¿Cómo afrontar un suspenso en una oposición? «Es muy parecido a un duelo»

GALICIA

miguel souto

Los docentes recomiendan descansar antes de retomar el estudio y analizar el resultado con el preparador, pero reconocen que en ocasiones no conseguir plaza atiende a razones ajenas al candidato. «Al principio lo ves como un fracaso», cuentan quienes no lo lograron a la primera

19 jun 2023 . Actualizado a las 17:24 h.

Meses y en muchas ocasiones años de esfuerzo para jugárselo todo en un examen. Ese es el riesgo que corren aquellos que se presentan a las oposiciones con la ilusión de hacerse con una plaza en el sector público. Una plaza que no siempre llega. O al menos, no con un único intento. El suspenso hace que muchas veces los candidatos se debatan entre la frustración y la incertidumbre, pero desde las academias intentan preparar al estudiante para cualquier resultado. 

¿Es habitual no conseguir una plaza a la primera?

Sí. Ahora bien, hay que tener en cuenta la siguiente distinción: «Hay que diferenciar entre suspender una oposición y no conseguir plaza», explica Antonio Reyes, preparador de Santiago elegido por Apple entre los mejores del mundo. Por tanto, asegura, «lo más frecuente es aprobar una oposición y no lograr hacerse con una plaza». ¿Por qué superan el examen pero no consiguen un puesto público? «Uno de los factores clave es la ratio entre el número de opositores y el de plazas, que puede variar muchísimo: en algunas tienes más opciones y otras roza lo imposible», explica Laura Adela Fernández, directora de la academia Equipo Laura, en Narón, y que lleva más de 20 años trabajando como preparadora. «Sin duda, una oposición que se lleva bien preparada se aprueba, sea de lo que sea. Otra cosa es conseguir plaza, que eso sí que va a depender de lo que hagan los demás», explica Antonio Reyes.«A cualquiera de estos exámenes se presenta mucha más gente de la que saca plaza. Es normal que haya, por ejemplo, entre 10 y 20 personas por plaza. Si se presentan 2.000 candidatos para 100 puestos, va a haber 1.900 que no lo consigan», añade este preparador compostelano, que asegura además que esta situación resulta «tan frustrante como suspender, o incluso más». 

¿Cuáles son las causas más comunes?

Desde los nervios hasta una indisposición, pasando por multitud de factores que se escapan del control del estudiante. «Una oposición, por suerte o por desgracia, no depende solo de uno mismo, sino de lo que uno haga con respecto a todos los demás», explica el profesor Antonio Reyes. «A lo mejor tú tienes buen nivel —continúa—, suficiente como para conseguir una plaza, pero puede que se presente gente muy competente, que tiene más nivel que tú, y ahí poco habría que hacer». Dentro de esta variada casuística que los preparadores coinciden en identificar, detectan algunas causas comunes que pueden estar detrás de un suspenso: «Hay aspectos que tienen que ver con la suerte, los temas que salgan, el día que tengas o la situación personal en la que te encuentres», explica Iria Costas, de la academia Claves Educativas, en O Porriño. Además, Iria apunta otro factor que afecta en concreto a aquellos que se enfrentan al examen por primera vez: «Influye mucho la falta de experiencia y el desconocimiento del mundo de la oposición. Lo más próximo que tienen es la universidad, en donde el nivel de exigencia es muy distinto». La docente Laura Adela Fernández también apunta otros factores que influyen incluso por encima de la propia preparación: «Los resultados dependen mucho más de nuestro estado, de como lleguemos mental y físicamente, que de lo que hayamos estudiado». «A veces la gente llega tan agotada y con un nivel de estrés tan alto que no pueden demostrar todo lo que valen. El miedo a suspender te bloquea total y absolutamente», sentencia. 

¿Cuál es la reacción habitual ante un suspenso?

Los preparadores identifican el proceso que se desencadena a raíz del suspenso con un «duelo». «Pasar estas sensaciones es algo natural, lo raro sería que una persona que fuese con grandes expectativas y suspendiese estuviese feliz como una perdiz», apunta Antonio Reyes. Los docentes explican además las fases de este duelo. La primera se caracteriza por sentimientos de «enorme tristeza, abatimiento y sensación de fracaso». «Hay que pasar el luto, sacar esas emociones de rabia e indignación. Suspender una oposición en la que has invertido tiempo, vida, esfuerzo y sacrificio es muy duro, y eso no se puede endulzar», defiende Laura Adela Fernández. Con el paso de los días y superada esta etapa inicial, llega la fase de descanso. «El alumno siente una enorme pereza de tener que volver a empezar a estudiar y necesita una desconexión total del estudio», explica Antonio Reyes. Se suma Iria Costas: «La oposición es algo que lleva saturando al candidato durante muchísimas horas. A nivel mental es necesario romper con ello, para que la cabeza resetee». Por último, está la tercera fase, en la que retoma la preparación de las pruebas. Aún así, en las academias insisten que esta no es la reacción unánime: «Todo depende de las expectativas que uno tenga. Si uno iba simplemente ir a ver que pasa y se queda cerca del aprobado puede ser hasta una alegría. En cambio, si uno va para sacar la máxima nota y conseguir plaza, el golpe será grande», asegura Antonio Reyes.

¿Qué puede ayudar a sobrellevarlo?

Para evitar convertirse en lo que Iria Costas llama el «opositor destructivo», es decir, «el que se hunde y se paraliza», desde las academias ofrecen una serie de consejos. Para ser lo que esta preparadora de O Porriño llama, «el opositor proactivo», un término que emplea para referirse a aquel «que está satisfecho con lo que ha hecho, se toma un descanso y retoma», Iria cree que puede ayudar «tener un plan B», algo que, asegura, «da tranquilidad y disipa la incertidumbre». Por su parte, Laura Adela Fernández, desde Narón, recomienda «ir con expectación pero sin expectativas». «A veces lo más importante no es lo que nos pasa sino como afrontamos esas cosas que nos pasan», añade esta docente de Narón, que apunta dos claves a la hora de enfrentar el suspenso: por un lado, «aprender a gestionar las emociones ya durante el propio proceso de preparación», y por otro, intentar disfrutar del día a día: «La clave de la motivación es el hábito, premiándose por cada objetivo cumplido y cada pequeña meta». Una idea que comparte Antonio Reyes: «Suspender la oposición a la primera no implica no aprobarla definitivamente. Simplemente supone no llegar a la meta en una etapa. No todos los ganadores de la vuelta ciclista ganaron todas las etapas».

¿Cómo retomar el estudio?

Puede que haya que cambiar el método de preparación. Pero puede que no. «Cuando pasa la tormenta y llega la calma, hay que analizar objetivamente los resultados», asegura Antonio Reyes, que además recomienda no hacer este análisis solo: «Un opositor, en muy raras ocasiones es objetivo consigo mismo, por eso lo mejor es examinarlo con la persona que te preparó, para saber dónde está el fallo y una vez que se detecta, cambiarlo», argumenta. Aunque los preparadores coinciden en que hay casos en los que «no hay nada que cambiar». «Si seguimos haciendo lo mismo vamos a obtener los mismos resultados», explica Laura Adela Fernández. Un razonamiento que se puede aplicar también a quienes logran buenas calificaciones: «Hay gente que saca un 9,8 y no consigue plaza. ¿Es que ha hecho algo mal? No, simplemente el sistema no les dio la oportunidad porque había más gente buena que plazas». ¿Qué opciones les quedan entonces aquellos que ya lo están haciendo bien? «Persistir y no tirar la toalla, creer en si mismos y saber que la plaza llegará», asegura Laura Adela.  

¿Hasta cuándo seguir intentándolo?

Los preparadores coinciden en que la decisión «depende estrictamente de la situación personal de cada uno y lo que esté dispuesto a aguantar». La docente Laura Adela Fernández, de Narón, anima a hacer un «balance» entre el coste y el beneficio: «Cuando el coste para tu vida y tu salud mental que tenga preparar la oposición sea más alto que el beneficio que obtienes, es el momento de planteárselo». Para Susana Fente, que lleva casi 20 años como preparadora de oposiciones al cuerpo de maestros en la especialidad de Educación Infantil, el momento de tirar la toalla «no debería llegar hasta que se pierda la ilusión o la motivación». «La experiencia me dice que si sigue habiendo ganas hay que seguir peleando. El que la sigue la consigue», defiende Susana. Sin embargo, desde las academias aseguran que el abandono no tiene por qué ser definitivo: «No es una decisión radical, la oposición siempre se puede retomar», dice Iria Costas. «Hay gente que lo que hace es dejarlo por un tiempo y volver a presentarse después», explica Antonio Reyes. «A veces hay que dar un paso atrás para coger impulso», concluye Laura Adela Fernández.

Lara y Bea, no aprobaron la oposición a la primera: «Creía que lloraría con el resultado, pero no fue así»

Lara y Bea son un ejemplo de todo lo anterior: ambas se presentaron a una oposición y no consiguieron hacerse con una plaza en el primer intento. Lara Fernández es de Betanzos y busca, desde hace un par de años, una plaza como profesora de inglés de secundaria. Beatriz Bouza, de Narón, lleva el mismo tiempo intentando formar parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Pese a que ninguna iba solo «por probar», el suspenso no las pilló por sorpresa. Ambas terminaron las pruebas con una «mala sensación» y la certeza de que no aprobarían. Para Lara, ese fue el peor momento: «Cuando salí del examen fue un palo. Me sentí bastante mal, porque fui consciente de que lo que había hecho no iba a ser suficiente». En el caso de Bea se sorprendió de su propia reacción: «Estaba convencida de que lloraría fuese cual fuese el resultado: si aprobaba, de emoción; sino, de tristeza, pero no fue así». Aunque la sensación de malestar se prolongó: «La primera semana después del suspenso, a pesar de que intentaba tener la mejor actitud posible, es inevitable verlo como un fracaso, y eso hace mella en la moral», dice la aspirante de Narón. 

¿Cómo consiguieron reponerse? Bea se centró en sus aficiones: «Intenté combatirlo haciendo lo que me gusta: volví al gimnasio, quedé con toda la gente que pude, fui a conciertos, hasta pasear al perro». Aunque cuenta que ya empezó a trabajar en ello desde el propio momento de las pruebas: «Ya en el examen, al ver que no aprobaba, iba haciendo un trabajo de introspección sobre qué había pasado». O incluso antes: «Creo que el hecho de haber estudiado Psicología y haber tenido malas experiencias a lo largo de mi vida me permitieron gestionarlo de la mejor manera posible», afirma.   

Eso sí, antes de volver a empezar, tal y como recomiendan los preparadores, dedicaron un tiempo al descanso. Bea retomó a las tres semanas: «Tuve que parar y estar unos días simplemente sin hacer nada que tuviese que ver con la oposición». Lara se tomo el verano de vacaciones: «Me sentí muy abrumada, así que julio y agosto me los dejé para mí: sin estudiar y sin pensar en las oposiciones, y decidí volver en septiembre», cuenta.  

Ambas coinciden en que, sin duda, si para algo les ha servido el suspenso es para «aprender»: desde a «tener más paciencia» consigo mismas hasta «a tener un montón de respeto por las personas que se presentan a cualquier tipo de oposición». Pero ninguna de las dos ha tirado la toalla. Una decisión que ya habían tomado incluso antes de empezar el examen. «Las veces que haga falta» asegura que se presentará Lara Fernández: «Enseñar es lo que me gusta y sé que es lo que quiero hacer. No me veo dedicándome a otra cosa», defiende. Se suma Bea, aunque también asegura que intentará evitar agobios: «No quiero ponerme la presión de que tengo que aprobar el año que viene», explica. «Muchas veces, en la vida no tienes segundas oportunidades, pero con la oposición hay las que quieras», concluye Bea.