«A mis padres les dijeron que no iba a pasar de EGB», confiesa este ginecólogo, experto en reproducción asistida, que es partidario de regular la gestación subrogada en determinados supuestos, si bien el caso de Ana Obregón le parece «irritante».
28 abr 2023 . Actualizado a las 15:06 h.Nada más cruzar la puerta de la cafetería en la que me cita Roque Devesa, una pareja se acerca a él y le enseña a su bebé de solo un mes. «¡Es su creación!», exclaman, y él les devuelve el afecto. «Me han alegrado la tarde», me confiesa, y deduzco que el crío que está en el cochecito es otro de esos milagros de la ciencia. Roque Devesa (Ferrol, 1963), doctor en Ginecología y especialista en reproducción asistida, tiene un increíble currículo que ha forjado en hospitales como la Clínica Dexeus de Barcelona, si bien él se formó en Santiago, Santander, y vivió su primera etapa profesional en Vigo. De allí saltó a A Coruña, donde lleva viviendo 21 años, como parte del Equipo Ron, que ahora atiende en el Hospital Quirón.
—Su bisabuelo, su abuelo, su padre, usted y su hijo se llaman Roque. ¿Pesa esa herencia?
—No, ja, ja, ja. A mí me encanta, es un nombre corto y sonoro. Como sabes, tengo un problema de movilidad [usa bastón], así que imagínate si me hubiera llamado de un modo más común, me hubieran puesto muchos motes, pero al ser Roque no.
—¿Usted sabe la cantidad de Roques que hay en su honor?
—¡Me vas a poner colorado! Pues a bote pronto, como mínimo, una docena.
—Tiene muchos «hijos» repartidos por toda Galicia, ¿es consciente?
—Sí, la verdad es que sí. Son muchos, cientos, seguramente, por las técnicas de reproducción.
—Ha ayudado a muchas mujeres a cumplir el deseo de ser madres. Es un superpoder.
—Y a hombres, no te creas. El deseo paternal existe. La decepción de muchos varones, cuando ven que la causa por la cual ellas no se quedan embarazadas se debe a ellos, es enorme. Yo diría que lo llevan peor que ellas, porque estamos en una sociedad machista y se arrastra esa idea de que eran ellas las que no se quedaban embarazadas. Y la mitad de las veces es debido a ellos.
—Cumplirles a otros el deseo de tener hijos debe de ser brutal.
—Las mayores satisfacciones de mi vida, aparte de las familiares, me las ha dado la reproducción. Ver cómo te lo transmite la pareja es un subidón increíble. Los casos negativos, que son pocos, te quedan en el cerebro con nombres y apellidos y los llevas arrastrando.
—Tiene su despacho lleno de fotos de bebés.
—Los tengo porque me animan. El día que das un positivo te encanta, pero cuando tienes un negativo, para la paciente es el cien por cien. Pero yo sé que el siguiente será positivo, sé que va a salir bien.
—¿Es fundamental darles esa confianza?
—Sí, solo hay una primera vez y es importantísimo que así lo sientan. A mí me parece fundamental, tal vez porque yo he sido muchas veces paciente. He estado en el otro lado, y ahora que soy médico me doy cuenta de los errores que cometieron conmigo. A mis padres les dijeron que yo no iba a pasar de EGB.
—Usted nació y ya hubo que operarlo.
—Sí, al mes entré en quirófano. Nací con espina bífida abierta.
—En otra entrevista dijo que le habían operado 16 veces, ¿lleva alguna más?
—Ja, ja. Sigo ahí. Yo no lo recuerdo como algo duro, porque la mayoría fueron antes de los 20 años.
—¿Fue un niño enfermo?
—No, mis padres no me dejaron serlo. No hicieron de mí una persona que no pudiera, no, no. ¿Quieres subir esa montaña? Súbela. No he sido sobreprotegido. Ahora que se habla tanto del bullying, yo tengo que decir que jamás lo he sufrido por mi físico.
—¿Cómo se define?
—Soy apasionado, defiendo lo que pienso con vehemencia y me parece que soy honesto. En la parte personal, soy cariñoso.
—¿Ha cambiado mucho la manera de tratar la maternidad?
—Sin duda. Para las mujeres es muchísimo mejor, hay más información. Y hay un cambio radical en el número de hijos y la edad de tenerlos, al ser más mayores son mujeres más maduras. Son maternidades muy deseadas, pero no llegamos a un hijo de media. En el 2030 el 40 por ciento de las mujeres no tendrán hijos.
—¿Qué opina de Ana Obregón?
—Creo que hay que regular de alguna manera la maternidad subrogada. Hay casos clarísimos: mujeres sin útero; con cardiopatías; trasplantadas... Debería hacerse para esos supuestos con control clínico y jurídico, que vigilen que no haya un contrato mercantil. Lo otro es la aceptación personal. Si tienes 55 años, ya no puedes quedarte embarazada. Desear cosas no significa que debas tenerlas. Si además lo haces porque tienes dinero y presumes de ello, me parece irritante.
—¿De qué se queja su mujer?
—Del tiempo de dedicación. Pero tengo la mejor mujer del mundo, me complementa en un montón de cosas. Tuve la suerte de encontrarla, es doctora en Bellas Artes y me da otra visión de la vida.
—¿Cuál es el consejo que más le da a sus hijos?
—Que sean honestos y coherentes. Que no cambien por la opinión del que tienen enfrente. Que no sean veletas. Mi otra suerte en la vida ha sido la gente que me rodea en el trabajo. Nadie, absolutamente nadie, puede ser bueno en todo. Es fundamental el equipo.
—¿Hace falta mucho para animarlo para una juerga?
—Nada, ¡ya mismo! Así conocí a mi mujer, en un viaje relámpago a Salamanca con unos amigos, la vi en un bar, nos pusimos a hablar y como los dos éramos de Ferrol...
—¿Canta en el coche?
—Sííí. Música de los años ochenta, fue la mejor década sin duda. En eso soy taxativo, en música, en la libertad que hubo... ¡No había teléfonos móviles y fuimos capaces de tener amigos!
—¿Una peli que haya visto mucho?
—El padrino y La vida de Bryan.
—¿Lo mejor de pasar de los 50?
—Que ya nadie te engaña, ya sabes de qué va la cosa.