita a Galicia, pero el mar no reunía las condiciones para que Juan Carlos I ejerciese de patrón del Bribón y él lo entendió.

Según señalan estas mismas fuentes, con vientos de más de quince nudos en la ría, lloviendo y con frío no era prudente que se subiese al velero y se conformó, con la esperanza de hacerlo en verano. Todo indica que intentará volver en junio y julio, antes del mundial de veleros de seis metros de eslora que se disputará en agosto en la isla de Wight. En mayo, con elecciones en España, no tiene previsto acudir a Sanxenxo.

Así las cosas, el monarca emérito no pudo competir, pero sí pudo cumplir otro de los objetivos de esta visita de perfil público muy bajo —no hizo ninguna declaración a la prensa en contraste con su sobreexposición mediática de mayo del año pasado—. Este segundo objetivo no era otro más que volver a España por segunda vez desde que en el 2020 se marchó a Abu Dabi y reencontrase con sus amigos en suelo patrio. «Le apetece estar aquí, en Sanxenxo, con la gente de la vela», precisaron fuentes próximas al círculo de amigos del monarca emérito.

Esta semana, sin embargo, no hubo recepción oficial a la puerta del Real Club Náutico de Sanxenxo, ante cuya sede social pasó cada día en coche al ir y venir de la dársena del puerto, pero sin bajarse del vehículo.

La estancia de abril del 2023 es, sin lugar a dudas, la visita más discreta, casi podría decirse hermética, del rey emérito a Sanxenxo. Tampoco hubo fotos suyas en las redes sociales ni del Concello, cuyo alcalde, Telmo Martín, evitó actuar de portavoz oficioso como sí hizo en mayo del 2022, ni del Náutico.

La prensa hizo guarda mañana, tarde y noche frente al callejón del lugar de Nanín, entre la playa de Areas y el casco urbano de Sanxenxo, en vano. A lo sumo, Juan Carlos I solo levantó la mano para saludar desde el asiento del coche. No hubo tiempo para más en los escasos segundos que se emplean en girar desde la carretera PO-308 hacia el vial de acceso a la casa de Pedro Campos.

Juan Carlos I no solo se reencontró en España con el mar, la vela y sus amigos, también lo hizo con los pescados y mariscos frescos de las Rías Baixas, según se pudo concluir de la entrada de la furgoneta de Pescados Piliña, de Portonovo, para abastecer la mesa del chalé de Nanín. La misma lluvia que lo acompañó todos los días también lo hizo en una tarde de chubascos en Sanxenxo, desde donde tomó un avión en Vigo, que le llevó a Vitoria.