El técnico portugués salvó por tercera vez en 13 partidos su puesto en el Celta
25 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.«Yo no estoy muerto», dijo Miguel Cardoso después de salvar su puesto de entrenador por tercera vez en trece partidos desde que llegó al Celta. Porque el portugués se jugaba el puesto ante el Sevilla y resistió, salvó la cabeza la semana pasada tras el esperpento ante el Levante pero con Vitoria como ultimátum y el punto de Mendizorroza le da una nueva tregua para seguir al menos hasta el partido ante el Eibar en Ipurúa el próximo domingo a las 12 de la mañana.
Cardoso llegó a mediados de noviembre como sustituto de un Mohamed que se ha armado de disculpas para justificar su despido desde que llegó a Argentina. El luso cambió el desorden por el método y en su arranque, tras perder en Anoeta y tirar la Copa, encadenó dos victorias consecutivas ante Huesca y Villarreal que hicieron pensar que había dado con la tecla. Pero no fue así, llegó enero y con la lesión de Iago Aspas el equipo se vino abajo por completo sin que llegasen soluciones desde el banquillo.
El 4-2 de Vallecas ante el Rayo Vallecano (11 de enero) lo puso por primera vez en la picota, aunque no fue hasta la derrota en Pucela (la quinta consecutiva) cuando Carlos Mouriño tuvo que romper su sepulcral silencio para pedir unión y mostrar su confianza en el técnico, pero sin llegar a asegurar que seguía siendo entrenador en caso de derrota ante el Sevilla. Y llegado el día salvó el puesto con un gol de Okay Yokuslu en estrategia y tras dar un matiz defensivo a su idea de juego con un 1-4-1-4-1 como apuesta táctica.
La tregua a Cardoso le duró dos partidos. La actuación arbitral tapó la derrota de Getafe pero el Levante una semana después le sacó los colores a todo el equipo. El sonrojante 1-4 invitaba a pensar que el portugués estaba fuera del Celta pero los jugadores intercedieron por su entrenador, especialmente el núcleo duro, lo que unido al pánico que tenía la cúpula a una segunda destitución le sirvió para llegar a Vitoria.
Lo hizo con la consigna clara de fortificar el sistema defensivo para cortar la sangría de goles (43 en contra) y sabiendo que una derrota le llevaría al paro por segunda vez en esta temporada (antes había sido destituido en el Nantes). En Mendizorroza el equipo hizo los deberes, selló su portería y sacó un punto y ese empate le sirve para salvar una tercera vida y continuar al frente del equipo. El primer paso para la salvación, y su continuidad está dado, pero debe ir más allá. El Celta necesita sumar de tres en tres para salir del pozo.