Vicente garrido publica «Cómo sobrevivir a una ruptura», una novedosa guía para tratar de llevar por el mejor camino la separación de la pareja en la que también se dan los mejores consejos para actuar y detectar a aquellos cónyuges manipuladores, psicópatas o con trastorno límite de personalidad, entre otros perfiles
15 sep 2013 . Actualizado a las 15:48 h.Vicente Garrido Genovés (Valencia, 1958) es doctor en Psicología, profesor en la Universidad de Valencia y novelista de éxito (ha escrito junto a la coruñesa Nieves Abarca Crímenes exquisitos y Martyrium). El día 18 sale a la venta su último libro, Cómo sobrevivir a una ruptura, en el que también hace uso de sus conocimientos de perfilador criminal, ya que describe cómo actuar ante ex con psicopatías varias. Asegura que la obra responde a una petición que varios allegados le hicieron: «Me solicitaron una guía para aprender a afrontar una ruptura y concebí la obra desde mi experiencia profesional acumulada durante años en juicios de divorcios particularmente duros que me habían puesto ya sobre aviso de que es realmente necesario afrontar esta situación con las ideas claras, sabiendo qué es lo mejor para nosotros y para nuestros hijos».
-En su libro deja claro que es mejor adoptar una postura madura y responsable ante un divorcio o una separación. Eso significa, por ejemplo, ser muy generoso. ¿O puede tener costes a largo plazo el tratar de evitar conflictos a toda costa?
-Hay que distinguir siempre entre las parejas que tienen hijos pequeños y las que no. Las que no tienen o estos son ya mayores pueden permitirse el lujo de llevarse mal: el perjuicio de esa mala relación es, sobre todo, para ellos mismos. Ahora bien, cuando hay niños lo fundamental es que nuestro fracaso como pareja no se extienda a la vida de ellos más que lo imprescindible. Llevarse bien con el ex es generosidad hacia tus hijos, y no tanto hacia el otro. Salvo que la otra persona sea una manipuladora o tenga una personalidad trastornada, la generosidad es algo que revierte al final sobre uno mismo. Claro está que esa buena voluntad ha de ser cosa de ambos: evitar conflictos solo tiene un coste si con ello se renuncia a aspectos que son importantes para uno mismo o los niños.
-También apunta cinco factores de riesgo que propician los divorcios, entre los que se encuentran las causas económicas, bajo nivel cultural y aportar hijos de otro matrimonio. ¿Las estadísticas confirman entonces las visiones más tradicionales de los matrimonios?
-Estos son factores relativos a la composición de la familia y otros elementos que la rodean; los más importantes tienen que ver con el modo en que se relaciona la pareja. Dicho esto, no cabe duda de que el estrés de una vida en precario complica mucho la relación amorosa. Aportar hijos de otro matrimonio introduce también elementos de tensión, por razones fácilmente comprensibles. Esto es independiente de la visión que tengamos del matrimonio, más tradicional o moderna. Lo que está claro es que el divorcio es mucho más común de lo que se pueda pensar en España. En el año 2011 se contabilizaron nada menos que 117.179 rupturas matrimoniales definitivas, de las cuales un total de 68.851 fueron de mutuo acuerdo y las 48.328 restantes terminaron con pleitos y las consecuentes trifulcas. A estos datos hemos de sumar las separaciones de las parejas de hecho: en el año 2011 hubo 7.347 separaciones, de las cuales 4.872 fueron de mutuo acuerdo y las restantes 2.475 sin consenso, y casi todas se dirimieron en los juzgados también. Tenemos que concluir, entonces, que el divorcio es una realidad extraordinariamente frecuente en nuestra sociedad. Otra conclusión inquietante que dejan clara las cifras anteriores es la gran cantidad de divorcios sin acuerdo, es decir, donde los cónyuges van a pelear ante un juzgado por cuestiones como pensiones, división de bienes y, sobre todo, la custodia de los hijos: son nada menos que el 60 %.
-Usted define dos figuras muy perniciosas: el hombre manipulador y la mujer voluble totalmente dependiente. ¿Cuál es la peor?
-El hombre manipulador reúne un perfil egocéntrico y explotador; la mujer muy dependiente que describo en el libro también es manipuladora, pero lo hace para reducir su ansiedad y su zozobra ante las relaciones, y no con el deseo íntimo de explotar al otro. Es difícil elegir, hay grados y variedades... En general, tener a alguien que te ve como un trofeo o como un sujeto digno de ser exprimido no es una buena cosa, pero está claro que las mujeres muy dependientes tampoco te van a hacer feliz precisamente.
-¿Encajaría Bretón, al que ha dedicado su anterior libro, «El secreto de Bretón», en alguna de estas figuras?
-José Bretón tiene rasgos de psicopatía importantes, estaría en ese primer grupo, aunque su deseo de explotar al otro (en este caso, su exmujer) no se concibe en un sentido económico o social, sino de someterlo para poner de relieve el poder y el control que desea tener sobre los demás, es decir, para fortalecer su autoconcepto.
-Y asegura que la capacidad de los psicópatas para «manipular y engañar, en muchos casos, supera la habilidad de los técnicos que los examinan»: ¿qué se puede hacer en estos casos?
-Lo más importante, informarse bien sobre esa patología; no apresurarse, ver más allá de las palabras amables, observar la información con cuidado y contrastarla mediante diversas fuentes... Pero lo primero es convencer a los jueces, fiscales y abogados de que estos seres existen y en ocasiones toman medidas totalmente equivocadas por no ser capaces de identificarlos, dañando gravemente a los niños a su cargo.
-Durante toda la obra menciona, casi como eje central, el proceso que el impacto de separación puede tener en los niños: ¿cuál puede ser el riesgo máximo?
-Es difícil predecir esto, porque un mismo comportamiento negativo de los padres puede tener efectos diversos, de acuerdo con las características del niño. Algunos son muy resistentes, y aguantan mucho; otros son más delicados y frágiles... En estos una relación hostil constante entre los padres puede generar dificultades importantes en su desarrollo emocional y en su rendimiento escolar, particularmente si tal relación se produce entre los cuatro o cinco años y el fin de la infancia, en torno a los doce años.
-¿Hay algún tipo de salvavidas que se puede adoptar al inicio de una relación que permita indicarnos los riesgos que corremos si hay un divorcio?
-En general, cuanto peor es la persona en la relación peor será el divorcio. Un amor fallido entre dos personas cabales suele llevar a un acuerdo; cuando uno de los dos o los dos se dejan llevar por la ira y el resentimiento el conflicto es inevitable; y cuanto más mezquino se sea en la relación, más problemas habrá en el divorcio.
-¿Es cierto que muchos abogados de familia se quejan de que dan más apoyo psicológico que legal?
-Un buen abogado debe saber escuchar y ser paciente; eso es siempre, pero más en el ámbito de la familia, porque las personas están heridas, desorientadas y buscan consuelo. Eso no quita para que el consejo legal sea la labor prioritaria del letrado, como es lógico.
-¿Qué falta y falla en los equipos de valoración?
-En general falta tiempo, y algunas veces falta preparación y sensibilidad para atender a las familias y escudriñar la verdad, pero es cierto que es una labor ardua y compleja, sobre todo si los excónyuges no colaboran. Algunas veces puede ser realmente desesperante.
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La editorial Ariel (del sello Planeta) publica esta obra, que se presenta como una «guía para la recuperación emocional y la disputa legal» en los procesos que terminan con disputas en los juzgados, que suponen más de la mitad de los casos de rupturas sentimentales en España