Sri Lanka apura la recuperación del sector turístico en la costa sur

La Voz

INTERNACIONAL

KIERAN DOHERTY

Serán necesarios dos años para poder superar los efectos del tsunami El maremoto frenó los proyectos en las costas, pero ninguna empresa los ha cancelado.

12 ene 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

Existen dos Sri Lanka. La del noroeste y la del suroeste. Una línea imaginaria que atraviesa el país en diagonal dibuja su frontera. La primera es la más pobre, la dominada por la milicia tamil y en la que las luchas internas entre grupos musulmanes obstaculizan su apertura al mundo. La segunda es la más rica, la que desde que en el 2002 se firmó el alto el fuego entre el Gobierno de Chandrika Bandaranaike y los Tigres Tamiles ha vivido el despegue del turismo. Pero la llegada del tsunami frenó la ebullición de un sector que en muy poco tiempo había conseguido situarse como una de las principales fuentes de ingresos del país. En poco más de dos años, su proyección exterior como destino exótico se multiplicó. Comenzó a venderse en todo el mundo como un lugar en el que se podían realizar desde safaris por los parques naturales de Yala, en el distrito de Monaragala (ahora están suspendidos) hasta visitar los fastuosos templos budistas. Más de medio millón de turistas visitaron el país en el 2004. Todo ese progreso se nota en los servicios que, pese a la catástrofe, pueden encontrarse en Colombo (sofisticados restaurantes y tiendas de recuerdos) o en distritos del interior, donde justo después de un arrozal es posible hallar un área de descanso decorada con plantas exóticas y en la que se puede saborear cualquier tipo de comida occidental. Galle y Tangalla Esa infraestructura turística ha sido especialmente perjudicada en la costa sureste, entre Galle y Tangalla, el principal destino de sol y playa de todo el Estado. Ahí las grandes empresas del sector disponían de paquetes para relajarse al borde del Índico en ciudades como Unawatuna o Hikkaduwa o estancias en una de las exclusivas vilas (mansiones ubicadas cerca de la playa y en medio del bosque tropical). Incluso el ex beatle Paul MCartney pasó recientemente sus vacaciones en una de ellas, cerca de Galle. El ataque del mar ocurrido hace poco más de dos semanas vaticinaba en un principio la paralización de todo ese despertar turístico. Muchos resorts , como el Manahara Hotel, en Tangalla, quedaron totalmente destruidos y sus dueños huyeron hacia las zonas del interior. Egpda, ex trabajador de ese complejo, merodeaba ayer por las ruinas del lugar. Todo estaba desierto. «Los dueños se salvaron, pero no creo que vuelvan», dijo Egpda, mientras señalaba a lo alto de las palmeras y repetía: «Tsunami, tsunami¿». Otros grandes complejos de ese mismo distrito como el Aman Vella, donde pasar una noche costaba 500 dólares, lograron resistir. Y lo mismo hicieron pequeñas posadas ubicadas en lo alto de los acantilados de Tangalla Bay, como Nuga Semon Eden. El maremoto no actuó de forma democrática. La fuerza del tsunami llegó del sur, bordeando la isla desde el oeste. Algunos puntos vieron mitigar sus efectos porque el tsunami chocó con el oleaje natural del mar y frenó su avance. Pese al caótico y destrozado paisaje que se observa estos días en toda la línea de costa entre Colombo y Hambantota (en torno a 238 kilómetros de costa), este cachorro de tigre asiático no se resigna a dejar de rugir. Una de las prioridades del Gobierno de Sri Lanka es volver a poner en marcha, cuanto antes, el motor turístico, una labor en la que España, a través del ministro Miguel Ángel Moratinos, ya se ha comprometido a colaborar. Miguel Cuiñat, un español que trabaja en una empresa dedicada a la venta y alquiler de vilas y a la promoción turística en Galle, vaticina que el turismo de la zona podría llegar a recuperarse totalmente en un plazo de dos o tres años, impulsado sobre todo por las fuertes inversiones procedentes de Hong Kong, Singapur y los países árabes (los musulmanes son los que tienen el dinero en Sri Lanka). «Existían muchos proyectos en marcha. Todo se ha frenado, pero nadie piensa en no hacerlo. Un tsunami ocurre una vez en el milenio».