El Girona se adelantó y la salida del capitán reactivó al conjunto vigués
30 sep 2024 . Actualizado a las 21:15 h.Iago Aspas fue el gran protagonista del partido aunque solo jugara media hora. El capitán, en el tercer partido de la semana, partió en el banquillo. En los prolegómenos, fue agasajado con un gran tifo por sus 500 partidos (ahora, 501) con el Celta y como correspondencia a la devoción infinita que le profesa el celtismo, el 10 saltó al campo en el 64 portando un singular brazalete rojo y a falta de 10 minutos, empató el partido con su cuarto gol de la temporada cuando parecía que un Girona con más oficio y plantel se llevaría el triunfo tras un gol de Yangel Herrera en la primera mitad. Agrandando una leyenda para la que ya no caben calificativos.
En esta ocasión, el punto debe ser considerado como un bien preciado después de que el Celta desperdiciara un buen número de ataques sin llegar a probar fortuna y porque enfrente estaba un rival que demostró su condición de equipo Champions, con jugadores de primer nivel y con entrenador tan valiente como el que tenía en el banquillo de enfrente. Fue la primera vez que un equipo le discutió el balón y le ganó la posesión en Balaídos.
El Celta se fue al descanso con un gol en contra y sin ningún disparo entre palos en la estadística. El dato, cierto del todo, no reflejó lo sucedido en un primer tiempo en el que el conjunto vigués, trató de tú a tú a un rival top y tuvo, al menos, media docena de llegadas al área rival, si bien le faltó finalización. Lo más parecido fueron un par de bloqueos sufridos por Ilaix Moriba y Damián, dos de los siete cambios que Claudio Giráldez introdujo en el once con respecto al jueves pasado. Solo repitieron cuatro.
Fue el jugador formado en el Barcelona el que tuvo más presencia en el área rival, pero no se atrevió a tirar en un par de ocasiones. Alfon, otra de las novedades, llegó en una excelente posición tras dos robos, pero erró en la toma de decisiones y en vez de tirar, buscó un pase imposible.
En esa toma de decisiones, un bien muy preciado en el fútbol, estuvo la gran diferencia con el Girona, que se atrevió más, aunque llegase menos a los dominios de Vicente Guaita. Nada más comenzar el partido, el portero valenciano le tapó el espacio a Yangel Herrera y en la jugada siguiente, Abel Ruiz ejecutó un impecable cabezazo que salió rozando el palo. En la tercera llegada, media hora después, Blind centró desde la derecha y Yangel Herrera apareció en el segundo palo para adelantar al Girona. La misma jugada del gol del Atlético del jueves pasado.
En la segunda mitad, el Celta incrementó más su dominio y vivió de modo permanente durante un buen trecho, pero sin ocasiones reales de gol. Swedberg se cerró solo tras una buena arrancada, Ilaix disparó alto desde la frontal y un recién entrado Douvikas tampoco encontró portería en su único remate. Para entonces, Hugo Álvarez para ya era un puñal en la banda izquierda, con desbordes y continuas llegadas.
Al ourensano le faltaba un socio para aprovechar su autopista y a los 64 minutos entró Iago Aspas en el partido y el 10 le dio un aire completamente diferente al partido. Con un brazalete rojo especial para la ocasión, el de Moaña se inventó un par de pases al espacio, activó al equipo y obligó a reaccionar a Míchel, que metió en el campo a Bryan Gil, Solís y Portu para recuperar el control.
Y cuando más dudas aparecían en el ambiente, el capitán inició y acabó la jugada del empate. El moañés recuperó el balón en el centro del campo, abrió a banda a Hugo Álvarez, el ourensano entregó a Williot y el sueco le dejó el balón en la frontal del área para que Aspas marcase con la zurda por la única rendija posible.
Quedaban nueve minutos (más el alargue) y el Celta tuvo un par de llegadas (la más clara, una de Hugo Álvarez a trompicones), pero quien de verdad metió miedo en el alargue fue el Girona, que tuvo una muy clara en un remate de Jhon Solís a saque de córner y Guaita negó el gol a Tsygankov con un vuelo libre en el 93 para certificar el punto.