La aristócrata, que se casó en terceras nupcias con Alfonso Diez en el 2011, tiene seis hijos
20 nov 2014 . Actualizado a las 18:38 h.La Duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, decidió plantar cara en el 2011 a todos aquellos que cuestionaban las intenciones del que poco tiempo después se convertiría en su marido, el exfuncionario Alfonso Díez. Sentados en la misma mesa, los seis hijos de la mujer que más cargos nobiliarios ostenta hasta la fecha, descubrieron la resolución de una de las cuestiones más peliagudas a las que esta familia se enfrentaba: ¿qué parte de la herencia le toca a cada uno?
Títulos, fincas y una nutrida colección de obras y artículos históricos conforman el jugoso patrimonio de la duquesa de Alba, una cartera que, tras ser repartida entre los sucesores de la noble familia, ha beneficiado de una forma especial a tres de sus hijos: Carlos, Alfonso y Cayetano.
Carlos Fitz-James Stuart, primogénito de la duquesa, recibirá junto con el título que le corresponde como sucesor natural del título todo un paquete de propiedades. La Fundación Casa de Alba y sus palacios de Liria y Monterrey, la colección que suman el medio de centenar de ducados, marquesados y condados que actualmente posee Cayetana (y la implícita responsabilidad de preservar el pedazo de historia que a partir de ahora pasará a sus manos) además de un buen puñado de domicilios en alquiler y otras tantas fincas rústicas (entre las que destacan uno de los mayores latifundios de Córdoba), son solo una parte del jugoso legado que llegará a sus manos con la muerte de su madre.
A sus 66 años, al duque de Huéscar, licenciado en Derecho en la Universidad Complutense de Madrid, la gestión de su patrimonio no le supondrá ninguna novedad, ya que desde hace años comparte con su madre esta engorrosa tarea. Es él quien se encarga, como vicepresidente, de las tareas típicas de la fundación, una tarea que compagina con la dirección de casi todas las empresas que posee la aristócrata.
Fernando Fitz-James Stuart y Solís, nieto de la duquesa y primogénito del actual heredero de la Casa de Alba, también recibirá su parte del jugoso pastel, ya que a él le correspondió en el reparto el palacio de Las Dueñas, en Sevilla. Con solo 24 años, el joven se convertirá en propietario de una finca con más de 9.400 metros cuadrados que abriga a una colección de más de 1.425 bienes del Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz.
Alfonso Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart, segundo hijo de Cayetana y quien actualmente ya ostenta el título de duque de Aliaga, sumará a su cartera de propiedades varias parcelas rústicas y la finca del antiguo castillo de El Tejado, además de siete de los títulos que actualmente posee su madre. Conde Guimerá, conde de Ribadeo, duque de Híjar, conde de Aranda o de Palma del Río, serán algunos de los excelentísimos que a partir de ahora le acompañarán.
Jacobo Fitz-James Stuart, conde de Siruela y fundador y director de la editorial que lleva el nombre de su título, es sin duda el peor parado. A su cartera solo sumará algunas fincas rústicas. Castigado por su matrimonio con la periodista Inka Martí, Cayetana ha pagado con una escueta herencia el conflicto que desde hace unos años tiene en pie de guerra a su tercer hijo.
Fernando Martínez de Irujo, marqués de San Vicente del Barco, y que actualmente es empleado de un banco, heredará la mansión de Las Cañas, en Marbella y varias propiedades agrícolas.
Por su parte, Cayetano Martínez de Irujo, se convertirá en el nuevo propietario del palacio que la duquesa tiene en San Sebastián, una gran finca de 20.000 metros cuadrados que pertenecía a los duques de Sotomayor. Pero el feudo de Cayetano se extenderá aún más allá, y a su ya gruesa cartera sumará un gran latifundio en Sevilla así como varias explotaciones familiares.
A Eugenia Martínez de Irujo, duquesa de Montoro y con la que Cayetana tiene una especial relación, será la dueña de la espectacular mansión de Ibiza, Sa Aufabaguera así como del cortijo de la Pizana, una finca de 600 hectáreas en Sevilla que ya heredó en 1998 como regalo por su enlace con el torero Francisco Rivera Ordóñez.
El gran damnificado es sin duda Alfonso Díez, quien antes de pasar por la vicaría y convertirse en consorte de la duquesa de Alba se vio obligado a firmar una serie de cláusulas con las que renunciaba a «cualquier título, derecho u honores que le pudiera corresponder fruto de su matrimonio». De esta forma, después del fallecimiento de Cayetana, Alfonso Díez pasará de tenerlo todo como consorte a no tener nada.