El confesor de la Duquesa manifiesta que «ha muerto en paz» y destaca su labor de mecenazgo y sevillanía

Europa Press

GENTE

Julio Muñoz | EFE

Un viejo amigo de la aristócrata cree que la ciudad queda «con muy poco color» tras su muerte

20 nov 2014 . Actualizado a las 17:43 h.

El sacerdote Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, confesor de Cayetana Fitz-James Stuart y Silva y capellán de su familia, ha manifestado este jueves que los restos mortales de la duquesa de Alba descansarán finalmente en el santuario de la hermandad de los Gitanos, hermandad de la que era hermana, camarera de honor y gran benefactora. El sacerdote, además, ha manifestado que la aristócrata ha muerto «ha muerto en paz, rodeada de todos sus hijos y acompañada del auxilio de Dios».

Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp ha estado presente, claro está, en la capilla ardiente instalada en el salón Colón del Ayuntamiento de Sevilla con los restos mortales de Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, XVIII duquesa de Alba, XI duquesa de Berwick y 14 veces Grande de España, después de su traslado desde el palacio de las Dueñas.

A las puertas del Ayuntamiento, frente a las numerosas personas que se han acercado hasta allí para dar un último adiós a la conocida aristócrata, ha mostrado su «tristeza» por la muerte de la duquesa de Alba, explicando que «ha muerto en paz, rodeada de todos sus hijos y acompañada del auxilio de Dios». «Se ha ido apagando poco a poco. No ha sufrido», ha manifestado reconociendo que la aristócrata era consciente de que su tiempo se acababa cuando estaba ya en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

El sacerdote ha explicado además que la duquesa de Alba será enterrada, finalmente, en el santuario de la hermandad de los Gitanos, en una de sus capillas laterales, en el lugar designado de común acuerdo entre la junta de gobierno de la hermandad y la Casa de Alba. En ese sentido, el confesor de la duquesa ha recordado la especial vinculación de la aristócrata con esta famosa hermandad de Sevilla, una hermandad a la que de hecho pertenecía. En concreto, la aristócrata era hermana, camarera de honor, medalla de oro de la hermandad y gran benefactora de la misma.

Y es que según el sacerdote, la duquesa de Alba tenía «clavada la espina» de no haber nacido en Sevilla. «Ella nació en Madrid, la ciudad la adoptó y la hizo hija predilecta, pero para ser un sevillano de los pies a la cabeza uno tiene que morir en Sevilla», ha sentenciado.

Finalmente, el sacerdote ha ensalzado la «labor de mecenazgo» desarrollada por Cayetana Fitz-James Stuart y Silva a lo largo de toda su vida, en referencia a «las miles de asociaciones benéficas, hermandades, conventos y asociaciones de todo tipo que ha mantenido, día tras día, año tras año», gracias a los fondos de su familia. «El mecenazgo que ha hecho no se ha circunscrito a mantener su propio patrimonio, porque incluso ha dedicado más cuantía a la caridad», ha enfatizado.

También ha hecho declaraciones a los pies del Ayuntamiento Carlos Telmo, un viejo amigo de la Duquesa de Alba que se mostraba seguro de que «todos» recordarán su figura y su papel en la ciudad de Sevilla. Ha rememorado que él la conoció allá por 1971 o 1971, en la popular calle Betis, manifestando que ella misma se definía como una persona «sencilla» y precisamente eso transmitía. Sevilla, a su jucio, queda tras su muerte «con muy poco color», porque «ella le daba este color especial» a la ciudad.