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La singularidad fue la hoja de ruta fijada por Terras Gauda en su apuesta por crear vinos exclusivos. Un reto alcanzado a base de invertir en proyectos de I+D+i para extraer todo el potencial del terruño y de las variedades autóctonas: albariño, caíño blanco y loureiro, que imprimen su carácter definitivo. Consciente del valor de la tierra, la sostenibilidad ha guiado los procesos desde las 160 hectáreas de viñedo propias hasta la bodega. Preservar el legado vitivinícola y poner en valor el arraigo al territorio son las líneas maestras del pasado, del presente y del futuro. Unas directrices asentadas sobre una convicción: ser pioneros en investigación, lo que ha marcado los matices que distinguen a los vinos.

La senda de este camino se emprendió con el proyecto de selección clonal de uva albariña, en colaboración con la Misión Biológica de Galicia-CSIC, organismo con el que se patentó una levadura ecotípica exclusiva, extraída del propio viñedo, para reforzar el carácter varietal y los aromas frutales.

La segunda patente se orientó al desarrollo de un novedoso proceso sobre lías de albariño y, la tercera consistió en aislar un microorganismo propio del caíño blanco, que garantiza la elaboración de vinos únicos.

Apostar por el territorio

Con este afán por crear una personalidad distinguida valorizando las variedades autóctonas, se ha construido una seña de identidad definitiva para el posicionamiento de la bodega en todo el territorio nacional y en más de 70 países de todo el mundo. Estas han sido las claves para la conquista de estos mercados y de la expansión geográfica, con Estados Unidos, el Reino Unido, Noruega y China a la cabeza.

El buque insignia, Terras Gauda, representa fielmente los valores asociados a la bodega. La añada 2022 lleva un 70 % de albariño, 23 % de caíño blanco y 7 % de loureiro. «El vino impresiona en boca por su carácter, estructura y carnosidad, llenando el paladar con su untuosidad y sensación aterciopelada. A la vez resulta fresco, vibrante y muy vivo, gracias a su excelente acidez, ofreciendo un final de boca placentero y amable».

La apuesta por la diferenciación, cobra especial significado en La Mar, un vino con el que la bodega recuperó el caíño blanco como mayoritario (98%) por sus cualidades enológicas, que lo convierten en un icono de singularidad y, tan apegado a sus raíces, que lo hacen único en el mundo. La recomendación es que, debido a su especial modo de elaboración y al carácter de la variedad, debemos descorchar la botella un tiempo antes de su consumo.

Excepcionalmente diferente es también el Etiqueta Negra, que lleva prácticamente las mismas proporciones de las variedades del Terras Gauda, que se completa con una fermentación en fudres y barricas de roble, además de una lenta crianza sobre sus lías.

Y en su catálogo, esta bodega tiene Abadía de San Campio, monovarietal de albariño, elaborado con uvas de los viñedos de mayor altitud, menor humedad y una diferencia de temperaturas más amplia entre el día y la noche. Un vino muy fresco, de gran intensidad aromática y gran suavidad en boca.