Una tarde-noche a la que solo le faltaron dos puntos más

LA VOZ VIGO

GRADA DE RÍO

XOÁN CARLOS GIL

El celtismo disfrutó de música y actividades y protagonizó un gran recibimiento

14 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

La fiesta en la tarde de ayer en Balaídos por el inicio del centenario de Celta fue in crescendo desde que comenzó a sonar la música a las cuatro de la tarde y hasta el inicio del partido, con el recibimiento como momento culmen. La afición respondió en masa a la convocatoria en una tarde festiva en la que las colas por las bufandas del centenario, reservadas a abonados menores de quince años, fueron madrugadoras -aunque avanzaban rápido-.

Las primeras horas de la previa fueron para los más pequeños. Hinchables, globos y pintacaras, aparte de las bufandas, hicieron las delicias de los miudiños. Y algunos de los mayores se pasaban por la cantina de Tribuna, pero eran los menos. Desde allí se escapaban algunas mirada hacia los avances de Marcador, cuyas obras estaban a pleno rendimiento en ese momento.

El ambiente fue a más a medida que se acercaba la hora del inicio del concierto de Keltoi! y el color celeste fue tomando la explanada de Tribuna. No faltaron los dos grandes himnos celtistas que todo aficionado del club vigués conoce: 1923 para abrir y para cerrar y, justo antes de que sonara por segunda vez, lo hicieron los acordes de Unhas cores, un sentimento.

Entre medias, Miguel Costas se subió al mismo escenario con los miembros de la banda para tocar dos clásicos que hicieron las delicias de todos: Miña terra galega y Bailaré sobre tu tumba. Costas se despedía con un «hoy ganamos» que no se iba a cumplir, pero casi. Antes, el cantante de Keltoi!, Sime, recordó al introducir su tema Por eles a los celtistas que faltan, mencionando a algunos: «Por Pepe, de Comando; Juan, de Siareiros; Marcos, de Vilalba; Lion; Manolo, de Matamá...», enumeró. También recitó los nombres de un buen número de peñas presentes en el recital como reconocimiento al celtismo de todos los puntos de Galicia y antes de interpretar Vigo, apuntó: «Aínda que quixeron desligar o clube da nosa cidade, sempre sera o Celta de Vigo».

Nada más terminar el concierto, el celtismo comenzó a esperar impaciente la llegada del equipo. Las vallas ponían más distancia de la deseada entre la afición y el vehículo —«muévela más, no sea que no quepa el autobús», decía alguno con ironía—, pero eso quedó en anécdota entre los cánticos de apoyo, las bengalas y el entusiasmo generalizado. En el interior del campo se dieron cita 13.931 espectadores.

Carvalhal agradeció luego al celtismo. «Fue una recepción fantástica y los jugadores hicieron todo para retribuir el cariño. Así me gustaría que fuera en el futuro, que los jugadores den todo en el campo y la afición, fuera». El apoyo continuó dentro, aunque se oyó algún silbido con el cambio de Mingueza. El gol y la celebración vikinga fueron el momento cumbre junto con un final de comunión entre jugadores y afición.