La CIA retoma la «guerra sucia»

Pablo González
PABLO GONZÁLEZ A CORUÑA

INTERNACIONAL

ERIC DRAPER

El FBI y los servicios de inteligencia aumentarán sus poderes en medio de un consenso que puede restaurar el crimen de Estado «La gente que necesita ahora la CIA no se encuentra en los monasterios», comentó Bob Graham, un senador demócrata bajo los efectos del trauma por los atentados. Graham se refería a que las oficinas de recursos humanos de la Agencia deberían tener menos cortapisas para decidir sus contrataciones y volver a tiempos en los que interesaba el currículum de tipos sin escrúpulos.

17 sep 2001 . Actualizado a las 07:00 h.

La corriente de opinión favorable a una vuelta a la «guerra sucia» es tan amplia que en el Congreso ya hay consenso para recuperar la potestad de asesinar en nombre de la CIA. A rebufo de esta situación, el FBI también ha solicitado una ampliación de poderes. El presidente Gerald Ford comprobó atónito en 1976 que la CIA tenía un plan para asesinar a Fidel Castro. Ford no lo dudó un momento y limitó la carta fundacional de la Agencia allí donde más le dolía: los fondos que sufragaban sus aventuras exteriores. La decisión fue dura. El director de los servicios secretos es de las pocas personas que acceden directamente al Despacho Oval. Ese mismo año, el demócrata Jimmy Carter estrechó un poco más el tremendo poder de la Inteligencia, empujado por un país horrorizado por la guerra sucia en Latinoamérica. El Congreso de Estados Unidos está a punto de discutir una reversión de estos intentos por restringir el poder de la CIA, que recuperaría su carta blanca para cometer crímenes. La decisión se tomará en caliente, aprovechando el consenso de unos congresistas con sed de acciones contundentes tras el atentado. «No importa que nuestros agentes en el extranjero hayan cometido acciones contra los derechos humanos si son efectivos». La frase no procede del ala derechista del Partido Republicano, sino del demócrata Bob Graham. En medio de este ambiente tan caldeado, el FBI también vería aumentados sus poderes en vigilancia e investigación. El secretario de Estado, Colin Powell, reconoció que todas estas decisiones eran fruto de una «revisión total» del sistema de seguridad norteamericano. En la cadena NBC, el vicepresidente Dick Cheney trazó con su cruda elocuencia lo que será el futuro inmediato del FBI y la CIA: «Si vamos a trabajar con buenos chicos, aprobados oficialmente, no vamos a averiguar los que los chicos malos están haciendo». Los chicos que quiere contratar Cheney son los que definió el senador republicano Richard Shelby. «¿Son personas que jamás invitarías a tu casa? Por supuesto. Pero debemos entendernos con ellos para lograr información que necesitamos de los terroristas», dijo en la CBS. La renovación de la licencia para matar -la única salida en el caso Bin Laden, según fuentes del The Washington Post- se produce cuando los funcionarios del FBI y de la CIA están ansiosos por recuperar su prestigio perdido ante la opinión pública. Tímida oposición La decisión ni tan siquiera depende del Congreso, pues Bush tiene manos libres para derogar la prohibición. Esta posibilidad ha sido contestada tímidamente por defensores de los derechos civiles. David Cole, profesor de Derecho en Georgetown, dijo: «La realidad es que la CIA y el FBI ya tienen un poder increíble».