El celtismo despide a Luis Vázquez, viajero incansable con el EuroCelta

LA VOZ VIGO

GRADA DE RÍO

Luis Vázquez (derecha) con Juanfran y Suso Sánchez.
Luis Vázquez (derecha) con Juanfran y Suso Sánchez. CEDIDA

Un cáncer se ha llevado al que también fue propietario de la tienda El Paraíso, en O Calvario

18 mar 2025 . Actualizado a las 20:23 h.

Un cáncer que padecía hace un lustro se ha llevado a Luis Vázquez Losada, uno de esos celtistas que recorrieron Europa con el EuroCelta de finales de los 90 y principios de los 2000 y que repitieron en la última participación continental del equipo, en la temporada 2016/2017. «Era una persona que se hacía querer», subraya Suso Sánchez, uno de sus compañeros de fatigas en esas aventuras continentales y también en Balaídos. «Estábamos juntos antes y después de los partidos; luego, cada uno se iba a su grada: yo, a Río Alto y él, a Río Bajo», recuerda. «Soy socio desde que tenía 7 años», contaba el propio Luis a La Voz en el 2013, en un reportaje sobre su negocio en el que no olvidaba mencionar a su equipo, así como que su tío Antonio había presidido la entidad.

Los dos amigos se conocieron en el viaje para la primera eliminatoria de la Copa de la UEFA del curso 1998/1999, que el bombo quiso que fuera a Pitesti. El primer capítulo de un camino plagado de alegrías y de anécdotas compartidas. «Allí nos fuimos a Rumanía. Nos conocimos gracias al Celta», dice Suso. «Luego vinieron Aston Villa, Liverpool, Marsella; al año siguiente, Lausana, Salónica… Me acuerdo de memoria. Siempre íbamos juntos», cuenta. Juntos sufrieron cómo en Marsella les tiraban sillas mientras tomaban un aperitivo, pinchar en una autopista en otro viaje o salir escoltados por la policía de Anfield. Algunos ejemplos de una lista interminable que también incluye momentos de ocio en los desplazamientos junto a periodistas que también se convirtieron en amigos.

Vázquez Losada, que rondaba los 70 años -no le gustaba especialmente concretar-, era «simpático, alegre, amigo de sus amigos». Consciente de que suena a tópico, Sánchez afirma que en este caso era palpable que el retrato responde a la realidad. «Tenía la tienda El Paraíso en O Calvario, que ya había sido de sus padres. «Se marchaba a San Vicente del Mar, que tenía una cafetería allí que hacía bocadillos y a la vuelta había gente en la puerta haciendo cola esperando. Se hacía querer y, encima, tenía un producto bueno. Era un gran profesional», le describe.

Como celtista, «era tranquilo y sabía mucho de fútbol, mucho». También destaca su «increíble buena memoria». «Se te ponía a hablar del año 86 como si hubiera sido ayer. Había jugado al fútbol en el Casablanca y le había encantado desde siempre», apunta Sánchez. En concreto, «había sido extremo y sabía mucho de posicionamiento, le gustaba que en los equipos hubiera una persona con criterio, que mandara», añade. En los últimos tiempos, el avance de la enfermedad le había alejado de Balaídos. Pero mientras la salud respondió, no faltaba y hacía cuantos viajes podía.

Vázquez Losada deja mujer, Tere, y un hijo, Luis, así como multitud de amigos, entre ellos celtistas como Suso que hoy lloran su pérdida al tiempo que le recuerdan con cariño. Sánchez, además, ha perdido en cuestión de dos años a tres de sus compañeros de aventuras europeas: Claudio Méndez, Marta Souto y, ahora, Luis Vázquez. Él seguirá disfrutando del Celta por ellos al tiempo que los añora.