Pasen, pero bajo su propio riesgo

C.Fernández

INTERNACIONAL

En 1987, el buque español «María de Pando» fue asaltado en China por un grupo de hombres armados. Era el regreso oficial de los corsarios, que en los dos últimos años han encontrado su paraíso en Somalia. Allí, reza un eslogan: «Si navegan por aquí, ya saben a que se arriesgan»

26 abr 2008 . Actualizado a las 22:47 h.

Piratas y petróleo van unidos. Basta con echar un vistazo al mapa de los golpes que los bandidos del mar perpetraron en lo que va del 2008 a los superpetroleros y mercantes en Nigeria o la costa de Arabia, entre otros. Pasos estratégicos en las rutas marítimas del oro negro están infestados de corsarios. Destacan los estrechos de Adén (el camino más corto del Indico al Mediterráneo) y Malaca (el atajo entre la India y el megapuerto de Singapur). Las estadísticas hablan por sí solas: en la boca del mar Rojo se registraron cinco de los diez abordajes de la primera quincena de abril. Hasta en Venezuela hay algún robo anual. Solo el estrecho de Ormuz (flanqueado por los pozos de Irán e Irak) sigue limpio de los modernos filibusteros.

Todo empezó a principios de los ochenta, cuando un talento del Gobierno de Nigeria hizo una compra masiva de cientos de miles de toneladas de cemento, sin pararse a pensar que los medios de descarga de sus puertos serían incapaces de efectuarla aunque estuvieran trabajando a destajo varios meses seguidos. A causa de ello, confluyeron en el puerto de Lagos decenas de buques de todos los países que no tuvieron más remedio que estar fondeados mucho tiempo. Ello fue la oportunidad que estaban esperando los numerosos bandidos que vivían en la capital para hacer un botín rápido asaltando los numerosos buques que se hallaban en la bahía.

Caja fuerte y provisiones

Con una lancha con motor fuera borda, alguna ametralladora y la intención de usar la violencia ante la mínima resistencia, comenzaron a actuar los nuevos piratas, cuyos objetivos principales eran la caja fuerte, su carga y las provisiones, especialmente bebidas alcohólicas. Al principio, el factor sorpresa hizo que los botines fueran copiosos, especialmente por la indefensión de las tripulaciones, además de que los capitanes y oficiales no eran, evidentemente, profesionales de la guerra ni estaban dispuestos a serlo. Nada ha cambiado en el 2008, pues los corsarios africanos intimidan a los marinos con simples cuchillos. En el presente, algunos buques van protegidos con barreras eléctricas no letales que se activan cuando suena la alarma. Los intrusos sufren descargas de 9.000 voltios.

Posteriormente, la fiebre piratesca se trasladó tanto al mar de la China como al estrecho de Malaca, entre Indonesia y Malasia, especialmente en el paso de Singapur, un sitio angosto, con muchísimo tráfico, afectado, además, de una climatología donde abundan los fuertes chubascos que propician una visibilidad casi nula, que era aprovechada por los piratas.

El primer caso de relieve sucedido a un buque español ocurrió el 2 de octubre de 1987, cuando los piratas asaltaron en el mar de la China al quimiquero María de Pando, perteneciente a la Naviera Antares, de Santander, que operaba para la Stolt Nielsen y es uno de los buques más grandes de su especialidad, de 173 metros de eslora. Se dirigía a Portkilang (Malasia). Cinco piratas armados hasta los dientes despertaron de madrugada al capitán, Valeriano Palacios, y se llevaron algo más de 3.000 dólares de su caja fuerte y de varios tripulantes. Desde el 2005, este estrecho es vigilado con fragatas. En abril del 2008, no hubo ninguna denuncia.

Anteriormente se habían producido otros asaltos en la zona, especialmente en los barcos que llevaba refugiados del Vietnam a Malasia. Solo en 1986 se produjeron veinte asaltos, con un saldo de cien muertos. La actividad pirata continuó en África, simultaneando la de la parte occidental (desde Mauritania hasta Angola) a la oriental, especialmente Somalia, embocadura del mar Rojo y las costas de Tanzania y Mozambique. En abril del 2008, el 70% de los asaltos en todo el mundo se perpetraron en las costas africanas.

Evitar respuestas violentas

A la vista de los sucesos de piratería, la OMI (Organización Marítima Internacional) empezó a tomar una serie de medidas, con recomendaciones a los Gobiernos, basadas principalmente en la vigilancia, procedimiento de comunicaciones, notificación de cualquier suceso y el consejo de que se evite una respuesta violenta de las tripulaciones agredidas, pues ello incrementaría la respuesta de los agresores.

Desde 1992 existe en Kuala Lumpur (Malasia) un Centro de Notificación de Actos de Piratería, que está de guardia las 24 horas del día durante los 365 días del año. Solo en los últimos seis años del pasado siglo, según datos de la OMI, se produjeron 1.227 casos de piratería denunciados, a lo que hay que unir los que se silencian. En este período de tiempo fueron asesinados algo más de medio centenar de tripulantes. Y en los siete primeros años del actual siglo los ataques ascendieron a 2.143

Entre los últimos ataques de piratas destacan la captura del remolcador ruso Svitser Korsakov y el secuestro del velero de lujo francés Le Ponant. Tras el pago del rescate de un millón de euros y la liberación de los retenidos, seis piratas fueron capturados por agentes franceses. También se pagó rescate por el pesquero gallego Albacora IV. El que se libró por la potencia de sus máquinas fue, en el 2005, el pesquero vasco Playa de Aritzatxu. Aparte del Bakio, el ataque más reciente fue el del petrolero japonés Takayama, de 150.000 toneladas, Solo Somalia registró, en el 2007, 31 actos de abordaje y 11 de los 18 secuestros de todo el mundo.

Uno de los asaltos más sonados fue el producido en Macapá, en el río Amazonas, en el 2001, en el que asaltaron la embarcación del regatista neozelandés Peter Blake y le dieron muerte, e hirieron a otros dos tripulantes.