El abuelo que cogió un avión por primera vez para ver al Celta

La Voz VIGO

GRADA DE RÍO

CEDIDA

Carlos Rodríguez Saínza, de 82 años, es uno de los decanos de los desplazamientos que realiza con su nieto para ver al equipo

07 dic 2019 . Actualizado a las 09:39 h.

Carlos Rodríguez Saínza tiene 82 años, pero el mismo espíritu que su nieto David, a quien no solo le paga el carné de socio del Celta sentándose a su lado -y junto a su hermana- en Balaídos en cada partido, sino que también le acompaña a un buen puñado de desplazamientos del equipo. «Ya es famoso en los viajes del Celta, algunos ya se acuerdan de ‘ese señor’ que vieron otras veces. Sorprende porque no es habitual viajar con esa edad», indica el nieto. Los dos son miembros de la peña Irmandiños 1923.

Hace unas cinco temporadas, calcula David, del primer desplazamiento de Carlos. Antes, el primero solía acudir solo, pero a su abuelo le picó el gusanillo. «Es mayor, pero le apetece hacer cosas nuevas ahora que puede y tiene tiempo», comenta. Entre esas cosas nuevas estuvo una muy especial: «Nunca antes había montado en avión hasta que fuimos al Barcelona-Celta. Le costó un poco decidirse, pero dijo que por el Celta lo hacía y ahora solo quiere ir en avión».

Ahora David y Carlos tienen fijado como objetivo hacer un mínimo de dos o tres viajes por temporada. El trabajo del primero es el principal condicionante. «El siguiente al que nos gustaría ir es al de Bilbao, pero dependerá de si trabajo ese fin de semana. Él está todo el rato preguntando a cuál vamos, tiene siempre muchas ganas».

De hecho, la manera de vivir el celtismo de uno y otro es bastante similar pese a la diferencia de edad. «Anima mucho, lleva bufanda y todo eso. Igual yo lo vivo un poco más, pero la diferencia es poca», comenta. David cuenta que Carlos fue precisamente la persona que le inculcó el celtismo desde niño. «Fue el que me llevó por primera vez a Balaídos. Él lleva ocho o nueve años porque cuando trabajaba a turnos no podía, pero me cuenta que a veces veía el partido entre los ladrillos que estaban rotos o se subía a los árboles».

Para David es todo «un orgullo» poder acompañar al Celta con su abuelo. «Estoy encantado de que podamos compartir estos momentos. Hasta ahora los mejores recuerdos son de Barcelona, Valencia y Sevilla y ojalá que podamos seguir sumando muchos más».