La carrera de obstáculos de Fer López

GRADA DE RÍO

Fer López ha sido uno de los máximos goleadores del Celta Juvenil A en liga.
Fer López ha sido uno de los máximos goleadores del Celta Juvenil A en liga. XOAN CARLOS GIL

El canterano del Celta, que hoy inicia la Copa de Campeones Juvenil, ha jugado con el C Gran Peña, debutado con el B y entrenado con Carvalhal; su tardío desarrollo físico casi le aleja del club vigués

10 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

El Celta Juvenil A, que hoy afronta la ida de cuartos de la Copa de Campeones frente al Las Palmas (20.00 horas) es un conjunto coral, con seis jugadores que rondaron la decena de goles y varios que estuvieron con equipos superiores. El caso más llamativo es el de Fer López (2004), con ficha juvenil —nueve goles—, once partidos con el C Gran Peña —un gol—, debut con el B y algún entrenamiento con Carlos Carvalhal. Quienes le conocen destacan que es pronto para saber si llegará al fútbol profesional, pero coinciden en que ya ha sorteado muchos obstáculos.

Sus primeros pasos fueron en el Cristo de la Victoria, donde se quedó un año extra cuando el Celta ya estaba detrás de él. La primera muestra de que ni sus padres ni él tenían prisa. «Varios compañeros se fueron antes. Formaba parte de un buen equipo y tenía condiciones, igual que otros», dicen desde ese club. Destacan que «manejaba bien la pelota, pero no era muy corpulento», aspecto que iba a marcar mucho su futuro a medio plazo.

Su primer club fue el Cristo de la Victoria vigués, de donde saltó al Celta.
Su primer club fue el Cristo de la Victoria vigués, de donde saltó al Celta.

Sus inicios en el Celta fueron muy positivos. Brilló, marcó muchos goles y despertó interés foráneo. «Le daban premios en torneos, llamaron de equipos importantes... Y de ser el niño bonito, pasas a desaparecer De jugar casi todo, a apenas participar. Es una historia curiosa», cuenta Jorge Cuesta, que le tuvo entrenando con él tiempo más tarde, en juveniles. Después de que viviera una cesión intermedia en el Rápido de Bouzas cuando no encontraba protagonismo en edad cadete con David de Dios.

Aquella disminución de su participación que desencadenó el préstamo venía dada por una maduración física más lenta que las de otros compañeros. «Sus niveles de fuerza iban por debajo y le costaba mucho más jugar», apunta Víctor Rodríguez, que le entrenó en ese año en el equipo aurinegro. En realidad, dos o tres meses, porque estalló la pandemia. «Fue el año que nosotros ascendimos a División de Honor Cadete, llega a un equipo ya hecho y no jugó mucho. El problema era la fuerza, porque calidad era de los que más tenían», recuerda.

El técnico boucense, no obstante, guarda un gran recuerdo de aquel chaval rubio y menudo, «siempre sonriendo y con una ilusión tremenda». Subraya, asimismo, que «preguntaba constantemente qué podía hacer para mejorar». Y considera que la experiencia le vino bien pese a que no encontrara los minutos que buscaba. «En el Celta vives a edades tempranas un fútbol más próximo al profesional. Fuera, es distinto, un club más humilde, conoces gente y también es otra manera de jugar», analiza.

El canterano -sentado, a la derecha- estuvo unos meses en el Rápido de Bouzas en el 2020
El canterano -sentado, a la derecha- estuvo unos meses en el Rápido de Bouzas en el 2020

A su vuelta al Celta, revela Cuesta, fue clave la figura de Claudio Giráldez para la continuidad de López. «Fue el que mas insistió para que se quedara. Veía que igual no estaba para competir mucho, pero pensó que había que tener paciencia e ir poco a poco», señala. Y constata que siempre vieron cosas en él: «Tenía buen manejo de balón, controles... La gente que es pequeña físicamente y tiene talento, lo desarrolla para escaparse, tiene otras herramientoas». Y llegó un momento en que consiguió que «su físico hiciera lo que su cabeza ya pensaba».

«Una mente privilegiada»

La madurez que le faltaba en lo físico la adquirió pronto en lo mental. «Era muy maduro, supereducado, inteligente. Una mente privilegiada», añade Cuesta, que pone el foco en el papel de sus padres en todo esto. También era diferente en su manera de tratar al resto: «Si venía alguien a prueba, estaba pendiente de él; si notaba que alguien no estaba tan integrado, iba a hablarle», relata. Y agrega que puso todo de su parte para la mejoría física, pues «trabajó mucho por su cuenta fuera, con un preparador físico».

La mentalidad ha marcado su camino, en su trayectoria futbolística y en sus estudios. «Lo mejor que tiene es la actitud. Trabaja duro y está dispuesto a aceptar consejos. Es muy competitivo y su pasión por el fútbol es increíble», describe Tom Rogers, profesor suyo entre el 2016 y el 2019 que quedo maravillado por «su ética de trabajo y su enfoque brillante hacia los demás y hacia el juego». Siempre que podía, se divertía con un balón en el recreo y «podía regatear por todo el campo; nadie le quitaba la pelota».

Rodríguez, ahora segundo del Rápido, se enfrentó a su exjugador este curso. «Era bajito y pequeño y ahora es alto y fuerte. Aunque sigue siendo delgado, no parece un juvenil por su tamaño», indica. Ni tampoco por su rol. «No es un titular que pase desapercibido, le buscan. Sabe dónde encontrar el balón, estar separado de su marca y tiene muy buena visión de juego», desgrana. Cuesta tiene noticias de que «si jugó en el Juvenil A fue por dar rendimiento al equipo; en el C lo hubieran querido tener todas las semanas y en el B también lo hubieran llevado más».

Al lado de Carvalhal, en uno de sus entrenamientos con el primer equipo.
Al lado de Carvalhal, en uno de sus entrenamientos con el primer equipo. RC CELTA