El legado de los que formaron parte de la historia y no pueden vivir el centenario

GRADA DE RÍO

Descendientes de Basilio Ferreiro; de izquierda a derecha: Marco (bisnieto), Ana (nieta), Adrián (nieto), Milo (bisnieto) y Lino (hijo).
Descendientes de Basilio Ferreiro; de izquierda a derecha: Marco (bisnieto), Ana (nieta), Adrián (nieto), Milo (bisnieto) y Lino (hijo). M.MORALEJO

Familiares y allegados de Basilio Ferreiro, Nolete, Pedrito, Las Heras, Padrón, Genaro Borrás, Jiménez, Mekerle, Marcial  y el joven aficionado Miguel recuerdan a estas figuras claves en el Celta en distintos ámbitos

28 ago 2023 . Actualizado a las 20:51 h.

Son muchas las personas que han formado parte de la historia del Celta pero que no podrán ver al club cumplir estos 100 años. Sí serán testigos sus familiares, y algunos de ellos recuerdan para La Voz con motivo de esta efeméride lo que significó el club vigués para sus seres queridos, la huella que han dejado en quienes les rodearon y cómo creen que habrían vivido ellos esta efeméride.

«El abuelo se sentiría feliz de ver que la familia sigue con su legado»

(Ana Ferreiro, nieta del antiguo abonado número 1, Basilio Ferreiro)

Durante los últimos años de su vida, y hasta que murió a los 98 en el 2015, el carné de abonado número 1 del Celta era «una de las posesiones más preciadas» de Basilio Ferreiro, recuerda su nieta Ana. «El 20 de agosto habría sido el cumpleaños del abuelo, pero si estuviera con nosotros, este año le habría hecho mucha más ilusión celebrar otro aniversario, el centenario de su Celta», señala.

Puede imaginar perfectamente cómo lo hubiera vivido él. «Se nos escaparía para ir a los actos, presentaciones, conciertos... cualquier cosa que se programase», añade. Ella pudo comprobar de cerca cómo «el amor a este club era tan fuerte que no le importaban los años, el Celta lo rejuvenecía y seguía teniendo la mirada de un niño cuando hablaba de él». Cuenta Ferreiro nieta que no concibe «al abuelo sin el Celta» y durante un tiempo le «costó pensar en el Celta sin el abuelo».

Está convencida de que, de estar aquí, Basilio hubiera sido «el primero en disfrutar del increíble himno de C. Tangana, en estar orgulloso de haber compartido el camino de este Celta centenario y se sentiría feliz de ver que su familia sigue con su legado, en sus nietos y sus bisnietos». Ella, por su parte, confiesa que cada vez que escucha el fragmento de ese nuevo himno de «Cada vez que mires atrás, sempre hei estar aquí», ella lo ve a él, «esté donde esté, sufriendo, disfrutando y sintiendo a su Celta, como hizo siempre».

CEDIDA POR LA FAMIIA COPENA

«Mi padre hubiera sido inmensamente feliz en el centenario, pero rabioso por ver que empezamos perdiendo»

(Ángeles Copena, hija de Nolete)

Ángeles Copena cuenta con orgullo que no es «nada futbolera, pero sí muy celtista». No le quedaba otra siendo hija de «del máximo goleador a partidos jugados del Celta», reivindica sobre la figura del mítico Nolete. «Para mi padre, el Celta era lo más importante de todo después de su familia. Yo ya no lo vi jugar, pero tengo fotografías, también del homenaje que le hicieron en el 42, que el dinero, que le correspondía a él, lo dejó íntegro para el club, que estaba en una mala situación».

Relata que luego fue profesor en el Santa Irene y alcalde de Baiona, pero sin que el Celta perdiera nunca el lugar prioritario que tenía en su vida. «Siempre contaba que lo quiso contratar el Real Madrid y estuvo a prueba un par de meses pero dijo que allí se moría de pena y que no se quedaba», relata. Si de algo presume ella es que, más allá de buen futbolista, «tenía fama de buena persona y dejó muy buen recuerdo en el Celta y en todos los que le conocieron, un hombre afable, divertido y, por supuesto, un padre estupendo».

En correspondencia con esa bondad, sobre el terreno de juego las referencias que tiene Copena hija son de su gran nobleza. «Era corpulento y, antes, la gente no era tan alta. Dicen que él siempre procuraba no herir a nadie, no lastimar. Era muy noble y eso, para mí, es más importante que meter goles. Es difícil encontrar una buena persona y que le guste el deporte por encima del dinero. Con sus defectos, era un hombre bueno», subraya.

Toda la familia es celtista y está pendiente del equipo. «¡Nos da cada sofocón! Mi padre, en este centenario, hubiera sido inmensamente feliz y hubiera ido a todo, pero también estaría rabioso por ver que empezaron perdiendo», imagina. Los Copena aún sienten el cariño del celtismo: «Los mayores lo recuerdan. Hace unos años, mi hija aparcó el coche en Balaídos y le dice su hijo: ‘Mira, el abuelo'. Había aparcado delante de una foto de mi padre sin saber que estaba allí».

M. Moralejo

«Irradiaba celtismo y en la familia sigue la influencia de su devoción»

(Teresa, Ana y Genaro Borrás, hijos del exmédico del Celta Genaro Borrás)

El corazón de Genaro Borrás era del Celta, dice su hija Teresa, que subraya que quien fue médico del club durante varias décadas «irradiaba celtismo» y su familia no es menos. «Era casi obligatorio ser del Celta por el sentimiento que tenía él, vigués y celtista, superaficionado», rememora. Su rol en la entidad, además, hacía que los suyos lo vivieran de una manera muy especial. «Íbamos con él a Balaídos. Hace 35 años, entrabas con él por el campo como si nada, con el privilegio de estar en la tribuna, detrás del banquillo, casi tocando a los jugadores. Nosotros somos todos celtistas por la influencia de su devoción», afirma.

Otro de sus hijos, Genaro, coincide en señalar que lo de su progenitor con el Celta era «pasión». «Lo recuerdo desde que yo era muy pequeño como un enamorado del club que nos lo inculcó. Nos llevaba a los vestuarios, nos enseñaba lo que era el celtismo. Es un gran orgullo», apunta. Y ellos se han encargado de transmitirlo a la siguiente generación. «Está muy arraigado en nuestra familia. Yo vivo en Madrid por motivos laborales, pero mi hijo pequeño, también Genaro, es muy, muy del Celta. Como todos», resume.

Teresa recuerda que cuando falleció el doctor terminaron de confirmar lo querido que era. «Reconforta mucho ya no pensar que era buen médico, sino que para los jugadores y el club era una persona importante. Das lo que recibes y él recibió tanto cariño porque su implicación fue la leche», destaca. Además, agradece que el club no ha dejado de tenerles en cuenta. «También por eso seguimos siendo todos tan aficionados, por el gran cariño que hemos recibido siempre del celtismo», ahonda. Su hermano añade que sigue hablando con personas que le conocieron y le transmiten que la admiración que sentían por él iba más allá de lo profesional: «Era afectuoso, alguien en quien poder confiar, una persona que generaba un vínculo de cariño y con la que gustaba estar», indica con orgullo.

El centenario «le hubiera pillado mayor, pero sería como una jubilación perfecta», imagina Teresa, que confiesa haber pensado mucho en esto últimamente. «Viendo cómo lo vivimos nosotros, que yo cumplí 40 y estoy motivadísima, imagina él, que hubiera vivido igual 50 años de la historia del Celta», plantea. Genaro hijo lo visualiza disfrutándolo «con orgullo y pasión» y siendo parte como pocos de una gran parte de la trayectoria del club. No les pone tristes pensar en el Celta al no estar ya su padre: «Han pasado 15 años y la pérdida está ahí, pero al contrario. Nos recuerda todo lo bonito de él», finaliza Teresa.

CEDIDA POR LUCAS GONZÁLEZ

«Voy de gira con la maleta del Celta y a la gente le parece raro; fue el club de la vida de mi padre»

(Lucas González, cantante de Andy y Lucas e hijo del excéltico Pedrito)

Lucas González es famoso por sí mismo por su carrera musical en el dúo Andy y Lucas, pero él mismo se ha encargado a través de los años de divulgar el vínculo especial que tiene con Vigo y con el Celta: es hijo del excéltico Pedrito, que fue jugador y entrenador del club, ligado al mismo durante una época muy larga y fallecido en el 2019. «Si te cuento lo que es el Celta en mi casa... Mi madre, a veces, se arrepiente de haberse vuelto. Fue muy feliz allí», señala.

No tiene dudas en señalar al Celta como «el club de su vida» en referencia a Pedrito, que no se hubiera perdido este centenario bajo ningún concepto. «Para él hubiera sido superespecial. Insisto en que ha sido el club de su vida y aunque todos sabíamos que el Celta iba a llegar a los 100 años, le hubiera encantado verlo. Seguro que hubiera preparado un viaje para ver algún partido o estar en algún acto».

De hecho, su viuda sigue viniendo a las comidas de la Agrupación de Veteranos, en las que el matrimonio era un fijo cuando Pedrito vivía. Y las amistades también permanecen. «Mi padre hizo muchísimos amigos en Vigo que son leales a día de hoy y, aunque él, que en paz descanse, ya no esté, siguen en contacto con ella». Tiene confianza con los utilleros, que le mandan algún regalo. «Yo mismo me voy siempre de gira con una maleta de apoyo del Celta. A todo el mundo le parece raro en uno de Cádiz», cuenta entre risas.

Pero Lucas también recuerda su etapa en Vigo estudiando en Carmelitas y le hacen percibir lo querido que era su padre cada vez que va, como sus hermanos. «Para mis padres ha sido su casa. Siempre queremos lo mejor para el Celta y hemos sentido el cariño en la ciudad en cada visita».

CEDIDA POR LA FAMILIA JIMÉNEZ

«Cayó en gracia en Vigo, se integró y se quedó; siempre quiso al Celta por encima de todo»

(Javier Jiménez, hijo de Manolo Jiménez, Filomatic)

Manolo Jiménez, apodado Filomatic, falleció en diciembre del 2021 y a su familia le ha quedado la pena de que no hay visto al Celta cumplir 100 años. «Me emociona pensar cómo lo hubiera vivido, como el que más, con todo lo que quería al Celta. Es una gran pena que me queda», se sincera. En su casa, todos son celtistas irremediablemente. «Cuando te crías en ese ambiente, es un tema recurrente y ya lo llevas ahí contigo», añade. Le hubiera encantado «verlo salir al campo y volverse a sentir arropado por la gente. Pero quedan muchos compañeros que seguro que se acordarán de él».

Recuerda ir al campo con él de niño, «estar con Luis Aragonés en Balaídos cuando ya se había retirado, entrar en el vestuario con los jugadores y que te hicieran bromas, mil anécdotas de ese tipo», relata. Insiste en que su padre, aunque vino de Triana, «era celtista y vigués», de la ciudad donde se crio Javier y nació su hermano. «Creo que cayó en gracia, se integró y se quedó desde que vino, a finales de los 60», precisa. Y proclama que su progenitor «siempre quiso al Celta por encima de todo».

BENITO

«Para mi tío Marcial, el Celta era su otra familia»

(Alfonso, sobrino del utillero Luciano Miranda, Marcial)

Se llamaba Luciano Miranda Rodríguez, pero todo el mundo en el Celta lo conocía como Marcial. El que fue utillero del club, entre otras funciones, estuvo ligado a la entidad durante alrededor de 40 años. «Al principio, estaba en mantenimiento, y cuando murió Magariños, pasó él a ser utillero», recuerda su sobrino Alfonso, que tiene grabado «lo mucho que disfrutaba» de sus tareas en el club de su vida. «Estuvo hasta que no le quedó más remedio que jubilarse», rememora.

Marcial tenía un trato cercano con los jugadores y no tardó en convertirse en «una persona muy querida» por gente como, menciona, Pedrito, Vicente o los hermanos Santomé. «Era mucho de contar anécdotas, de contar sus historias. Me acuerdo de que se llevó bien con todos los entrenadores, pero especialmente con Maguregui y Txetxu Rojo tuvo muy buena conexión», recalca. Su personalidad le hacía encontrar fácilmente la cercanía con quienes le rodeaban. «Se hacía querer. Era un cachondo, muy bromista. El rey de la fiesta en cualquier sitio al que iba».

Una vez jubilado, le hicieron un homenaje que su sobrino recuerda con mucho cariño. Luego, mientras estuvo bien, seguía yendo con su carné a Balaídos como un celtista más. «Solo dejó de ir cuando le amputaron la pierna, pero incluso entonces, a veces se animaba», revela. No le cuesta imaginar la ilusión que le hubiera hecho a su tío este centenario: «Para él el Celta era parte de su familia, o su otra familia».

Oscar Vázquez

«Ramón entregó su vida al Celta»

(Loli Barreiro, viuda de Ramón Allegue, Padrón)

A Loli Barreiro, «señora de Allegue», como ella añade, no le gusta el protagonismo. Siempre quiso estar a la sombra de su marido, Ramón Allegue, Padrón, mítico exportero fallecido hace dos años, pero hace una excepción para rendirle homenaje. «El Celta era de lo más importante que tenía, lo fue siempre. Me contaba que se lo quiso llevar el Barcelona y él dijo que de ninguna manera. Su ilusión era jugar en el Celta y lo hizo bastantes años, ya estaba allí cuando le conocí, con 17», recuerda.

Le duele recordar que «el Celta se portó muy mal con él; no es que le dijeran que era viejo y no valía, pero se lo dieron a entender», algo que, lamenta, le hizo mucho daño. «Él dio todo, entregó su vida de futbolista, que es corta, al Celta», añade. Recuerda que si se fue al Deportivo, algo que percibe que hubo gente que no entendió, fue porque el club de su vida dejó de contar con él y tenía que buscarse las castañas.

Pero durante el resto de sus días, siguió dedicando mucho tiempo al Celta, al documental que estrenó hace unos años y a escribir sobre el club. «Los colores del Celta para él eran muy importantes y si quieres mucho a alguien y como vas viejo, te dan una patada, no te agrada», insiste. Pero nada fue suficiente para mermar el amor que sintió por un club al que le hubiera gustado ver cumplir estos cien años, constata Barreiro.

ADRIAN SANTASMARINAS

«Estaría orgullos del club como lo estamos nosotros, su familia»

(Igor Las Heras, hijo del excéltico Antón Las Heras)

Antón Las Heras, fallecido hace algo más de dos años, nació en Bilbao, pero sus sentimientos eran otros: «Me hice vigués y celtista, es algo que se te mete dentro», contaba a La Voz en el año 2013. Uno de sus hijos, Igor, recalca que para su padre «el Celta era su vida y su pasión, siempre recordó con cariño sus años de profesional y mantuvo grandes amigos celtistas».

Futbolista del equipo vigués durante diez temporadas, entre los años 1958 y 1968, Igor imagina cómo su padre «hubiera disfrutado de la celebración de estos cien años de historia de la que él también fue parte». «Sin duda, estaría, como lo estamos nosotros, muy orgulloso de nuestro club y de todos que han formado parte en su pasado y de los que actualmente están escribiendo su presente», destaca.

CEDIDA - FAMILIA WAIDEDE FIGUEIRIDO

«A ninguno de los clubes donde jugó lo quería tanto como al Celta»

(Germán Waidele, hijo de Mekerle)

Germán Waidele, hijo del mítico Mekerle, evoca la imagen de su padre, ya en los últimos años de su vida, «con un pin con el escudo del Celta en la chaqueta; donde iba, lo llevaba». Constata que jugó en varios equipos y finalizó su carrera futbolística en el Hércules, «al que también quería, pero no como al Celta, un club que era demasiado para él», clarifica. Siempre se juntaban los fines de semana para ver los partidos juntos: «El Celta era su pasión».

Él vivía en Alicante, pero «solía ir a Vigo a ver a la familia y, si coincidía con algún partido, iba al campo a verlo; ahora, con el centenario, seguro que lo disfrutaría como el que más», apunta su hijo. En la ciudad mantiene su familia un puesto de flores en el cementerio de Castrelos. «Cómo no, son del Celta a muerte. A mí, cuando me preguntan, también digo Celta de Vigo y la gente se extraña, porque lo normal es Madrid o Barcelona. Lo sigo como un socio más».

MARIAN MOURIÑO

«La ilusión que tenía Miguel con el Celta era alucinante»

(Adrián, amigo del celtista fallecido de manera repentina a los 15 años en el 2019)

En diciembre del 2019, la noticia de la muerte repentina de Miguel, un celtista de solo quince años conmocionaba a celtismo. De manera especial, a los jugadores del Celta B, que en muchos casos identificaban perfectamente a aquel chaval menudo que agitaba una bandera en sus partidos de Barreiro. «Para él, el Celta era prácticamente su vida. Disfrutaba mucho tanto viendo al filial como en Balaídos. Lo vivía como el que más y dejó un vacío importante», dice Adrián, otro celtista y amigo suyo desde muy pequeños.

Solían ir juntos a Balaídos y asegura que nunca vio a nadie vibrar con el club vigués como Miguel lo hacía. «No me consta que el celtismo le viniera de familia, pero nunca había visto nadie que lo viviera como él. La ilusión que tenía con el Celta era alucinante», cuenta. Recuerda el homenaje que se le hizo en el partido siguiente a su muerte con muchísima emoción. «Todavía estaba en estado de shock, sin creerme lo que había pasado».

Adrián está seguro de que a Miguel le hubiera encantado el himno del centenario de C. Tangana, Oliveira dos cen anos, y no duda de que estaría «muy ilusionado» con esta temporada. «Me da muchísima pena que se la pierda, pero la vida te da palos así, por desgracia», asume. Sus amigos le siguen recordando siempre cuando se trata del Celta, y más, en una fecha tan especial como este 23 de agosto.

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