Los vigueses encadenaron en Girona su tercera derrota consecutiva a domicilio
27 feb 2018 . Actualizado a las 23:55 h.Hace poco más de un mes el Celta era un equipo temible a domicilio, pero de repente ha encadenado tres derrotas consecutivas en un calendario que a priori no era el más exigente. En Girona bastó un gol de Portu en una jugada en donde el portero Rubén Blanco pudo hacer algo más, porque los célticos tuvieron el balón y vivieron en campo contrario pero pecaron de precipitación y apenas crearon ocasiones claras. Por contra, y en el mar de facilidades defensivas habituales, a balón parado los centrales del Girona tuvieron las oportunidades más claras.
Parecía que el Celta salía con la lección aprendida después de las derrotas consecutivas ante Alavés y Getafe. De hecho Maxi Gómez puso a prueba al canadiense Bono con un disparo de media distancia. Pero la salida a Montilivi enseguida se torció. El tiempo que tardó el Girona que tirar de pizarra y dibujar un córner sacado en corto y al piso para que el balón llegase a Portu, que solo tuvo que meter el balón entre los tres palos y firmar el gol con la colaboración de Rubén, que estuvo muy blando y lento de reacción.
El gol descompuso a un equipo que presentaba la novedad mayúscula de Jozabed en la medular y las esperadas de Roncaglia y Emre Mor. Fue el turcodanés el único punto de luz en el Celta y el que tiró para intentar reflotar al colectivo. Dos carrerones suyos fueron el combustible para pensar en un resultado mejor, aunque en el primero hincase la rodilla en el balcón del área y en el segundo su pase filtrado para Maxi se encontrarse con el pie salvador de Juanpe.
Aunque sin mucha profundidad, y muy lentamente, el Celta se fue recuperando, pero las pérdidas de balón y las facilidades atrás convertían el duelo en una especie de lotería. De hecho, antes del descanso el central Jonas Ramalho remató a placer otro saque de córner, pero en este caso Rubén respondió con criterio.
En el segundo tiempo el Celta vivió casi de un modo permanente en campo contrario. Con Iago Aspas actuando casi como un centrocampista más y con Emre Mor como el jugador más incisivo y desequilibrante, aunque el turcodanés dejaba de ser determinante cuando se adentraba en el área de un Girona que no tuvo ningún problema en entregarle el balón al contrario y montar su cuartel general en la frontal del área propia.
A la espalda de los centrales
Curiosamente el dominio solo tuvo correspondencia cuando los vigueses metían balones a la espalda de los centrales. Ahí fue protagonista Iago Aspas en dos ocasiones. En la primera ensayó su característica vaselina sin éxito y en la segunda inventó un pase para que Maxi Gómez pudiere rematar la faena, pero el charrúa no le entendió en ningún momento. La tercera oportunidad fue un centro de Maxi Gómez que sacó la defensa.
El Girona no tuvo el balón, pero casi igualó las ocasiones, todas ellas a balón parado y en lances que invitan a la reflexión. Sus tres centrales llegaron a rematar en alguna ocasión, aunque ninguna de ellas cogió portería.
La derrota impide al Celta tener una continuidad en los resultados que parece primordial si todavía tiene esperanzas de estar en competición europea el próximo curso. De momento Girona y Betis (con un partido menos) ya están por delante y de nuevo tocará remar desde atrás.