La Xunta adapta las estancias del Imelga en las que se recogen los testimonios de menores que son víctimas de delitos
26 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«La idea es que el niño que ha sido víctima de un delito sea entrevistado solo una vez y, de esa forma, evitar la revictimización. Y este tipo de sala lo permite». Noemí Morte, directora del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga), se refiere a la sala que el departamento forense de Galicia tiene en su sede de A Coruña, una de las seis que hay en las principales ciudades gallegas. Evitar la revictimización significa que los menores agredidos, casi siempre víctimas de delitos sexuales, sufran el menor impacto posible cuando tienen que contar lo que les ha pasado. Es lo que técnicamente se denomina prueba preconstituida, que en estos casos son testimonios grabados en un momento inicial del proceso que tienen total validez cuando se celebre el juicio, sin que el menor tenga que volver a pasar por el trance de declarar otra vez y volver a recordar.
En realidad, este tipo de habitaciones responden a las características de la sala Gessel, la que se utiliza en interrogatorios policiales y ruedas de reconocimiento y en la que el que declara no ve a quienes están detrás de un espejo. La sala que se presentó ayer en A Coruña es otra cosa. Lo explicó Diego Calvo, conselleiro de Presidencia, Xustiza e Deportes, que visitó junto al director xeral de Xustiza, José Tronchoni, la estancia, ubicada en el antiguo edificio de la Audiencia de A Coruña, y que fue reformada para que sea más acogedora para los menores. «Tratamos de hacer así la Justicia un poco más amable a los ciudadanos, en este caso a los más vulnerables. En los procedimientos en los que se necesita que ellos participen, las testificales se realizan en un entorno con mayor grado de confianza y en una sola vez», aseguró el conselleiro.
Las salas parecen aulas de juegos infantiles. Hay mesas y sillas pequeñas, encerados con figuras, puzles y libros de cuentos. «Tenemos juegos para romper el hielo con los niños, puzles y figuras que pueden ir uniendo». Eso sirve para que el menor exteriorice de una manera suave lo que le ha pasado. Ese es el entorno más amable, pero la sala tiene que ofrecer las condiciones necesarias para acoger testimonios que tengan validez jurídica. Y por eso disponen de los avances tecnológicos que permiten conectar en directo con cualquier juzgado o despacho judicial. También hay cámaras situadas estratégicamente que permiten grabar todo lo que ocurre en la sala.
En la prueba preconstituida, la ley establece que debe haber un equipo psicosocial que realice la valoración del menor y de su entorno social. En este acto se valora el grado de madurez de los niños, «y al estar entretenidos descargan la tensión y hablan de forma espontánea, sin verse sometidos», señala Berta Rodríguez, responsable de la delegación del Imelga en A Coruña. Se trata de que el menor esté lo mejor posible cuando un juzgado solicita la prueba preconstituida y hay que tomarle testimonio. El objetivo es que el niño no se vea impactado y no esté en un despacho rodeado de togas. «Hacemos la entrevista en esta sala para que le impacte menos. Le decimos que vamos a grabar y antes hablamos del cole o de sus aficiones», explican desde el Imelga.