Los secuestradores tenían pensado pedir un millón como rescate El albañil detenido había salido en la televisión pidiendo la liberación del pequeño
02 abr 2006 . Actualizado a las 07:00 h.El asesinato del niño de dieciocho meses Tommasso Onofri, muerto a golpe de pala porque su llanto irritaba a los secuestradores, ha puesto un final trágico a un caso que tiene todos los requisitos para pasar a la historia de la crónica negra de Italia. Todo el país está conmocionada por el suceso, cuyo trágico desenlace copó ayer todas las portadas de los periódicos y de los telediarios. Al parecer, los individuos que raptaron al pequeño Tommaso, el pasado 2 de marzo, tenían la intención de pedir un rescate de un millón de euros al padre, Paolo Onofri, director de una sucursal de la caja postal. Los secuestradores nunca llegaron a hacer la llamada porque lo mataron apenas dos horas después de llevárselo. La reconstrucción de los hechos, facilitada por las autoridades, se ha llevado a cabo a partir de la declaración de los autores confesos del crimen, Mario Alessi, de 44 años, y Salvador Raimondi, de 27, que ahora se culpan mutuamente de quién dio el golpe fatal. De acuerdo con sus declaraciones, ambos entraron en la casa de los Onofri, Alessi con un casco de moto y Raimondi con una capucha. Maniataron a los padres, Paolo y Paola Onofri, y al hermano de Tommaso, Sebastiano. Luego huyeron con el pequeño en una motocicleta, pero se pusieron nerviosos cuando vieron relampaguear una sirena de la policía y dejaron que el pequeño cayese al suelo. El niño comenzó a llorar y, ante el temor de ser descubiertos, uno de los dos lo mató de un golpe que fue asestado con una pequeña pala. Mario Alessi, albañil que trabajó recientemente en unas obras de acondicionamiento de la casa del matrimonio Onofri, es descrito como un hombre frío que había salido ante las cámaras de televisión cuando ya había matado a Tommaso diciendo: «Me dirijo a los secuestradores, libérenlo». El presidente de Italia, Carlo Azeglio Ciampi, expresó ayer su dolor por el triste desenlace que, según dijo, «corta la respiración». El papa Benedicto XVI mostró también su consternación por la muerte del pequeño «bárbaramente asesinado».